La joya por la que Disney fue acusado de plagio por una escritora española: 70 años de 'La Dama y el Vagabundo'
El 22 de junio llegó a los cines la primera película de animación rodada en Cinemascope, una historia de amor entre dos perros que revolucionó el género por su factura técnica, su banda sonora y sus inolvidables personajes
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Cuando Walter Elias Disney no era más que un niño que soñaba con dibujar, sin tener que hacer los durísimos trabajos que su padre les encomendaba a su hermano Roy y a él, los paisajes de Marceline, la pequeña ciudad del estado de Missouri en la que crecía, eran su refugio. En los alrededores había un árbol bajo el cual se tumbaba para divagar y echar a volar una imaginación de la que se acabaría beneficiando todo el mundo años después.
Hay quien ha visto en las casas de estilo victoriano y las calles arboladas llenas de farolas de ese lugar del Medio Oeste americano una clara inspiración para 'La dama y el vagabundo', de cuyo estreno se cumplen 70 años este domingo 22 de junio. De hecho, los fondos y escenarios han sido considerados por muchos críticos los de mayor encanto de toda la filmografía de Disney.
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La historia de Reina, esa perrita de una familia bien que se acaba enamorando de Golfo, un chucho callejero que se convierte en su salvador, se ha convertido en uno de los emblemas de Disney. Su planificación en Cinemascope (fue la primera película animada en formato de pantalla ancha), con ese punto de vista de las mascotas a ras del suelo y muy horizontal, es solo uno de los muchos detalles brillantes de una película con una interesante historia detrás.
El ¿plagio? de Disney
Situémonos en los años 50 del pasado siglo: la exiliada y genial María Lejárraga, icono de nuestras letras, hizo un viaje a Estados Unidos a principios de esa década. Su objetivo era vender ideas a varios productores de cine.
Aquel fue el tiempo en el que escribió una historieta infantil a la que llamó 'Merlín y Viviana o la gata egoísta y el perro atontado', en la que narraba el amor entre un perro y una gata presumida.
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Confiando en su valor literario, se la mandó al mismísimo Walt Disney para ver si podían hacer algo con ella. Al poco tiempo de aquel envío, se estrenó 'La dama y el vagabundo' y aunque la autora nunca denunció oficialmente al animador y productor, sí que le comentó los parecidos razonables a su traductora.
"Después, hizo una película, 'La dama y el vagabundo', que era la misma historia, sin más cambio que haber convertido la gata en perra elegante. Esta vez no quise protestar, ¿para qué?", manifestó.
Hoy día, el supuesto plagio es puesto en duda por los mismísimos herederos del legado de Lejárraga. Seguramente, porque hay pruebas más que suficientes para saber que la historia que cuenta 'La dama y el vagabundo' empezó a gestarse muchos años antes. Oficialmente y según reza en los títulos de crédito, está basada en un cuento corto de Ward Greene.
Sin embargo, si hay un nombre que fue la semilla de la historia y al que nunca se le reconoció como tal, ese fue el del animador Joe Grant. En 1937, y tras convertirse en padre por primera vez, el dibujante comprobó que su cachorrita, llamada Lady, se sentía algo desplazada ante la llegada del bebé. Grant decidió convertir esta anécdota en un cortometraje para presentarlo a su jefe, un eufórico Walt Disney que estaba a punto de estrenar su primer largometraje, 'Blancanieves y los siete enanitos'.
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La Segunda Guerra Mundial y que el propio Disney no acabase de ver del todo la idea fueron retrasando el estreno de 'La dama y el vagabundo' sine die. De hecho, siempre que se daba luz verde al proyecto, algún contratiempo lo echaba para atrás. Hasta que Greene publicó la historia de amor de dos canes en la revista 'Cosmopolitan' y se obró el gran milagro.
Al productor, uno de los grandes innovadores de Hollywood, se le ocurrió que Greene podría elaborar una novela corta y, a partir de ella, retomarían la vieja idea de Grant. La propia señora Disney, Diane, había comprado un cachorro que idéntico al que describía la historia del autor y le animó a rodarla.
De hecho, la secuencia inicial, en la que la mujer recibe una mascota como regalo navideño por parte de su marido, estaba inspirada en una anécdota real del matrimonio Disney: tras olvidarse de una cena con su esposa, Walt la obsequió con un cachorro metido en una caja.
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Cuando 'La dama y el vagabundo' llegó finalmente a las salas de cine, María Lejárraga no fue la única ofendida con el resultado final. También Grant, que por entonces ya no trabajaba en el estudio y vio como su nombre ni siquiera aparecía en los créditos. Su concepto, transformado a lo largo de casi dos décadas, ahora era una idea de Greene.
No fua hasta 2006, cuando la película se estrenó en DVD, cuando Grant recibió el reconocimiento por lo que había hecho. Nunca es tarde si la dicha es buena, dice el refrán.
Otro de los grandes talentos del film fue la cantante Peggy Lee, responsable de 'He's a tramp', el tema que define al protagonista y que los perros cantan en esa triste perrera en la que se mezclan todas las razas y hay algún plano que parece sacado de una película de terror (la sombra del can que va camino de ser sacrificado sigue siendo sorprendente).
Lee quiso seguir cobrando derechos de autor cuando comprobó que el estudio se ponía las botas comercializando 'La dama y el vagabundo' en formato doméstico. En 1992, un tribunal de California le pagó 3'2 millones de dólares como compensación, lo cual equivalía al 4 por ciento de las ventas de la película en vídeo.
A decir verdad, con Lee o sin ella, la banda sonora, con canciones como 'Bella Notte' o la nana 'La La Lu', es una de las claves de 'La dama y el vagabundo'
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Es durante la secuencia en la que suena esa canción de amor cuando tiene lugar el milagro, el momento más famoso de toda la película: la cocker spaniel y el perro callejero comparten un plato de espaguetti y, al engullir uno de ellos, acaban juntando los morros en el que es uno de los besos más recordados de la historia del cine. Pura magia pese a que el propio Disney encontraba la secuencia vulgar antes de ver la animación final.
Con un presupuesto de 4 millones de dólares, la película acabó recaudando 36 solo en Estados Unidos durante su estreno original. En la década de los grandes blockbusters bíblicos y épicos como 'Ben-Hur' y 'Los Diez Mandamientos', este romance de época entre dos perros fue un enorme éxito de taquilla.
Sus reposiciones posteriores no han hecho más que aumentar su buenos números y su reputación. Para los más eruditos es la gran joya de la llamada 'Edad de Plata' del estudio (esa que va de 'La Cenicienta' (1950) a 'El libro de la selva' (1967).
Ningún cinéfilo olvidará jamás sus encuadres perfectos o su música y todo amante de las mascotas reconocerá en su excelente animación esos pequeños gestos que convierten a un perro en alguien que es casi de la familia. Ya lo saben "si hay una cosa que nadie ha podido comprar con dinero, ésa es el movimiento de la cola de un perro".
Cuando Walter Elias Disney no era más que un niño que soñaba con dibujar, sin tener que hacer los durísimos trabajos que su padre les encomendaba a su hermano Roy y a él, los paisajes de Marceline, la pequeña ciudad del estado de Missouri en la que crecía, eran su refugio. En los alrededores había un árbol bajo el cual se tumbaba para divagar y echar a volar una imaginación de la que se acabaría beneficiando todo el mundo años después.