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De Antonio Montero a Diego Arrabal: el testimonio de los paparazzi en plena crisis
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UN MOMENTO COMPLICADO

De Antonio Montero a Diego Arrabal: el testimonio de los paparazzi en plena crisis

Hablamos con algunos de los profesionales con mayor trayectoria en el sector y nos hacen su diagnóstico de la situación actual y futura

Foto: Un fotógrafo en acción. (Getty)
Un fotógrafo en acción. (Getty)

Son circunstancias muy difíciles, pero si hay profesionales preparados para superar cualquier tipo de adversidad para conseguir un scoop, estos son los paparazzi. Capaces de pasar inadvertidos en cualquier situación y cruciales para generar exclusivas, en muchos casos ha sido clave que sean anónimos precisamente para no ser reconocidos. Otros, por el contrario, pese a tener una dimensión pública muy notoria, consiguen desarrollar su labor perfectamente, como es el caso de Antonio Montero, quien ya dejó plasmada su experienca en su libro 'Paparazzi Confidencial: historias de una profesión maldita', publicado en 2015. Si la situación era complicada entonces, es lógico que considere ahora que "nos encontramos aún peor, con un mercado en caída libre en cuanto a los precios".

Montero nos atiende mientras le colocan el micrófono para entrar en 'Sálvame' y lo que nos cuenta es una clara explicación de por qué su faceta televisiva es más prioritaria para él ahora que en sus años dorados como paparazzo: "Yo antes hacía unos dos o tres temas al mes, de los cuales dos solían ser buenos y uno regular. Ahora es algo que consigo una vez al año. Me acuerdo cuando hacías un reportaje con Ortega Cano y Rocío Galán, y te pagaban un dineral. O cuando fotografiabas a Isabel Pantoja con alguien... En la actualidad, lo que pagan las revistas no da para vivir. En los últimos diez años, con la masificación de internet, la crisis publicitaria y del papel ha puesto contra las cuerdas a la profesión. Más en estos días, en una situación como esta en la que faltan noticias".

placeholder El periodista Antonio Montero. (Mediaset)
El periodista Antonio Montero. (Mediaset)

Una salida para los paparazzi, a su entender y por propia experiencia, una vez se levanten las medidas del confinamiento, son los medios extranjeros: "Cuando voy a Ibiza vendo más fuera que dentro. Yo a lo que aspiro es a lograr temas que puedas vender en todo el mundo, que tengan repercusión internacional. Si haces algo bueno al príncipe Harry o a Kate Middleton, es un buen ejemplo. Nuestra familia real interesa mucho fuera, en Inglaterra, en Alemania, hasta en Australia, pero es difícil conseguir nada que se salga de los cauces habituales. Además, están contra las cuerdas, para muy pocas bromas en estos momentos".

Montero también quiere desterrar el mito sobre las enormes ganancias de las fotos 'robadas': "Antes, era le revista '¡Hola!' la que marcaba un poco lo que podías aspirar a conseguir por unas fotos y los medios de la competencia seguían su estela. Desde que murió desgraciadamente su dueño, que era quien fijaba los precios, las cosas han cambiado mucho y las cifras que se pueden pagar tienen un límite. Por muy bueno que sea tu trabajo, no vas a conseguir superarlo. Ese era el incentivo que hacía más interesante este oficio. Ahora la cosa no es así. No conozco paparazzi ricos, salvo algún caso de alguno retirado en Estados Unidos o el Reino Unido. En España los que más han ganado están ahora tiesos la mayoría, por Hacienda, por sus vidas, por lo que sea... Muchos han tenido que vender sus chalets y la mitad se han convertido en taxistas".

El optimismo de Diego Arrabal

Diego Arrabal, una figura muy popular también gracias a sus colaboraciones televisivas, que lleva 34 años trabajando como paparazzo, es el testimonio más esperanzador que encontramos en este sector en plena pandemia y con una sociedad regida por las medidas excecionales de confinamiento derivadas del estado de alarma, lo que obviamente limita el alcance informativo de las imágenes que se pueden conseguir: "Está todo muy parado, porque está todo el mundo en sus casas, aunque algunos compañeros están trabajando. La prensa puede ir con su carnet a cubrir informaciones y está amparada por la ley para poder hacer su labor. Es una crisis que afecta a todos los sectores, pero yo soy optimista sobre el futuro".

placeholder Diego Arrabal, en 'Viva la vida'. (Telecinco)
Diego Arrabal, en 'Viva la vida'. (Telecinco)

El colaborador de 'Viva la vida' quiere subrayar las consecuencias positivas que tendrá sobre su oficio esta anómala situacion actual: "Soy casi de los más viejos que quedan en activo y en estos últimos años venimos renqueando por una supuesta crisis en el sector, pero creo que va a haber una limpia. Los que se queden serán los que merezcan la pena. Habían llegado muchos a la llamada del dinero, creyendo que se ganaba millones, pero no es así. Conozco a paparazzi internacionales que me aseguran que en España están los mejores del mundo, pero no tiene ninguna lógica que haya 500. No hay mercado para tanto".

Diego cree que, además, hay que reivindicar la naturaleza del trabajo del paparazzo: "No tiene el mismo valor una foto que se hace en la puerta de un teatro a un famoso que otras sin las que una crónica o una noticia carece de valor. Una imagen vale más que mil palabras y con ella no te pueden desmentir. Creo que en los últimos años nos hemos venido a menos porque no hemos sabido valorarnos. Nuestra labor es sacar lo que un famoso no quiere que salga. En las redes sociales, el 99% es lo que quieren mostrar de sí mismos, pero no necesariamente es verdad".

Por eso, el paparazzo considera que ahora las exclusivas son más importantes que nunca para la supervivencia de los medios: "Las revistas si quieren sobrevivir tienen que ir por delante de la televisión, no detrás. Solamente con posados no es suficiente, porque la gente ya tiene acceso a muchísimas fotografías de estas características en Instagram". También tiene muy claro que, pese a las dificultades, no va a dejar aparcada esta faceta profesional: "A mí me encanta mi trabajo. Ahora hago unos siete reportajes al año, pero intento que sean los del año. Sé que esta situación me pasará factura, como a todo el mundo, pero habrá que amoldarse a los clientes y darles lo que quieren. Igual que si una librería no te trae los libros que te gustan no irás a comprar a ella".

placeholder El paparazzo Enric Bayón, en 'Chester in love'.
El paparazzo Enric Bayón, en 'Chester in love'.

El vaticinio de Enric Bayón

Enric Bayón, otro de los paparazzi de más trayectoria en el sector, que también tiene una dimensión 'celebrity' por estar casado desde hace una década con la exconcursante de 'Gran Hermano' Noemí Ungría, incide en las consecuencias que tendrá para su profesión la crisis del covid-19: "Cuando se levanten las medidas de confinamiento, habrá ya algunos cadáveres en el armario, tanto de compañeros como para medios de comunicación escritos. No tienen presupuesto para comprar reportajes. Llevo 22 años dedicándome a esto y tengo que decir que está prácticamente muerto. La gente sobrevive como puede. Hasta hace un año, el 80% de lo que facturaba venía de esta actividad, pero ya no".

Respecto al modus operandi durante estas circunstancias para ejercer la labor de paparazzo asegura que "al igual que los demás periodistas, puedes salir a trabajar, aunque habrá quien piense que no es un trabajo esencial que hagas unas fotos a Mila Ximénez yendo al supermercado, pero también se deja hacer 'Sálvame'. Nadie está comentiendo ningún tipo de irregularidad. En estos días he podido intentar hacer a Mario Casas con su mascarilla, pero no quise. Por cómo lo vi publicado, estoy seguro que por esas imágenes se pagó entre 70 y 120 euros, a lo que hay que descontar lo que se queda la agencia y los impuestos. No vale la pena".

Bayón pone otro ejemplo muy reciente: "Salen uno o dos reportajes a la semana. Hace unos días, se hicieron unas fotografías en Barcelona a Ana Obregón, que apareció en portada, por las que no creo que se pagara más de 1.500 euros, por lo que al final el fotógrafo pudo llevarse 750. Con la llegada de las tarifas planas de las agencias se dinamitó el mercado de las exclusivas. Recuerdo que cuando surgió la tele teníamos miedo, porque creíamos que los vídeos iban a romper el mercado, pero no fue así. Sin embargo, como decía, con la llegada de este tipo de estrategias de venta de los últimos años se han cargado el ecosistema. Se creían que se iban a quedar con todo y no fue así. El paparazzo tiene que hacer unos sacrificios enormes que en la mayoría de los casos no compensan".

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Aun así, Enric ve una salida futura a esta profesión: "Cuando el mercado online sea lo suficientemente fuerte para apostar por las exclusivas. A veces las revistas se hacen con un presupuesto muy bajo y con fotos sacadas de Instagram que la gente tiene ahí gratis. Tenemos que tener muy claro que las generaciones futuras no van a querer ir a imprimir. Mis hijos todo lo ven en el móvil o en la tablet, cuando quieren y como quieren. Así que tener que esperar al miércoles para comprar una revista no tendrá ningún sentido en el futuro".

Otro relevante testimonio nos llega de alguien que lleva varias décadas detrás de una cámara y que prefiere preservar su identidad en privado. Sigue en primera línea, pero ha adaptado su actividad profesional al complicado momento histórico que estamos viviendo: "No hay muchos fotógrafos trabajando. En algunos casos se debe a que muchos compañeros tienen reparos en salir, pero otros van en su coche. Tampoco tiene mucho sentido pasarte nueve horas esperando a que salga alguien de su casa, cuando lo más probable es que no lo haga. Los famosos en circunstancias normales salen mucho menos de lo que la gente se cree. Imagínate ahora. Y que como mucho vas a conseguir fotos de alguien aplaudiendo desde su balcón o yendo al supermercado".

"Al final lo que vas a lograr es foteo -palabra que se utiliza en el argot periodístico cuando una imagen se vende suelta, no como un reportaje, como el ejemplo de Mario Casas que nos daba Enric Bayón-. De eso no se vive. Mis compañeros lo están pasando mal, porque puedes poner en riesgo tu salud, y, además, no me parece ético", nos asegura, con contundencia.

Su diagnóstico del futuro del paparazzo, incluso cuando se levanten las medidas del confinamiento, no es muy halagüeño: "El sector está muy mal. No le veo mucho futuro. Los precios han caído de una manera increíble. Además, personajes que eran una apuesta segura antes ahora parecen no interesar, incluso cuando son noticia. Al final quedamos muy pocos paparazzi, porque la gente se va cansando. Muchos lo han dejado y se han buscado trabajos distintos. En mi caso debo decirte que echo de menos los subidones de adrenalina que tienes en la calle cuando consigues la foto que buscabas. Es una sensación maravillosa y sientes una gran satisfacción. Te lo pide el cuerpo y te gusta tanto que en ocasiones compensa parcialmente el resto de dificultades", concluye.

Una situación compleja

Nos ponemos en contacto con otro de los paparazzi que mejor conoce el sector por su larga experiencia (también desea que no desvelemos su nombre), que nos hace un análisis de la situación laboral de su profesión: "La mayoría de nosotros, te diría que el 95%, somos autónomos. Respecto a las dos principales agencias que nos contratan, una de ellas ha seguido como hasta ahora y la otra ha hecho un ERTE. Lo cierto es que al estar las personas confinadas, es materialmente imposible hacer casi nada. Si hay una palabra que defina la situación es 'ruina'. Habrá que ver cuál es la situación más adelante, aún no sabemos el calado de esto y hasta dónde llegará. El mercado del corazón no se ha recuperado de la crisis que se empezó a experimentar entre 2011 y 2013 en este sentido".

placeholder  Albert Rivera y Malú, carne de exclusiva.
Albert Rivera y Malú, carne de exclusiva.

"Antes, podías hacer guardias durante un mes a un personaje porque sabías que podías recuperar lo invertido. Podías centrarte en personajes complicados porque si salía bien, te solucionaba una temporada. Por poner un ejemplo, seguir a Malú y Albert Rivera requeriría mucho esfuerzo. Tendrías que dedicarle igual un par de semanas para conseguir unas fotos. Corres el riesgo, además, de que lo haga otra agencia o que en ese momento haya mucha competencia, por lo que mucha gente desiste de apostar por el periodismo de investigación o por tirar de un hilo. Hay algunos paparazzi, que son minoría, que se pueden permitir el lujo, si les dan un chivatazo, de cogerse un avión porque les han contado, yo que sé, dónde están de vacaciones Isabel Preysler y Vargas Llosa, pero la mayoría nos lo tenemos que pensar hasta para sacarnos un abono de transporte para salir de la capital. Paparazzi deluxe hay muy pocos. La inmensa mayoría estamos en una situación muy mala", asegura.

Son circunstancias muy difíciles, pero si hay profesionales preparados para superar cualquier tipo de adversidad para conseguir un scoop, estos son los paparazzi. Capaces de pasar inadvertidos en cualquier situación y cruciales para generar exclusivas, en muchos casos ha sido clave que sean anónimos precisamente para no ser reconocidos. Otros, por el contrario, pese a tener una dimensión pública muy notoria, consiguen desarrollar su labor perfectamente, como es el caso de Antonio Montero, quien ya dejó plasmada su experienca en su libro 'Paparazzi Confidencial: historias de una profesión maldita', publicado en 2015. Si la situación era complicada entonces, es lógico que considere ahora que "nos encontramos aún peor, con un mercado en caída libre en cuanto a los precios".

Ana Obregón Mila Ximénez