Tenis con Santana, un 15-M en el gimnasio: vivir en Moncloa como hijo de presidente

Durante el 15M, Alba y Laura, las hijas de José Luis Rodríguez Zapatero y Sonsoles Espinosa, anunciaron a sus padres la intención de acampar en Sol. Ante la negativa, rotunda, de ambos, las entonces adolescentes acamparon en el gimnasio de Moncloa a modo de protesta. No debe ser fácil ser hijo del presidente del Gobierno y pasar la rebeldía propia de la adolescencia en un palacio alejado de la vida ‘normal’.

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Así lo cuenta José Bono en la tercera entrega de sus memorias, ‘Se levanta la sesión’ (Planeta). Quien mejor sabe de esa dificultad de aunar rebeldía y vida palaciega son los hijos de Felipe González, quienes trataban de llamar la atención de sus padres a través de gamberradas más o menos sonadas. Pablo y David González se dejaron el pelo largo casi hasta la cintura, iban en moto por la ciudad y habían sido ‘castigados’ con más de una multa por exceso de velocidad.

La menor de los tres González Romero, María, era demasiado pequeña para llamar la atención del mismo modo que lo hacían sus hermanos. Y pese a esa rebeldía, Carmen Romero siempre estuvo, de una forma y otra, pendiente de sus hijos. Lo recuerda a Vanitatis una amiga de Pablo, una chica dedicada ahora a la industria del cine y que todavía se encuentra a su ‘ex suegra’ en algún sarao. “Siempre viene me saluda, amable y muy señora, se acuerda de todos perfectamente”, cuenta esta relaciones públicas.

25 hijos

Han sido 25 los hijos de presidentes que han vivido en Moncloa hasta la fecha: cinco de Adolfo Suárez, ocho de Leopoldo Calvo Sotelo, tres de Felipe González, tres de José María Aznar, dos de Rodríguez Zapatero, dos de Mariano Rajoy y dos de Pedro Sánchez. Y todos tienen sus momentos estelares. Cuando Suárez llegó a la presidencia, le pidieron que trasladara la sede del Gobierno del paseo de la Castellana al Palacio de la Moncloa. Fue él quien preguntó entonces si allí se podía habilitar la vivienda familiar del presidente.

Se hizo, claro, pero las primeras semanas fueron complicadas. “No podíamos enchufar al mismo tiempo la plancha y la lavadora porque saltaban los plomos”, contaba Amparo Illana a los pocos meses de llegar a Moncloa. Nada que ver aquel palacio desvencijado con el actual Complejo de La Moncloa: 20 hectáreas con 13 edificios (incluido el palacio) que da trabajo a casi 2.500 personas. Hablamos de una especie de pueblo que cuenta con servicio médico, agencia de viajes, helipuerto, banco, gimnasio, cuerpo de bomberos… Además, Suárez hizo construir una pista de tenis, José María Aznar una de pádel, Rodríguez Zapatero de baloncesto.

Buhardilla para los ocho Calvo Sotelo

La vivienda presidencial consta de 200 metros cuadrados y cuatro dormitorios, y está situada en la segunda planta del Palacio de la Moncloa. A la llegada de Clavo Sotelo se tuvo que habilitar la buhardilla para que cupieran los ocho hijos del presidente, algunos ya en edad universitaria por aquellos tiempos.

Unos estudiaban, otros practicaban deporte. Suárez, decíamos, era muy aficionado al tenis, tanto, que sus hijos recibían clases en Moncloa con Manolo Santana como profesor. Lejos quedaban los aplicados Suárez Illana de los rebeldes González Romero, quienes, como contábamos, “volvían locos a sus padres y les hacían la vida imposible”. Muchos de estos entresijos familiares vividos en Moncloa los desveló María Ángeles López de Celis, secretaria de Presidencia desde 1977 durante 32 años, en ‘Presidentes en zapatillas’ (Espasa, 2010).

Piano y habaneras

De quien mejor recuerdo tiene Celis es de Calvo Sotelo, -“el mejor preparado”- y sus ocho hijos, que llenaron de vida un lugar tan desencantado. El piano del segundo presidente de la democracia, que tocaba “virtuosamente” y las habaneras que cantaba en familia eran algunos de los rasgos de aquella familia numerosa tan querida por la secretaria de Presidencia.

El complejo es un lugar en el que no hay más niños que los hijos del presidente. Y así como las hijas de Obama siempre tuvieron a la abuela materna en casa, los hijos de Mariano Rajoy, Mariano y Juan, vivieron con su abuelo paterno todos sus años monclovitas, lo que les permitió tener los pies en el suelo. Los Rajoy Fernández desayunaban siempre juntos y Viri, la mujer de Rajoy, intentaba que cenaran juntos también. Y cuando había campaña electoral, los abuelos entraban en escena.

José María Aznar y su mujer, Ana Botella, fueron quienes más cambios realizaron en la vivienda. Tantos, que cuando el entonces presidente organizó una cena en el Palacio con sus antecesores, se aseguró de que la puerta estuviera cerrada para que los anteriores mandatarios no vieran los cambios efectuados en la residencia. La vida en Palacio de los Aznar Botella no se limitaba a la vivienda oficial y recuerda el ex presidente que la mesa del despacho oficial, regalo de Narváez a la reina Isabel II, “se utilizaba para placeres diferentes que el trabajo”. ¿Los deberes de los niños? Con su clásico hermetismo, Aznar no quiso ir más allá.

Poco tiempo ha tenido la familia de Pedro Sánchez para que sus anécdotas familiares lleguen al público. Aunque todo parece encaminado para que el socialista vuelva a Moncloa y tengamos, en un tiempo, historias que contar.