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Cibeles, la ministra, el cocinero y sus amantes
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Cibeles, la ministra, el cocinero y sus amantes

Con la de peticiones absurdas que hay en Internet esperando la firma de ciudadanos incautos es de extrañar que no haya nadie que recabe apoyos para

Foto: Cibeles, la ministra, el cocinero y sus amantes
Cibeles, la ministra, el cocinero y sus amantes

Con la de peticiones absurdas que hay en Internet esperando la firma de ciudadanos incautos es de extrañar que no haya nadie que recabe apoyos para prohibir las mañanas de los lunes. No sólo la querrían servidor y los propietarios de bancos de inversión estadounidenses (y españoles), sino también Lemoniez, que tuvo que luchar contra los estómagos rugientes en su desfile, programado para las 15 horas. Para su desgracia –pero para suerte de los diseñadores de la tarde– las gentes de Cibeles llenaron sus estómagos con alegría durante el almuerzo, quizás con la idea de derribar el mito en torno a la moda y la alimentación. Una vez vueltos a la faena, el rostro de la pasarela cambió por completo durante la tarde. ¡Y eso que en el menú no había acelgas!

Los momentos previos al desfile de Victorio & Lucchino fueron una buena prueba de lo cambiados que iban a estar los aires por la tarde. Si en el desfile de Ailanto había más de un asiento vacío en las filas superiores, después de comer era mucho más complicado encontrar un hueco. Pasadas las 16.30 y con el desfile de los andaluces retrasándose, los silbidos y los “que pasa aquí” de los reporteros gráficos retumbaban en la sala. A falta de muchas estrellas y de que las modelos ocuparan la pasarela, los fotógrafos se lanzaron a captar imágenes de Adriana Abascal, que se sentaba en primera fila a escasos asientos de Olivia de Borbón o Paula Vázquez, que bromeaba con Pilar Rubio y el equipo que la acompaña. Al finalizar el pase la gallega se confesaba ante los medios como “incondicional” de los andaluces. Tampoco faltó la ministra Maleni, que aparcó sus quehaceres políticos, se sentó en primera fila, sonrió relajada a los fotógrafos y se quedó la media hora de desfile disfrutando de la tranquilidad de este otro escaño. Un relax, chica.

Amaya Arzuaga, que ha tenido la genialidad de reinventar el lazo, tuvo un desfile más cercano a las grandes pasarelas mundiales que otras de las propuestas vistas este lunes, pero también ha sido distinto –y sobre todo más joven– el listado de invitados vips de su primera fila. Daniel Guzmán respondía a Marta Nebot mientras Sergi Arola y Darío Barrio se lanzaban un saludo: entre colegas de profesión manda el compañerismo, al menos en su caso. Johann Wald, el autoproclamado señor televisivo de las tendencias, esperaba pacientemente en la primera fila mientras las cámaras no paraban de retratar a Manu Tenorio y su adorada Silvia Casas. Los actores Alex González y Quim Gutiérrez también estuvieron por allí, aunque sus estilismos eran bastante discretos en comparación con los de Deborah Ombres y La Terremoto de Alcorcón, ‘agitadoras culturales’ y profesionales de la provocación con clase que iban como diciendo 'aquí estoy yo, ¿vale?'.

Al finalizar el desfile (en el que Pedro J. hizo de consorte obediente de doña Agatha, que fue a ver los diseños de la competencia) Eduardo Casanova y Ana Polvorosa (conocidos como Fidel y Lorena de Aída) iban por el Cibelespacio intentando acercarse al stand de una marca de cervezas en el que Caritina Goyanes servía sushi a quien se lo pidiera, pero al ver las cámaras huyeron despavoridos: “Vámonos de aquí, que nos graban”, se les pudo oír. Eso es tener madera de estrella y lo demás son tonterías.

Por cierto, parece como si el alcohol fuera útil a la hora de comprender algunas de las tendencias de vestuario para la próxima primavera/verano. Al menos las marcas de espiritusas se han dejado bastante dinero en sus stands de Cibeles y hasta Amaya Arzuaga regalaba una botella de vino de su bodega a sus invitados. Servidor la va a guardar para cuando la década que ahora vivimos vuelva a estar de moda, y entonces podrá decir “tengo un Arzuaga tinto vintage P/V 2009”.

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