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Luna Ki y mi edad de piedra
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Luna Ki y mi edad de piedra

La tecnología del afinado asistido, que ha facilitado el acceso a la industria musical de gente que canta peor que yo, es hoy un elemento omnipresente. Luna canta con Auto-Tune

Foto: Ilustración de Luna Ki. (Jate)
Ilustración de Luna Ki. (Jate)

'Putón' es uno de sus títulos. De una de sus canciones preciso, evitando equívocos indeseados. La artista que me ha puesto de patitas en lo viejuno se hace llamar Luna Ki. Cubana y “no binarie”, leo en su Instagram estupefacto.

Naciendo en Barcelona y con evidentes atributos femeninos, se siente de fuera y no se ve de un sexo determinado. Ole sus imaginarios cojones. La lucha interna de la identidad se nos está complicando. Desaparecidos los límites, todo el campo es orgasmo. Si puedo ser de donde quiera, independientemente de donde nazca, cómo no voy a sentirme hombre, mujer, oso pardo o ameba sin considerar lo que me cuelgue y de dónde exactamente lo haga.

Foto: Las hermanas Toñi y Encarna Salazar durante su actuación en el festival de Eurovisión en 1990

Respeto las dudas y el deseo de exploración. Comprendo las indecisiones y las ganas de prueba. Acepto los bandazos de la inconsistencia y la comodidad. Perdono la dictadura de la moda. Incluso defiendo la exageración en aras al ingreso. Pero creo que ya se nos está yendo de madre la dicotomía entre el ser y el querer ser. Como para tener que añadir a la ecuación vital que a todos nos toca resolver, el posmoderno creer ser.

placeholder Luna Ki manda un mensaje a Eurovisión tras quedarse fuera del Benidorm Fest. (YouTube)
Luna Ki manda un mensaje a Eurovisión tras quedarse fuera del Benidorm Fest. (YouTube)

Yo, en mi voluntad de no desengancharme del progreso –social-, me declararé a partir de ahora australiano de Guadalajara y autosexual con tendencia a demisexual y aspiraciones de skoliosexual. Referencias aceptadas y defendidas todas en el colectivo LGTBI normal, el teórico y el subvencionado. Australiano porque me molaría ser un surfer de pelo largo, musculoso y sonriente. Autosexual me temo que seguiré siendo mientras resuelvo el tema de mi calvicie y mi barriga en mi venidera metamorfosis a macho de las antípodas. Demisexual -sexo con personas que quieres mucho- por si lo lee mi futura y skoliosexual -sexo con personas transgénero e intergénero- porque muy en el fondo, no tomen la literalidad, no me gustaría morir sin haber probado de todo.

Ahora repaso mentalmente lo de mis tríos de juventud y me parezco el Papa. Juan Pablo II concretamente.

Definido con dificultad lo que quieres ser por dentro viene después el sindiós de lo que quieres parecer por fuera. De Lady Gaga de Hacendado a Guggenheim andante, el abanico de excentricidades y acumulación de trastos y volúmenes que se pueden exhibir en el catálogo de fotos de esta lunática -de Luna, no de loca, por supuesto- es prácticamente infinito.

Ni por muchos amigos que tengas en Balay, en concreto en su sección de gestión de residuos, resultará fácil vestir tan de chapa, tan de acero, tan de aluminio ni tan de envoltorio de electrodoméstico. El afán reciclatorio de su generación, que alabo, se demuestra consistente al observar todo ese material de embalaje y señalización, normalmente desechado en fábricas de lavadoras como las nombradas, como partes integrantes de un supuesto outfit transgresor y de vanguardia.

La tornillería, remaches, tuercas, arandelas, bridas y resto de elementos de menor tamaño que de igual modo acaban en los contenedores de desechos de dichas instalaciones han encontrado un segundo hogar donde perdurar, ubicándose con evidente desorden en todo lo relacionado con los complementos de la artista. Máscaras, pulseras, collares, orejeras, en incluso barbilleras, si es que existe esa palabra para definir una orejera puesta en la barbilla, acumulan desechos ferreteros en sus composiciones, confiriendo un aire de Mad Max de vertedero que se demuestra muy efectivo en la captación de seguidores, en especial, supongo, entre mecánicos, electricistas o fontaneros.

El pelo y las uñas estarían entre los pocos elementos naturales que quedarían a la vista tras el robo compulsivo de contenedores, pero ambas sucumben al tuneo y tratan de tomar el protagonismo. Imagínense el resultado. En seria competición con armadillos, osos perezosos y velociraptors, alcanzan, en longitud, el primer puesto ex aequo con Rosalía por varios centímetros a fuerza de tratar de resaltar. Salvo afición a la construcción manual de túneles o necesidad imperiosa de permanecer colgada de un árbol huyendo de depredadores, no concibo funcionalidad real a esas extensiones que fantasean con la posesión de una superqueratina equivalente solo a la de un casuario.

El pelo también sufre las consecuencias de la ambición estética de Luna Ki. Dicen que Lawrence Herbert, creador del abanico de colores más aceptado en el mundo, el Pantone, no se levanta del diván desde la irrupción musical de la colorida Luna. El desvarío cromático se vuelve frenesí en la dictadura de la publicación instagramera. Lunes verdes, martes blanquecinos, miércoles popurrí, jueves me rapo. Viernes y fines de semana que sea lo que L'Oréal quiera.

placeholder Luna Ki, en la presentación del Benidorm Fest. (RTVE)
Luna Ki, en la presentación del Benidorm Fest. (RTVE)

Pero no ha sido la composición, o descomposición, estética la que ha sacado a Luna del eclipse mediático. Resulta que la conjunción de residuos, postizos y tintes adornan, es un decir, cualidades musicales suficientes para ser considerada candidata a representarnos en Eurovisión. En un primer filtro, cuyo criterio de tamizado se me oculta, Luna ha sido una de las elegidas con su canción “Voy a morir” para competir por tamaño privilegio. Todo iba sobre ruedas camino de demostrar a Europa que en España estamos a la altura de la tontería neoprogresista que dirige nuestros designios y nuestra próxima caída al abismo del “tenemos más de la cuenta”.

Pero de repente surge un problema técnico insuperable. Resulta que Luna requiere de apoyo afinador para poder ser medianamente audible. La tecnología del afinado asistido, que ha facilitado el acceso a la industria musical de gente que canta peor que yo, es hoy un elemento omnipresente. Luna canta con Auto-Tune, lo que en un símil que entendamos todos es como si yo quisiera protagonizar una peli porno y blandiera como coprotagonista del hipotético film un elemento silicónico que tapara mis deficiencias en la escala métrica decimal, longitud y, en la de Mohs, dureza.

placeholder Luna Ki posa durante la presentación por parte de Radio Televisión Española (RTVE) de los 14 artistas seleccionados para Benidorm Fest y Eurovisión 2022. (EFE /Foto:Juan Carlos Hidalgo)
Luna Ki posa durante la presentación por parte de Radio Televisión Española (RTVE) de los 14 artistas seleccionados para Benidorm Fest y Eurovisión 2022. (EFE /Foto:Juan Carlos Hidalgo)

Yo no aspiro a ser miembro activo del elenco seleccionado en una película de adultos, por lo que igualmente valoro la decisión de Luna, que ha actuado en consecuencia y se ha retirado del proceso de selección ante la amenaza de los organizadores de Eurovisión de valorar más el talento natural que el informático.

Gente y voces disfrazadas, poses de ¿seguro que estás bien?, plásticos coloridos, gestos plastificados, dudas tan sustanciales, seguidores histriónicos viables solo desde el anonimato, yo prestando atención a quien tan a rarezas la reclama. El mundo camina tan rápido que mi edad me está dejando de piedra. Llamadme Neandertal del metaverso, pero no entiendo esta era.

'Putón' es uno de sus títulos. De una de sus canciones preciso, evitando equívocos indeseados. La artista que me ha puesto de patitas en lo viejuno se hace llamar Luna Ki. Cubana y “no binarie”, leo en su Instagram estupefacto.

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