Carmen Jara, mujer de la sonrisa eterna del mundo de la copla y la radio

Carmen Jara murió el día del aniversario de la Constitución, el 6 de diciembre. Una fecha importante en su calendario que ella celebraba acudiendo a la 'Crónica rosa' del programa de Federico Jiménez Losantos. Llegaba pronto para estar al tanto de los temas que luego íbamos a tratar. Siempre con su sonrisa, los ojos pintados con su raya negra y el pelo tirante con un lazo negro en la coleta.

Y si se terciaba y sonaba una música que le gustara, cantaba en directo o en el cuarto donde esperábamos a que lo colaboradores del espacio anterior terminaran. Tenía una voz potente, cálida y sabía decir. Esto de 'saber decir' tenía que ver con la crítica que hacía a cantantes nuevos: “Pero si no se les entiende nada, no pronuncian, no saben decir”.

Carmen Jara -la Jara, como la llamábamos- era espontánea y sincera en sus opiniones. No soportaba la crítica a personas que ya no estaban vivas, como las informaciones sobre Encarna Sánchez. “¿Y por qué no la criticaban cuando estaba viva”?, explotaba muy enfadada.

Carmen fue una de las protagonistas de la 'mesa camilla' en la cadena COPE, junto a Mari Carmen Yepes, Maruja Díaz, María Dolores Pradera y Paca Rico. Las cinco junto con Encarna, que las pinchaba, comentaban las revistas del corazón. Y así siguieron durante años hasta que la locutora desapareció. Más adelante, se unió al programa de Federico Jiménez Losantos en esRadio y ahí tuvo su estrellato, también comprobado con su muerte. Los mensajes de condolencia que llegaban a la emisora y a los colaboradores que tuvimos la suerte de coincidir con ella han han sido emocionantes. Y siempre con un común denominador: resaltando su bondad.

Si hubiera querido, habría sido una de las mejores cantantes de copla. Fue pareja artística con Rocío Jurado en 'Pasodoble', sustituyendo Rosita Ferrer. Más de una vez colocaba la guinda y cerraba la 'Crónica rosa' con 'Suspiros de España'. Era implacable con las personas que ofrecían sus intimidades en la almoneda pública. Fiel a sus principios y sobre todo a su pasado. Con ella se ha ido una parte importante de la vida que compartió con personajes de la talla de Rocío Jurado, Rocio Dúrcal y la misma Isabel Pantoja. Su cuñado, Paco Gordillo, casado con su hermana Sole, fue el artífice del triunfo de estas estrellas y de otras carreras como la de Raphael o Pepa Flores.

Muchas veces la quisieron tener en programas de máxima audiencia para que contara esos secretos que solo ella conocía, porque los había vivido en primera persona. También la tentaron para que escribiera sus memorias: "Me dicen que solo tengo que hablar, que me graban y después le dan forma”. La contestación que daba siempre era la misma: “No me vendo. Lo que me hace falta ya lo tengo”. Y así era.

Tenía una familia muy unida con su hermana Sole, su cuñado, Paco Gordillo, y sus tres sobrinos, a los que adoraba, Fran, Queca y Sacha. Cada vez que los padres se iban de gira de meses con las Rocíos (Jurado y Dúrcal) o Raphael, los tres niños se quedaban con la tía Carmen “y con el servicio”, como aclaraba. Fue lo que se conocía como una 'niña de buena familia' a la que nunca faltó de nada. Supo vivir su vida dentro de unos parámetros conservadores. Estuvo a punto de casarse con Pedro Carrasco, pero la historia acabó. Con el tiempo, el boxeador se casaría con Rocío Jurado. Si hubo traición por parte de Carrasco, solo ella lo sabía. Nunca salió de su boca una mala palabra y su amistad con el matrimonio siempre fue sincera.

Federico Jiménez Losantos, con el que trabajó durante catorce años, le ha dedicado unas palabras emocionantes en la 'Crónica rosa'. Y destacaba “la comodidad con la que uno estaba con ella. Una de sus virtudes era hacer llevadera la tragedia. Siempre ha tenido el decoro de guardar sus secretos y lo que sabía y conocía nunca lo contó. Siempre va a estar con nosotros". Así es: sonriente, con su pelo estirado, su lazo y sus labios pintados de rojo.