Cantora's Wars: el despertar de la Copla
“Hace mucho tiempo, en una España muy, muy lejana…”. Así comienza un surrealista relato distópico que ofrecemos como útil guía de personajes antes de ver el episodio VII de 'Star Wars'
Darth Pantoja da vueltas en círculos en el interior de su celda. Falta muy poco para que su nieta llegue al mundo y ya siente una conmoción en la Copla. Presiente que será intensa en ella. Quizá traiga el equilibro a la tonadilla o tal vez… No, no soportaría que se convirtiese en una Jedi y se ganase la vida como ingeniera de caminos, fiscal anticorrupción o profesora de química orgánica. ¿Orgánica? ¿No había un general con similar apellido? No importa. Necesita atraer a su nieta al Lado Oscuro y tratar de convertirla en cantante de copla. Su herencia necesita ser preservada.
El dolor de Darth Pantoja es lacerante. Sus hijos la han convertido en el hazmerreír de la galaxia. Kiko Skywalker, un Jedi muy ‘sui generis’, jamás mostró interés alguno en subir a un escenario. Pese a que su madre intentó instruirle en las artes oscuras desde muy niño subiéndolo a las tablas y cantándole tiernamente ‘Mi pequeño del alma’, el niño apenas acertó a balbucear en una jerga más propia de 'ewok' que de humano como toda respuesta. Ahora, ya de adulto, Skywalker sí se cree que canta. Pero no. Eso que él hace es tecnología de feriante y efectos especiales de emisora municipal. Los años han constatado que la vida lo llevaría por los derroteros de la pitanza y las faldas, y no precisamente esas extrañas vestimentas con que los Jedi hacen el payaso por la galaxia. Cualquier día lo captura una cazarrecompensas, cualquier Bobba de Souza con piel de cordero y una loba debajo.
La princesa Chabeleia ha sido una decepción aún mayor. Repitió el ritual con ella, paso por paso, subiéndola al escenario y poniéndole un micro delante. Sin embargo, en cuanto tuvo una oportunidad, la joven escapó de la Cantora de la Muerte para refugiarse en brazos de Alberto Solo. Valiente caradura contrabandista que los engañó a todos con su aspecto de señorito andaluz y ha resultado un buscavidas proclive a los montajes más estrafalarios. Menudo chollo de yerno y padre de su segundo nieto. Y qué amigotes. ¿Quién es ese felpudo con patas que lo acompaña? Un individuo extraño, de enorme corpulencia y melancólico discurso, que se alimenta de lentejas Litoral y que casi nadie entiende cuando habla. Chewbacca Contreras, le llaman. Completamente desnortada y sin ocupación conocida, Chabeleia pudo escoger trenzarse el pelo a modo de ensaimadas sobre ambas orejas pero continúa paseándose con esas espantosas mechas californianas. A veces desea que la encadene para siempre Sema el Hutt, ese impresentable amigote que no hace más que comer pizza y vestirse con horribles pijamas.
Darth Pantoja se lamenta en voz alta. Por soleares. “¿Cuándo se separaron mis hijos del Lado Oscuro de la Copla? Pudiera estar detrás de ello el incontestable ascendente que sobre él ejerce Obi-Wan Rivera, un matador con chistera que tuvo la osadía de plantarme cara hace años. Hoy finge que no se acuerda pero llevo grabada a fuego la acusación de haber distraído varios capotes y trastos de torear. En la luna de Endor deben estar, a mí que me cuenta el tal Ben Rivera. El detestable Jedi no solo anda siempre rondando a mi hijo, sino que hasta aparecerá en un vídeo llamado ‘Sangre caliente’. ¿Sangre caliente? ¿Qué nombre es ese? ¿Pretende Kiko emular a Alberto Solo cuando destripó a una especie de llama peruana para refugiarse de las gélidas temperaturas del planeta Hoth? Un momento. Llama peruana rima con Roxana. Maldición, percibo tras este caos la perniciosa influencia de María Yoda Navarro, arrugado y centenario ser que tantos quebraderos de cabeza ha llegado a causarme. Cualquier día me mete en una bodega de la Cantora de la Muerte a Dulce Calrissian, personaje torvo donde los haya, que hoy te quiere mucho, mañana te congela en carbonita y pasado se hace amiga de Mila Ximénez”.
Apoyada en los barrotes de su celda, Darth Pantoja reflexiona. Corren tiempos difíciles para el Lado Oscuro de la Copla. Los apoyos son menguados. Por ahí ronda esa pareja de droides metálicos y ruidosos, Agustín C3PO y Anabel R2D2, seducidos por el caché que otorga ser próximo a un Lord Sith y mucho más de fiar que las tropas de asalto: los Bollo, García Cortés, Rollán, Mellis y Falete, esos condenados ‘stormtroopers’ a quienes no puede quitar un ojo de encima, propensos como son a hablar más de la cuenta y divulgar los secretos de la Cantora de la Muerte.
La hija de Kiko Skywalker es hoy su gran esperanza. “¿Cuántas veces lo habré intentado con él, extendiéndole la mano encima de un puente? “Ven al Lado Oscuro, Kiko. Yo soy tu madre”. Ojalá hubiese sido marinero de sable de luces, como fue su padre. Pero no. El niño quiere ser pinchadiscos, ya me dirás qué oficio de mamarracho es ese”. Y mientras Darth Pantoja sigue dando vueltas en su celda, esperando salir como un miura para llevarse a todos por delante, en la cantina de Mos Eisley, Jorge Javier Vázquez arenga a los suyos para que sigan tocando. Que el show no decaiga.
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Darth Pantoja da vueltas en círculos en el interior de su celda. Falta muy poco para que su nieta llegue al mundo y ya siente una conmoción en la Copla. Presiente que será intensa en ella. Quizá traiga el equilibro a la tonadilla o tal vez… No, no soportaría que se convirtiese en una Jedi y se ganase la vida como ingeniera de caminos, fiscal anticorrupción o profesora de química orgánica. ¿Orgánica? ¿No había un general con similar apellido? No importa. Necesita atraer a su nieta al Lado Oscuro y tratar de convertirla en cantante de copla. Su herencia necesita ser preservada.