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El 'divorcio' empresarial de los hermanos Verdasco
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El 'divorcio' empresarial de los hermanos Verdasco

El tío y el padre del famoso tenista Fernando Verdasco han sido una institución en la gastronomía madrileña. Por primera vez, uno de ellos abre un restaurante en solitario

Foto: Fernando Verdasco y su padre, en Acapulco. (EFE/Jesús Espinosa)
Fernando Verdasco y su padre, en Acapulco. (EFE/Jesús Espinosa)

Buenas noticias para los amantes del famoso cocido que durante años se ha ofrecido en los restaurantes de la familia Verdasco. Después del cierre de sus locales más emblemáticos, el tío del tenista casado con Ana Boyer apuesta por una nueva apertura que hace homenaje al histórico La Cañada, que echó el cierre el pasado mes de enero y que ya ha sido demolido. Fue fundado en 1970 por Agustín, el abuelo del deportista, y durante más de 50 años lo han mantenido en pie José y Fernando, padre y tío respectivamente. Aunque los últimos años fueron los hijos del segundo los que se encargaban del día a día. Pero este restaurante no solo fue un lugar al que ir a comer, ni para ellos solo un trabajo, era el puerto seguro de la familia, el lugar en torno al que hicieron vida durante mucho tiempo todos juntos, pues anexas al local estaban también las viviendas familiares.

Sara Verdasco lo recordaba con cariño cuando hace unos meses le preguntaban al respecto: “Toda la familia nos hemos criado entre fogones porque vivíamos en el restaurante La Cañada, en Boadilla del Monte, donde siempre nos hemos especializado en el cocido. Es una finca que posee varias casas y también el restaurante de mi familia. En una vivíamos nosotros y en otra mis primos, así que, sí, los Verdasco nos hemos criado todos juntos alrededor del restaurante”. De hecho, ella decidió celebrar allí su boda con Juan Carmona en 2016, así que será un lugar que no olvidará.

placeholder El famoso cocido del restaurante La Bola. (Cortesía)
El famoso cocido del restaurante La Bola. (Cortesía)

Pero ahora de todo aquello solo quedan los recuerdos, igual que de otros reconocidos locales que fueron abriendo a lo largo de los años como el Café de Chinitas o La Rayúa, cuyo nombre hacía honor a la matriarca. Ya solo tienen abiertas sus puertas La Bola y La Rayúa de Gran Vía, un segundo restaurante que se abrió un año después del original, que estaba situado en Majadahonda y que lleva cerrado desde 2018. En su momento, la familia explicó que la decisión de echar el cierre vino dada por la necesidad de José, el patriarca, de eliminar estrés de su vida y tomarse un descanso y por la falta de relevo generacional, pues ninguno de sus tres hijos quería dedicarse a la hostelería, aunque Sara llevaba la comunicación de todos los restaurantes familiares.

Nueva sociedad

Esto explica la razón por la que, ahora en solitario, Fernando, el hermano de José, ha decidido emprender la aventura de un nuevo restaurante, en homenaje a La Cañada pero en soledad, sin contar con su hermano ni con sus sobrinos. Para ello ha dado de alta la sociedad La Casa de la Cañada 2023 SL, de la que es administrador único y cuyo domicilio social también pertenece a Boadilla, aunque a una zona más céntrica de esta localidad de las afueras de Madrid.

Es más, el nombre de Fernando no aparece en la sociedad Verdasco del Hoyo Hermanos SL, creada en 2019, en la que, a día de hoy, además de auditores y apoderados, solo está José al frente. Se desconoce si la relación entre ellos sigue siendo tan cercana como lo fue durante años, pues Sara Verdasco, la hermana mediana de Fernando Verdasco, confirma a Vanitatis que no tiene muchos datos acerca de este nuevo proyecto de su tío: “No tengo mucha información que pueda ofrecer, es un restaurante con nuevos socios y no tenemos nada que ver”, explica.

De sus palabras no se desprende que existan rencillas en la familia, simplemente afirma que Fernando abrirá el nuevo local con otras personas, aunque de momento no aparecen junto a él en la sociedad destinada a gestionar el local.

Durante la última etapa de su vida, Sara ha estado centrada en su maternidad y en su familia, pues hace casi tres años se convirtió en madre por partida doble, aunque continúa trabajando en comunicación. Mientras, su hermana Ana, tras algunos años formándose, ha comenzado a dar sus primeros pasos como estilista en solitario y ya ha ‘firmado’ sus primeros estilismos de alfombra roja con mucho éxito, tal como ella misma contó a Vanitatis.

placeholder Ana Boyer y Fernando Verdasco, en un desfile de Pedro del Hierro. (EFE)
Ana Boyer y Fernando Verdasco, en un desfile de Pedro del Hierro. (EFE)

Fernando hijo, por su parte, continúa muy centrado en el tenis, ahora mismo se encuentra ya en Barcelona preparándose para el torneo Conde Godó, para el que lleva tiempo entrenando. Sigue viviendo a caballo entre Doha y Madrid y viajando sin parar para jugar allí donde corresponda. Además, también es padre junto a Ana Boyer, la hija de Isabel Preysler, con la que comparte su vida desde 2014. Es decir, su realidad y sus aspiraciones están, desde que era muy joven, muy lejos de los fogones, algo que su padre ya hace años que sabía, pero tampoco sus hermanas han enfocado sus vidas hacía el mundo de la hostelería, cada uno tiene sus planes, y su padre, José, el tiempo necesario para descansar. Fernando, sin embargo, tiene una nueva ilusión que seguramente a todos les recordará los mejores momentos del restaurante en torno al que crecieron.

Buenas noticias para los amantes del famoso cocido que durante años se ha ofrecido en los restaurantes de la familia Verdasco. Después del cierre de sus locales más emblemáticos, el tío del tenista casado con Ana Boyer apuesta por una nueva apertura que hace homenaje al histórico La Cañada, que echó el cierre el pasado mes de enero y que ya ha sido demolido. Fue fundado en 1970 por Agustín, el abuelo del deportista, y durante más de 50 años lo han mantenido en pie José y Fernando, padre y tío respectivamente. Aunque los últimos años fueron los hijos del segundo los que se encargaban del día a día. Pero este restaurante no solo fue un lugar al que ir a comer, ni para ellos solo un trabajo, era el puerto seguro de la familia, el lugar en torno al que hicieron vida durante mucho tiempo todos juntos, pues anexas al local estaban también las viviendas familiares.

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