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Olivia Valere, la mujer que echó de Marbella a la antipática y déspota Régine
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OPINIÓN

Olivia Valere, la mujer que echó de Marbella a la antipática y déspota Régine

Cuando la francesa llegó a mediados de los ochenta a la localidad malagueña, Régine era la reina de la noche marbellí. Pero eso estaba a punto de cambiar

Foto: Olivia Valere, en una imagen de 1993. (EFE)
Olivia Valere, en una imagen de 1993. (EFE)

Olivia Valere llegó a Marbella en el verano de 1986. En aquellos años, el antiguo pueblecito de pescadores era el centro neurálgico de vacaciones para personajes que manejaban las grandes fortunas de Europa y Estados Unidos como los Rothschild, Roussel, Vanderbilt y príncipes sin oficio ni beneficio que servían para dar luz y color a las fiestas. Los millonarios llegaban con sus aviones privados al aeropuerto de Málaga y en sus superyates que atracaban en Puerto Banús. El mundo de lo magnates árabes aún no era presencial. El rey Roussel de Arabia Saudí mandaba en aquel año en que apareció Oliva Valere en Marbella construir su palacio réplica de la Casa Blanca.

Tardaría un tiempo en instalarse con su corte, que a veces superaba las tres mil almas y que llegaban a gastar seis millones diarios en joyas, coches y champán. Este grupo se convertiría en los mejores clientes de la discoteca que regentaba Olivia, que lo fue todo en la Costa del Sol. Cuando le diagnosticaron el cáncer ya eran sus hijos quienes se encargaban de todo. Hasta ese momento, Olivia supervisaba hasta el mínimo detalle en su local. Los dos años de pandemia fueron complicados, pero ella continuó con el espíritu positivo que siempre la acompañó. Era una mujer querida, divertida, muy generosa y que en esos primeros años tuvo que luchar contra las maledicencias y los boicots de Régine, su contrincante en el mundo del ocio y noche de discotecas.

placeholder Olivia Valere. (Gtres)
Olivia Valere. (Gtres)

Ese primer verano la que reinaba en Marbella era Régine, que tenía un local de renombre en París y sucursales en Brasil, Argentina, Montecarlo, Malasia y Marruecos, donde personajes vip ahogaban sus penas y alegrías con Moët & Chandon y caviar iraní a cucharadas. Lo que nunca pudo imaginar era que el desembarco de la joven Oliva Valere, nacida en Marruecos como ella, se convertiría en su peor pesadilla. Régine era el poder. También era amiga de Julio Iglesias, al que recomendó el mismo cirujano estético que utilizaba ella y los resultados no fueron óptimos.

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El cantante era fijo de su discoteca cuando estaba en París; por la de Marbella nunca pasó. Con esos mimbres de mujer poderosa, infravaloró a Olivia. La diferencia entre ellas era que Régine no era simpática. Odiaba a la prensa española y cada vez que organizaba una fiesta con personajes internacionales los dejaba en la puerta y solo permitía entrar a las agencias extranjeras. Olivia cambió esa manera de funcionar y no solo facilitaba el acceso a los reporteros, sino que los trataba como si fueran sus mejores clientes. Ese primer verano de su llegada, que se preveía aburrido, comenzó a animarse con las primeras descalificaciones de la antipática Régine hacia ella.

‘Madame Olivia’ se defendía en las entrevistas favorables asegurando que no la tenía miedo: “Yo tengo treinta y ocho años y ella cincuenta. Empezó como señora de los lavabos y yo en un club de lujo. Estoy casada, tengo tres hijos preciosos y no tengo amantes a los que hay que mantener. Incluso ha llegado a decir que me va a desfigurar la cara cuando me vea”. Con una visión de futuro contaba a quien esto firma: “Durará tres años como mucho. Si fuera lista, se retiraría como los buenos actores. Aquí en Marbella no la quieren. Ella modula su sonrisa dependiendo de la riqueza del personaje que tenga enfrente”.

placeholder Las dos damas de la noche marbellí, en un artículo de la época. (Tiempo)
Las dos damas de la noche marbellí, en un artículo de la época. (Tiempo)

Y así fue como la predicción de Olivia se cumplió. La gente dejó de ir a su discoteca porque solo trataba bien a los personajes de las revistas internacionales. A los nacionales, como Jaime de Mora, un icono en Marbella y con capacidad para que un lugar funcionara, le ninguneaba. El hermano de la reina Fabiola le devolvió el guante aconsejando a sus millones de amigos que no pisaran Régine y que se divirtieran en el local de Olivia Valere, de la que decía era “una señora estupenda que sabe manejar su empresa”.

Una vez que Régine desapareció, Valere se convirtió en dueña y señora de la noche marbellí.

Olivia Valere llegó a Marbella en el verano de 1986. En aquellos años, el antiguo pueblecito de pescadores era el centro neurálgico de vacaciones para personajes que manejaban las grandes fortunas de Europa y Estados Unidos como los Rothschild, Roussel, Vanderbilt y príncipes sin oficio ni beneficio que servían para dar luz y color a las fiestas. Los millonarios llegaban con sus aviones privados al aeropuerto de Málaga y en sus superyates que atracaban en Puerto Banús. El mundo de lo magnates árabes aún no era presencial. El rey Roussel de Arabia Saudí mandaba en aquel año en que apareció Oliva Valere en Marbella construir su palacio réplica de la Casa Blanca.

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