Hablamos con Paloma Lago de la boda de su hijo: "Creo que es el notición de mi vida actual"

Paloma Lago espera la llegada del año nuevo esta Navidad con más ilusión que en años anteriores. Aunque ha tenido una vida plena, llena de éxitos ante la cámara y sobre la pasarela, lo cierto es que su mayor ilusión para este 2024 tiene nombre: su hijo Javier.

Fruto de su matrimonio con Javier García Obregón, se casa este año con su novia, Eugenia Gil Muñoz, en una de las grandes bodas de la temporada. “Son dos personas que tienen los cimientos puestos, exitosas cada una en su campo y en las profesiones en las que se han formado con todo el rigor. Se merecen toda la felicidad del mundo”, asegura emocionada en conversación con Vanitatis.

Una noticia que la familia ha recibido con la mayor de las alegrías y que ya preparan para este mes de mayo, el mismo en el que Paloma Lago cumple años. “Creo que es el notición de mi vida actual. Estoy muy agradecida a mi hijo Javier por su madurez, por su inteligencia, por su bondad... Qué bonito su respeto a la vida y a la familia con esta decisión que han tomado”, ha confesado cuando tan solo quedan seis meses para el gran día.

“Es un momento muy bonito desde que conoces la noticia por sorpresa. Esas son las noticias que valen la pena reservarte y dar de sorpresa porque sí que te cambian la vida. Cambian la vida de todos los que están alrededor. Para bien, para ilusionarte, para la visión y planes de futuro y por las nuevas perspectivas y horizontes”, responde ilusionada y haciendo gala de una felicidad exultante.

Paloma Lago será la madrina del enlace y, por tanto, la encargada de guiar al altar de la madrileña iglesia de San Fermín de los Navarros a su hijo. Un templo elegido, tal y como nos confiesa, por “dos motivos fundamentales”. El primero de ellos, el más evidente: "Mi hijo se llama Javier y su santo, San Francisco Javier, que celebramos el día 3 de diciembre, es el patrón de los navarros, por lo que su nombre está muy vinculado a la iglesia de San Fermín de los Navarros".

Además, tal y como relata la modelo gallega, confesa creyente, buscaban una misa bonita, que el sacerdote y los novios tuvieran una conexión que hiciera especial la ceremonia. Y fue ahí donde encontraron lo que buscaban: “Ellos buscaban una iglesia que reuniera una serie de características para hacer la boda de sus sueños. Y los sacerdotes y el párroco fueron increíblemente empáticos con ellos. Para mí era muy importante que el día en el que mi hijo y Eugenia se casasen, tuvieran una homilía bonita, que les llegue. Y va a ser así”.

Tras la ceremonia, los invitados se desplazarán a “una finca a las afueras de Madrid” cuyo nombre aún no ha trascendido. “Hay sitios superbonitos en Madrid, grandes profesionales que organizan cosas increíbles. No ha sido fácil elegir porque cada uno tiene sus características, su decoración”, continúa feliz por el paso que van a dar su hijo y su nuera, con quien mantiene una relación estupenda.

“Eugenia es una chica fenomenal, clásica, alegre, divertida, familiar, y mi hijo, exactamente igual. Y yo creo que combinan muy bien y a mí me encanta observarles, acompañarles y darles lo mejor y lo que necesiten de mí”, asegura, y matiza entre risas que lo hace sin resultar intrusiva.

“La admiración, el cariño, el respeto, la ilusión tan grande… Eso en lo que yo estoy con ellos. Esos adjetivos podrían ser perfectos para definir cuál es mi papel en esta historia de amor y en esta boda en mayo”.

Un enlace para que el que se prepara. Lucirá un diseño hecho a medida para ella de alta costura y será una madrina clásica respetando el protagonismo de su nuera, la novia. Un vestido del que tampoco ha querido darnos más detalles. “No tengo permiso, no tengo permiso. Yo sin permiso no hago nada”, responde divertida.

Sin miedo a envejecer -para Paloma, “la veteranía es un grado”-, asegura que por el momento no va a salirse de la norma de su día a día para la boda. “Yo siempre he admirado mucho a las personas que, pase lo que pase en sus vidas y el tiempo que pase, siempre tienen un semblante dulce y sereno. Y de alguna manera a mí el mejor consejo que me han podido dar personas que tienen influencia en mí es que nunca perdiera la dulzura”.

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Paloma da gracias a la genética que le ha tocado, aunque no descuida ni la alimentación ni los productos y los tratamientos de belleza, que muestra con naturalidad en sus redes sociales como parte de sus rutinas: “Yo he tenido la suerte de tener un pómulo alto y unos rasgos aniñados, hasta incluso rasgos que podrían asemejarse a los filipinos, que siempre han hecho que parezca más joven”.

Con un año lleno de ilusión por delante, está volcada más que nunca en su familia: “Yo ya lo he hecho todo y he tocado la cumbre en mi vida profesional. Yo estoy en una etapa de disfrutar, de vivir el momento, de vivir de emociones. Sin pensar en adónde voy o si quiero cumplir algo. Ya lo he cumplido todo. Ahora estoy en una etapa muy bonita. Sin ninguna presión, sin ninguna necesidad de demostrar nada. Es una etapa preciosa”. ¡Qué más se puede pedir!