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El presidente del café a granel, la tortilla francesa y los partidos de tenis con Santana
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REPASO A SU FIGURA

El presidente del café a granel, la tortilla francesa y los partidos de tenis con Santana

El primer presidente de la democracia española mantiene una trayectoria llena de luces y sombras que ahora se hacen visibles. Anécdotas y curiosidades. Llamaba la atención su escasa afición a la gastronomía viniendo como venía de tierra de chuletones y a

Foto: Adolfo Suárez y su mujer Amparo Illana (I.C.)
Adolfo Suárez y su mujer Amparo Illana (I.C.)

Fue el primer presidente del Gobierno de la democracia. Adolfo Suárez representaba para todos los españoles que creían en la libertad un horizonte de ilusión y esperanza. No tenía un currículum perfecto, pero sí los suficientes arrestos para aceptar la responsabilidad que le otorgó el Rey y montar su equipo, que debía enfrentarse a todos los demonios de la dictadura. Tenía 43 años cuando desafió a los militares, a la Iglesia, desmontó el sistema policial, no dio alas a la extrema derecha, que asesinaba como si Franco no hubiera muerto. Ni a ETA.

placeholder Adolfo Suárez (I.C.)

Adolfo Suárez ha sido todo y nada. Una trayectoria llena de luces y sombras que ahora se hacen visibles. Anécdotas y curiosidades. Llamaba especialmente la atención su escasa afición a la gastronomía viniendo como venía de tierra de chuletones y asados como es Ávila. Era austero en el comer y en el beber. Cuando empezó su deterioro físico, una de las preocupaciones de la familia era el tema de la nutrición. Si en la época dorada se alimentaba de tortillas francesas y café a granel, después resultó mucho más complicado cambiar sus hábitos. Al tema tan característico de la famosa tortilla de tres huevos nocturna se unía un problema con la dentadura, que le dificultaba comer cosas que no fueran blandas.

Cuando Suárez, su esposa Amparo y los cinco hijos que tuvieron en común llegaron a Moncloa estaba todo por hacer. Hubo que acomodar a la familia y eso siempre fue tarea de Amparo Illana, una mujer aparentemente tranquila pero en realidad con mucho carácter. Estuvo siempre a la sombra de su marido; lo eligió y lo quiso. En los años gloriosos, Suárez estaba considerado en el mundo político como uno de los hombres más atractivos junto a Felipe González. Le bautizaron “chuletón de Ávila” por su doble faceta de seductor y de chuleta. Y Alfonso Guerra le decía “tahúr del Mississippi”.

El drama del cáncer

Y efectivamente lo era y más cuando algún presidente como Giscard d´Estaing le ninguneaba. Le salía la vena machote y le soltaba cuatro frescas asombrando a los asesores franceses, algunos de los cuales sí sabían español. El presidente de Gobierno tenía sentido del humor muy castellano y los ataques de su bestia negra, que fue Guerra, le afectaban lo justo. Cuando dejó la política activa se dedicó a recopilar recuerdos y a disfrutar de sus aficiones como era el tenis y las caminatas. Fue un rival duro para Manolo Santana, con el que jugaba a menudo en la cancha de Moncloa.

Y si en la época de gobierno hubo cierto desapego familiar, los años convirtieron a Suárez en dependiente emocional de su mujer. De hecho, cuando el cáncer de Amparo era irreversible, dedicó todo su tiempo a estar con ella. A diferencia de lo que ocurre ahora no se hizo rico con la política y cuando los gastos médicos alteraron la economía familiar puso a la venta la casa de Palma donde la familia pasó muchos veranos. Este chalé y la vivienda de Ávila, tocando con la muralla, fueron sus reductos familiares y donde fue muy feliz.

placeholder Aniversario del funeral de Amparo Illana (I.C.)

Porque, en contra de lo que se pueda creer, Adolfo Suárez se consideraba un privilegiado por los momentos históricos que le tocó vivir y, sobre todo, por tener una familia unida. Mientras mantenía el nexo con la realidad, le molestaba que se hablara de “la maldición de Adolfo Suárez” cuando los periodistas se referían a la muerte de su mujer Amparo y de Mariam, su primogénita. “Desgraciadamente esto sucede en muchas familias y no por eso se habla de maldición”, dijo. Con Sonsoles, la hija pequeña, que también padeció cáncer, aunque se recuperó, ya no fue consciente de la magnitud de lo que ocurría en su casa. Y no entendía por qué se había rapado el pelo, “con lo bonito que lo tenía”. Cosas de la memoria.

Fue el primer presidente del Gobierno de la democracia. Adolfo Suárez representaba para todos los españoles que creían en la libertad un horizonte de ilusión y esperanza. No tenía un currículum perfecto, pero sí los suficientes arrestos para aceptar la responsabilidad que le otorgó el Rey y montar su equipo, que debía enfrentarse a todos los demonios de la dictadura. Tenía 43 años cuando desafió a los militares, a la Iglesia, desmontó el sistema policial, no dio alas a la extrema derecha, que asesinaba como si Franco no hubiera muerto. Ni a ETA.

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