Un año sin María Dolores Pradera: una placa, un piso alquilado, dos hijos y varios amores

"En esta casa vivió María Dolores Pradera (1924-2018). Cantante y actriz de excepcional elegancia y serenidad, paseó su ‘Fina estampa’ por las calles de Tetuán". En el mármol del edificio número 22 de la calle Orense de Madrid figura, desde el pasado mes de abril, una placa con esas palabras. La propuesta de una vocal del grupo municipal socialista de homenajear a la artista se hizo efectiva hace apenas unas semanas. Desde ese momento, todo aquel que pasea por esta céntrica calle de Madrid sabe que allí vivió la veterana cantante y actriz, que falleció el 28 de mayo de 2018 a los 93 años.

Sito en el mismo edificio se encuentra el piso que dejó en herencia a sus dos hijos, Fernando y Helena Fernán Fernández, fruto de su relación con el genio Fernando Fernán Gómez. Según se publicó hace unos meses, la prole de Pradera decidió alquilar el piso y parece que no han tardado mucho en conseguirlo, ya que el anuncio se ha desactivado.

Según figura en el portal Idealista, el precio medio de alquiler de este tipo de inmuebles (teniendo en cuenta la zona en la que se encuentra situado, en pleno centro financiero de Madrid) es de unos dos mil y pico euros.

Mujer austera y poco amante de los lujos, no se sabe si dejó mucho más a sus hijos aparte de ese piso. La discreción fue, desde luego, una de las máximas vitales que jamás traicionó. Se dice, eso sí, que las joyas eran uno de sus fetiches favoritos. Según contó Vanitatis, a Carmen Jara, con la que compartió tertulia en la COPE, le regaló una joya única. Y así lo relató en el programa de Federico Jiménez Losantos: "Era una gargantilla con cuentas del tamaño de un guisante, que alternaba el oro y el coral. Formaba parte de dos collares que habían pertenecido a Lola Beltrán y María Félix. Los deshizo y un joyero diseñó esas gargantilla y pulseritas".

Los amores de la flor de la canela

En cierto programa de '¡Qué tiempo tan feliz!', a la cantante de 'fina estampa' le falló la memoria cuando la Campos le preguntó por qué se separó de su único marido y más célebre amor, Fernando Fernán Gómez. Hacía mucho tiempo de aquello como para recordarlo, argumentaba ella. “Pero era un hombre y un director maravilloso”, añadió. Los pocos vivos que recuerdan aquel matrimonio, que se selló con una boda el 28 de agosto de 1945, sí recordaban a Fernán Gómez contando la verdadera causa: sus juergas nocturnas en la Barcelona y el Madrid de la posguerra. Además del hedonismo juvenil del genio, también ayudaron las penurias económicas, ya que por entonces no bastaba ni el éxito teatral de 'Los ladrones somos gente honrada' ni el paso secundario por películas de Cifesa como 'Bambú'.

Al final, fueron siete los años que estuvieron 'amarraditos', como reza la canción. Protagonizaron una película, 'Vida en sombras', y tuvieron dos hijos: Fernando (hoy galerista) y Elena (actriz). Aunque el 'cariño malo' se les acabó en los años 50, cuando las carreras de ambos tocaron la gloria, no se divorciaron oficialmente hasta varias décadas más tarde. Con la ley del divorcio recién aprobada, contaba el periodista Manuel Román que Fernán Gómez y ella pensaron en los beneficios fiscales que les podría reportar la oficialidad de su separación. No fue la cantante una mujer de amores excesivamente públicos: soltera durante gran parte de su vida, estuvo varios años con un abogado de cuyo nombre nadie quiere acordarse, y otros tantos con Luis Calvo, corresponsal de prensa y director del diario 'ABC' de 1953 a 1962.

Más allá de eso, poco más se sabe de quiénes la amaron o a quienes amó. Tampoco cuántas joyas poseyó o legó a sus hijos. Al final, lo que sí quedará para siempre son sus canciones y parte del misterio que la envolvió en su retiro, en los discretos últimos años de su vida. “Jazmines en el pelo y rosas en la cara, airosa caminaba la flor de la canela”.