Exclusiva | La familia y amigos de José Luis Martínez-Almeida hablan por su 50 cumpleaños y nos abren su álbum familiar
Por primera vez, Ángela, hermana de José Luis Martínez-Almeida, y sus sobrinos comparten los recuerdos más íntimos junto a él. También amigos del colegio, compañeros de promoción y figuras como Enrique Cerezo o Juanma Moreno
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Antes de convertirse en alcalde de Madrid y, con ello, en una figura pública, José Luis Martínez-Almeida vivía en un noveno piso. Sus padres, Baba y Quichi —como eran cariñosamente llamados en el entorno familiar Ángela y Rafael— residían en el octavo, y su hermana Ángela, junto a sus hijos Gonzalo, Martita e Ignacio, en el séptimo.
Con motivo del cincuenta cumpleaños de su hermano, Ángela —quizá la más desconocida de los seis hermanos para la opinión pública— nos abre las puertas de su casa y recuerda junto a dos de sus hijos momentos alejados del ámbito político y profundamente ligados a la vida doméstica.
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“Recuerdo un día que estábamos paseando y, a lo lejos, vimos a mi hermano, que venía de jugar al pádel con sus amigos. Mi hija Marta lo reconoció y empezó a gritar, emocionada: ¡Pepito, Pepito!”.
“En casa lo llamábamos así —añade Ángela—. Es la inocencia de cuando eres una niña. Yo vi a mi tío y lo llamé por su apodo, y lo que empezó como una broma terminó con todos sus amigos llamándolo de ese modo”, relatan entre risas hermana y sobrina.
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“Nos recogía mi abuelo del colegio y todos los días nos preparaba el mismo bocadillo de Nutella. Luego nos tumbábamos en el sofá a ver la tele con mi abuela, que tenía dos opciones fijas: o Rafa Nadal en el tenis, o deportes de invierno… que no me preguntes cómo, pero estaban todo el año”, cuenta, entre risas, Gonzalo, uno de los ahijados de Almeida y, según confiesan en familia, su ´ojito derecho´. “Después se hacía un poco más tarde, llegaba mi madre, llegaba Pepito, y entonces se organizaba la estructura diaria: mi abuela en su sitio, mis hermanos, mi abuelo, mi madre, mi tío en su sillón… y yo, si podía, pegado a él”.
“Siento que hemos tenido mucha suerte de haber vivido tanto tiempo con mis abuelos y con mi tío. Cuando hablo con otros miembros de la familia, ellos recuerdan momentos y anécdotas muy concretas; nosotros, en cambio, recordamos conductas, costumbres…”, cuenta emocionado Gonzalo.
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“Al final, el hecho de que sea el pequeño de todos los hermanos hace que sea mucho más cercano a los sobrinos. Uno de los momentos que no cambiaría por nada del mundo es cuando nos poníamos un capítulo tras otro de la serie ´El ala oeste de la Casa Blanca´”, recuerda Martita.
“Cuando eres un niño, buscas idolatrar una figura masculina. Y con quienes más tiempo pasaba era con mi abuelo y con mi tío. Yo quería ser como Pepito… hasta que me di cuenta de que había que estudiar mucho”, dice Gonzalo, entre risas que contagian también a su hermana y a su madre.
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“Me gustaba que todo el mundo lo admiraba y que caía bien a todos, pero él no le seguía el juego a nadie; tenía el suyo propio. En casa decía lo que pensaba, a su manera”, cuenta Gonzalo y añade: “Mi abuelo me recordaba mucho a mi tío: son buenísimas personas. No es propio de su carácter mostrar continuamente el afecto, pero te quieren, y te encanta su forma de hacerlo”.
“Nuestro abuelo era un hombre sencillo, incluso para resolver conflictos. Era muy inteligente y utilizaba el humor para todo. En eso se parecía mucho a mi tío: también él usaba el humor para gestionar cualquier tipo de situación” cuenta Marta.
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“A la abuela le habría enorgullecido mucho ver donde está ahora, y mi abuelo, con lo bromista que era, estaría orgullosísimo pero… no pararía de vacilarlo”, comenta entre risas su sobrino.
“Dos semanas antes de que se fuera, mi madre le dijo al médico: -Lo único que quiero es ver a mi hijo alcalde-, y se quedó a las puertas”, relata Ángela mientras abre uno de los álbumes familiares que conserva con esmero. Recuerda, también, cómo acudían al Metropolitano incluso cuando su madre ya se desplazaba en silla de ruedas.
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Los tres continúan riendo, evocando anécdotas y mostrándome vídeos junto a ´Pepito´. Aunque el tercer hermano, Ignacio, no ha podido estar, lo tienen muy presente. “Sin duda, es el que ha heredado el carisma de mi tío”, comenta Marta. Y lo corroboro al ver uno de los vídeos, donde el sobrino imita con soltura y humor los gestos característicos de su tío.
“Es muy suyo, tiene unos gestos muy marcados y es sarcástico. Cuando saca el sarcasmo divertido, es que está disfrutando y pasándoselo bien. Pero hay otras ocasiones en las que aparece su sarcasmo nervioso, que es más bien una forma de defensa”, explica Marta entre risas, mientras su madre añade que era la única capaz de debatir con él, amparada en sus estudios de Derecho.
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“Era muy divertido discutir con él sobre ciertos temas. Me decía: -No te pongas nerviosa, ¿eh?-”. Y cuando perdías un poco los nervios, a él le encantaba, porque aunque supiera que tenía la batalla dialéctica perdida, iba a acabar teniendo razón. Esos momentos de convivencia tenían mucho valor, porque cuando a mi tío le ofrecías un argumento que, en cierto punto, podía hacerlo pensar, no te lo reconocía en el momento —no por orgullo—, sino porque necesitaba reflexionarlo. Pero te dejaba siempre una puerta abierta”, recuerda Marta.
“Ella era la única que tenía la capacidad de debatir cara a cara con mi tío —añade Gonzalo, entre risas—. Por las cosas que aprendía en la universidad y por su manera de expresarse. El resto simplemente disfrutábamos del espectáculo”, bromea mientras se levanta para buscar un recuerdo.
“Mi hermano es muy generoso. En Navidad, todas las hermanas estamos expectantes porque sabe exactamente qué regalarnos, y si no lo sabe, se preocupa por preguntarlo”, comenta Ángela.
“A veces te da la sensación de que no está pendiente —añade Marta— y, de repente, te hace un regalo y piensas: “¡El tío se acordaba perfectamente de lo que dije en aquella conversación!”. A mí me regaló mis primeras entradas para un concierto, era de Green Day. Cuando vio mi histeria, creo que se arrepintió, jajaja”.
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Gonzalo vuelve con lo que había ido a buscar : “Imagínate que tienes a alguien como un héroe… y te regala esto. Te está diciendo que sois un equipo. Me dio esta, y él tiene la suya, en su talla”.
“Hemos convivido tanto con él, que obviamente ahora con su trabajo y responsabilidad sería imposible disponer de todos esos momentos. Muchas veces le echo de menos y me gustaría pasar más tiempo con él, pero al final lo entiendes” dice con honestidad Gonzalo.
Cuando Ángela rememora los veranos en familia, la imagen que le viene a la mente es la de su hermano siempre en el mismo sillón leyendo Marca y otros periódicos de actualidad. “Él no salía de casa, no iba a la playa… Se daba un paseo con mi padre y, con eso, era feliz”.
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“Desde muy niño, siempre sabía cosas que no entraban en el examen; las soltaba de forma natural, sin resultar pedante. Leía mucho y le interesaban especialmente la historia, la política, el fútbol… Siempre te compartía algún dato que te dejaba alucinado”, relata entre risas uno de sus compañeros de pupitre del colegio, quien aún mantiene una relación cercana con él.
En el colegio, el alcalde era el más bajo del grupo, pero eso nunca le impidió jugar en el equipo del colegio. “Llamaba la atención su posición en el campo: era central y jugaba como defensa, cuando normalmente esa posición la ocupan jugadores altos. Está claro que él no lo era, pero suplía esa falta de físico con técnica; era muy bueno con el balón”.
“Cuando empezó a tener exposición pública, una de las cosas que más sorprendía era su rapidez mental y su capacidad para memorizar, su dominio de datos muy concretos y su manera de expresarse sin necesidad de leer un papel. A los que fuimos sus compañeros de clase no nos sorprende, porque desde pequeño era exactamente así”.
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Entre las muchas anécdotas que sus allegados recuerdan, hay una que ilustra especialmente su capacidad para reírse de sí mismo, una cualidad que subrayan todas las personas con las que ha hablado Vanitatis: “Con el equipo del colegio jugábamos en distintos campos. Su dorsal era el 5. En una ocasión, antes de una falta, él decidió colocarse en la barrera. Desde la grada gritaron: ‘¡Número cinco! ¿A dónde vas?, que eres enano. Y luego se me acercó riéndose y me dijo: ‘Pues tiene razón’” cuenta uno de sus compañeros de clase.
“Era incapaz de ver un Madrid-Atlético. Lo pasaba fatal, se ponía muy nervioso. Ahora, los que le conocemos y le vemos en el palco con Teresa —que, además, es súper madridista— pensamos... lo que debe estar sufriendo”, bromea su amigo.
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Su sobrina Martita, con quien ha compartido numerosos partidos, matiza: “Puede parecer sorprendente verle ahí, pero hay que fijarse en los detalles: en los partidos en los que está… y en los que no. Asiste a los obligatorios. Este año, en la Champions, fue al partido de ida porque tenía que estar. Pero la vuelta, que podía ser muy dura para un atlético, a esa no fue. Todo tiene un límite —bromea—. Yo le llamé y me dijo que no iba a verlo”.
Dicho amigo de la infancia no solo compartió con él su etapa escolar, sino que también vivió de cerca el momento en que el alcalde aprobó las oposiciones al Cuerpo de Abogados del Estado. “Sus padres eran personas maravillosas. Me emocionó ser testigo de aquella cena, porque fue muy bonito ver el inmenso orgullo de unos padres hacia su hijo”.
Algunos compañeros de su promoción de opositores, a los que hemos tenido acceso, coinciden en destacar que “sigue siendo el mismo de siempre”. “Es una persona muy participativa, no solo en las iniciativas que surgen dentro de nuestra promoción, sino de la propia Abogacía del Estado”, comenta uno de ellos.
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“El ambiente que compartimos es de un profundo orgullo por haber superado el desafío de la oposición. A nivel personal, existe una gran afinidad y un respeto mutuo. Han pasado más de veinte años y seguimos manteniendo una relación muy constante. Él aprobó joven y, desde los veinticinco años, asumió un destino con importantes responsabilidades, que siempre ha gestionado con aplomo. En nuestra promoción hay muchas personas que hoy ocupan cargos de gran relevancia, aunque sin la visibilidad pública de José Luis. Y todos lo manejan con la misma sencillez”.
Matilde García-Duarte, compañera de promoción de Martínez-Almeida y posteriormente coordinadora general de la Alcaldía, destaca una de sus pasiones más constantes: “El derecho es lo que más le gusta en el mundo. El otro día nos mandó el libro que está leyendo ahora: La inmunidad de jurisdicción de las organizaciones internacionales, de Óscar García Maceiras. Disfruta del derecho”, cuenta. También recuerda con cariño los momentos compartidos con el resto del grupo de promoción: “Todos los años hacemos varios viajes fijos: vamos a Motril y también a los Pirineos. Siempre repetimos destino, pero cada vez surgen anécdotas nuevas. Ya te habrán hablado todos de su sentido del humor”.
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Matilde como amiga, desctaca su ilusión al ver al alcalde acompañado por su actual pareja, Teresa: “Siempre le hacíamos la broma de: ‘¡Traed macarrones, nuggets y cogollos para el alcalde!’, porque era su comida por excelencia”, bromea. “Teresa le ha cambiado la vida. Todos estamos muy felices por él”.
Además del derecho, su pasión por el Atlético de Madrid ha sido una herencia transmitida de generación en generación en la familia del alcalde, consolidando después una amistad de más de quince años con el presidente del club.
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“La primera vez que nos vimos fue en el funeral de su abuelo. Yo, por circunstancias de la vida, le conocía y acudí a dar el pésame a la familia. En ese momento, él se acercó y me pidió un autógrafo”, relata Enrique Cerezo a Vanitatis. Sin embargo, el verdadero punto de partida de esta relación llegó años después. “Cuando era secretario del Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid, fui a pedirle unos permisos para rodar una película y, a partir de ahí, comenzamos a tener más relación”, explica quien, además de presidir el club rojiblanco, tiene una extensa trayectoria como productor y director de cine.
“En la intimidad hemos compartido momentos muy bonitos y divertidos. Es un gran amigo y, en lo humano, una persona entrañable. Uno de los días más especiales fue su boda: reinó un clima de amistad y alegría que todos los presentes sentimos”, añade Cerezo.
Aún se desconoce cuál será el regalo de Enrique Cerezo por el cincuenta cumpleaños de José Luis Martínez-Almeida. No obstante, en una ocasión anterior, el presidente rojiblanco ya le concedió uno de sus mayores deseos: “Me dijo que, como regalo de cumpleaños, quería cumplir su sueño de conocer a Diego Pablo Simeone. Así que, en la celebración de su día, lo llevé y allí se conocieron”, rememora.
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En el ámbito deportivo, Roberto Gómez, periodista y amigo íntimo del alcalde, recuerda otro episodio significativo ocurrido semanas después de aquel encuentro con Simeone: “Fue con Paulo Futre y Bernd Schuster, dos leyendas del Atlético y también ídolos para José Luis. Organizamos una comida a las dos de la tarde y, a las diez de la noche, él seguía conversando con ellos sin descanso. Recuerdo que ambos futbolistas me miraban asombrados porque se acordaba de detalles minuciosos de cada partido, de los goles, de los momentos...”, cuenta Gómez.
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Roberto asegura que la memoria y el conocimiento de Martínez-Almeida no se limitan a la política o el fútbol. “Es un grandísimo conocedor de las personas; se queda con todo, recuerda los nombres de todo el mundo y las situaciones. Además de su pública afición por el Atlético, es un gran mitómano de leyendas como Rafa Nadal, Vicente del Bosque y Emilio Butragueño, con los dos últimos mantiene una excelente relación, al igual que con Iker Casillas o Dani Carvajal”.
Otro episodio que destaca el periodista deportivo es la ocasión en la que se reunieron con los seleccionadores nacionales Luis de la Fuente y Santi Denia tras la consecución de la medalla de oro y la Copa de Europa. “Fue en aquella comida cuando José Luis, con gran ilusión, le propuso a Luis de la Fuente ser el encargado del encendido de las luces de Navidad en Madrid”, relata.
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Más allá del fútbol, el alcalde también disfruta del golf, el bádminton o el ciclismo entre otras aficiones. “En la última Vuelta a España, que finalizó en Madrid, la siguió en el coche de Javier Guillén, director de la empresa organizadora. Él se involucra desde la honestidad, porque realmente le apasiona el deporte. Es una persona austera, y eso le hace siempre ser agradecido con todo lo que vive”, señala Roberto.
A Martínez-Almeida sus amigos también le caracterizan por su compromiso. “Tiene diferentes grupos de amigos y siempre saca tiempo para todos. Nosotros tenemos un grupo de WhatsApp llamado 'Alalpardo', en referencia a su vínculo con esta localidad madrileña. En él entre otros amigos están Matilde García Duarte, compañera de promoción y antigua coordinadora de la alcaldía en su primera etapa, y su número tres, Borja Carabante. Recuerdo que, el día antes de su boda, se celebraban los premios Vicente del Bosque en Alalpardo. A pesar de la fecha tan señalada, él ya se había comprometido y estuvo con nosotros. Es un ejemplo de su compromiso, no solo con su comunidad como político, sino también con sus amigos” concluye Roberto Gómez.
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Por los testimonios que ha podido escuchar Vanitatis, todo indica que en el caso del alcalde, la persona y el profesional confluyen sin fisuras. “ En política se cometen muchos errores y gestionarlos no es fácil. Él me ha enseñado a relativizar y a buscar siempre soluciones desde la racionalidad. Recuerdo una vez que cometí un error, y lejos de ponerse nervioso o reprenderme, me dijo: ‘¿Cómo estás? ¿Has aprendido? Pues ya está. Yo lo llamo ‘el cometa Almeida’, que solo pasa una vez ”, afirma Loreto Sordo, miembro de su equipo.
Otros miembros de su equipo señalan: "En la primera campaña era un perfecto desconocido, incluso dentro del partido. Los militantes sabíamos que estaba en la Comunidad, pero no era alguien del que se hablara. Comenzó a recorrer barrio a barrio, distrito a distrito... Se conoce hasta el último rincón de Madrid. Pasó de ser un absoluto desconocido a ganar. Y aunque todo su equipo trabajamos mucho, lo hicimos de su mano. Fue él. Lo tenía todo claro”.
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Una persona que estuvo en su gabinete nos afirma que es uno de los políticos mejor preparados de España: "Ojalá más como él. Con cabeza y sentido del humor".
También desde su equipo nos describen su experiencia profesional junto al alcalde como un aprendizaje continuo. “Cada día es distinto y siempre surge algo nuevo. Él te da apuntes y observaciones que terminas incorporando también en tu vida personal. Recuerdo una frase suya que se me quedó grabada: ‘¿Qué prefieres, ser útil o importante?’”.
Aunque cada día es diferente, Martínez-Almeida tiene sus rutinas entre las que se encuentra ir diariamente caminando al trabajo. Hace miles de pasos a lo largo del día. Le gusta. Y aunque constantemente lo paran por la calle, él se expone y disfruta de esa cercanía con la gente. "Está muy pendiente de todo lo que sucede en su ciudad, no solo como político, sino como un ciudadano más. Por eso prefiere ser él mismo quien observe y detecte los problemas, para después buscarles una solución”.
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El alcalde no solo recorre las calles de su ciudad. “He paseado con él por distintas zonas de Andalucía y he podido comprobar cómo muchos paisanos lo valoran y le aplauden por su gestión”, señala Juanma Moreno, presidente de la Junta de Andalucía, en conversación con Vanitatis. “En lo personal, es una persona muy entrañable, simpática, empática y con una gran capacidad para entender que un gran país necesita una gran capital. Es un alcalde revelación porque, hasta hace muy poco, era un desconocido, pero ha demostrado cualidades fundamentales en la vida pública: tenacidad, sentido del humor, una cabeza privilegiada y una memoria espectacular, fruto también de sus oposiciones” concluye Moreno.
Familiares y amigos han querido compartir recuerdos y momentos vividos junto a José Luis Martínez-Almeida con motivo de su cincuenta cumpleaños y todos coinciden en un mismo eje emocional: ha encontrado por fin a la mujer de su vida con la que va a formar una familia. “Volver a casa cada día, con la responsabilidad que conlleva su trabajo, y tener a alguien al lado me parece algo maravilloso. Cuando se casó, sentí que me quitaba un peso de encima, porque pensé: por fin está acompañado”, confiesa su hermana Ángela.
“Teresa es una persona extraordinaria. Si ya fue una ilusión enorme verle casarse, cuando le veamos con un niño…”, concluye un amigo de la infancia.
Antes de convertirse en alcalde de Madrid y, con ello, en una figura pública, José Luis Martínez-Almeida vivía en un noveno piso. Sus padres, Baba y Quichi —como eran cariñosamente llamados en el entorno familiar Ángela y Rafael— residían en el octavo, y su hermana Ángela, junto a sus hijos Gonzalo, Martita e Ignacio, en el séptimo.