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Muere Benjamin de Rothschild: sus cuatro hijas (y su mujer) heredan la estirpe millonaria
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TRAGEDIA

Muere Benjamin de Rothschild: sus cuatro hijas (y su mujer) heredan la estirpe millonaria

En 2015, el barón Rothschild cedió las riendas de la rama suiza del negocio familiar a su mujer, forjada en Wall Street. Tuvieron cuatro hijas, que han aprendido el oficio con sus padres

Foto: El rey Juan Carlos I, con Ariane de Rothschild, en Bodegas Vega Sicilia. (Reuters)
El rey Juan Carlos I, con Ariane de Rothschild, en Bodegas Vega Sicilia. (Reuters)

En las novelas de Tolstoi, los ricos, sobre todo los que están a punto de arruinarse, beben Châteaux Lafite. Este vino, signo de distinción, es ahora Châteaux Lafite-Rothschild, desde que la familia de Benjamin de Rothschild decidiera invertir en vinos, allá por 1868. Benjamin heredó de sus antepasados, además de una increíble fortuna, el gusto por los placeres de la vida. Miembro de la rama suiza de la estirpe de banqueros, propietario del Edmond de Rothschild Group, falleció este 15 de enero en el castillo familiar de Pregny, Suiza, de un infarto.

Tenía 57 años, deja una fortuna estimada en 1.500 millones de euros ('Forbes' dixit) y una vida vivida con pasión, entregada a sus aficiones, en especial desde que su mujer, Ariane, tomara las riendas de su imperio familiar. Con Ariane (Langner de soltera) tuvo cuatro hijas: Noémie (25), Alice (21), Eve (19) y Olivia (18), sus actuales herederas. Aunque es ella quien ‘manda’ en el negocio familiar desde 2015, cuando su marido decidió olvidarse del día a día.

placeholder Pablo Álvarez, de Vega Sicilia, junto a Ariane de Rothschild en 2017. (EFE)
Pablo Álvarez, de Vega Sicilia, junto a Ariane de Rothschild en 2017. (EFE)

Juntos siguieron los pasos de sus ancestros, modernizaron la empresa y tambien invirtieron en el negocio del vino: en 2010 se asociaron con Vega Sicilia para crear el mejor vino de España. Y lo lograron: en 2017 presentaron el Macán, un acontecimiento en el mundo del vino de tal calibre que no quiso perdérselo ni el rey Juan Carlos I, aficionado a los buenos caldos, y amigo de los barones.

Nada disfrutaba más el barón de Rothschild, adicto a la adrenalina de la aventura, que cazar antílopes en África, pilotar Ferraris y navegar en sus barcos Gitana (creó el equipo de regatas Gitana Team). Y nada disfruta más la baronesa, adicta a la adrenalina de los negocios, que modernizar una empresa centenaria, la banca familiar de su marido, otrora banca de reyes. Ariane vivió por medio mundo con sus padres antes de volver a Francia. Habla cinco idiomas (pensó en ser intérprete) y fue una de las primeras mujeres ‘traders’ de Wall Street. “Las salas de cambio son una buena formación. Son puro músculo, volcánicas”, declaró Ariane a ‘Libération’ en una entrevista en diciembre de 2019.

Anti convenciones sociales

Y esa pasión por su trabajo la vuelca también en casa. Se casaron cuando su primera hija ya correteaba por la casa. No querían contraer matrimonio y el mayordomo le decía a Ariane que no la escucharía hasta que su novio le pusiera un anillo en el dedo. Lo contaba ella misma en una entrevista en ‘Vanity Fair’ en 2015, cuando llegó a la presidencia del grupo familiar. Una de las primeras y únicas entrevistas que ha dado Ariane, una mujer a quienes muchos han acusado de manipular a su marido para llegar al poder de una organización financiera tan poderosa como Edmond de Rothschild Group, banca privada que gestiona más de 100.000 millones en activos y tiene presencia en 15 países.

Una empresa masculina por historia en la que solo una mujer había llegado a la cuarta planta, la de presidencia, como secretaria. Benjamin, hijo único, y Ariane se casaron en 1999, embarazada ella de ocho meses. Debían amoldarse a las maneras de la sociedad en la que viven, la alta sociedad que va del lago Leman (Ginebra) a orillas del Sena (París) con sus helicópteros. A partir de aquel matrimonio, la baronesa empezó a introducirse en la empresa familiar. No logró ese ansiado despacho en la planta noble hasta pasados varios años. Fueron tiempos de insistencia y trabajo duro, en los que se centró en la filantropía, marca de la casa.

Foto: Nathan Mayer Rothschild. (Wikipedia) Opinión
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Al principio iba a la sede con los bebés en sus cochecitos. Los barones de Rothschild quisieron tener seis hijos y se pararon en cuatro hijas. Dice Ariane que le encanta el follón que las chicas han creado siempre en casa y asegura que ha participado en su formación hasta el último detalle. Involucrada en la vida familiar, ayudaba a las pequeñas a hacer los deberes por las tardes. Las cuatro forman, según su madre, “la columna vertebral” de la familia. Ahora, cada una con su propia aventura profesional, puede que algún día tomen las riendas de la empresa familiar: 150 años de negocios y siete generaciones a sus espaldas.

Las 4 hijas

Noémie, la mayor, trabaja en Montreal en una empresa de videojuegos. Es especialista en inteligencia artificial y tecnología, y a finales de 2019 entró en el grupo canadiense Jeoux, especializado en videojuegos. Eve estudia Biología en Nueva York, Alice se ha decantado por estudiar Ciencias Medioambientales en Londres, y Olivia, la más joven, estudia en Suiza, sin saber todavía hacia dónde tirar.

Todas han bebido en casa la pasión por la vida y los negocios que les han inculcado sus padres. Tanto es así que todas han acompañado alguna vez a sus padres en viajes de negocios, donde han participado en reuniones y encuentros con clientes de medio mundo.

placeholder Subasta de vinos históricos Château Lafite-Rothschild en China. (EFE)
Subasta de vinos históricos Château Lafite-Rothschild en China. (EFE)

En el momento que les toque a ellas ponerse al frente, se encontrarán con una empresa que era solo banco y que es ahora una gran multinacional con negocios en moda, arte, filantropía y vino. Y no es solo el Châteaux Lafite-Rotshchild el caldo que comercializan. En España, por ejemplo, se asociaron en 2003 con Vega Sicilia para crear uno de los mejores vinos que se producen en territorio español, el Macán. Lo decíamos al principio, la expectación fue máxima, las botellas se agotan cada año, y en 2017 invirtieron 22 millones de euros en la nueva bodega. Puede que haber nacido en El Salvador, aunque de padre alemán y madre francesa, haya marcado ese carácter rebelde de Ariane de Rothschild, una mujer fuerte que superará la repentina muerte de su marido con el apoyo de esa columna vertebral que dice que son sus hijas.

En las novelas de Tolstoi, los ricos, sobre todo los que están a punto de arruinarse, beben Châteaux Lafite. Este vino, signo de distinción, es ahora Châteaux Lafite-Rothschild, desde que la familia de Benjamin de Rothschild decidiera invertir en vinos, allá por 1868. Benjamin heredó de sus antepasados, además de una increíble fortuna, el gusto por los placeres de la vida. Miembro de la rama suiza de la estirpe de banqueros, propietario del Edmond de Rothschild Group, falleció este 15 de enero en el castillo familiar de Pregny, Suiza, de un infarto.

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