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Amaya Arzuaga se retira de la moda (por las pérdidas) y se mete en el negocio familiar
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DE LONDRES A BURGOS

Amaya Arzuaga se retira de la moda (por las pérdidas) y se mete en el negocio familiar

La diseñadora abandona Madrid y se instala en Burgos, donde cuida a su hijo de siete años y trabaja para los negocios familiares. Su empresa presentaba pérdidas de manera persistente

Foto: Amaia Arzuaga en una imagen de archivo. (Gtres)
Amaia Arzuaga en una imagen de archivo. (Gtres)

Todo empezó en plena crisis económica, con el cierre de su tienda de la calle Lagasca, en el barrio de Salamanca. Era una diseñadora rompedora, casi punky, una creadora que prefería desfilar en Londres que en París. Amaya Arzuaga se cansó de luchar en una industria herida en los últimos años y se ha retirado. Ahora, la burgalesa ha vuelto a casa para dedicarse a criar a su hijo de siete años. “¿Para qué lo he tenido si no puedo cuidarlo?”, solía preguntarse.

La familia y los negocios del clan son ahora los quehaceres de la diseñadora. Seguimos diciendo diseñadora, pese a su retirada de la moda, porque Arzuaga mantiene su vena creadora al servicio de la empresa familiar. Su último trabajo ha sido el diseño de un hotel en el que ha ideado hasta el último detalle. Además, ha puesto en marcha un taller gastronómico de "cocina castellana de vanguardia" con el chef Víctor Gutiérrez.

Amaya Arzuaga SL, de la que la diseñadora sigue siendo apoderada, presentaba pérdidas persistentes. El último ejercicio, el de 2015, solo obtuvo unos beneficios brutos de 585.000 euros, cantidad que quedaba en negativo (-14.000) al final del ejercicio. Pérdidas que se sumaban a las de los años anteriores: 284.000 euros en 2014 y 393.000 en 2013. Los administradores de la empresa son, en realidad, sus padres, Florentino Arzuaga y María Luisa Navarro.

La diseñadora tiene cargos en otras empresas familiares, como Ibiler SA, dedicada a la hostelería, un negocio en el que su padre es el presidente y ella es consejera delegada como su hermano Ignacio. La empresa tiene un beneficio neto de 141.000 euros y un patrimonio neto de 8.950 millones de euros.

En Elipse María Luisa Navarro SA, empresa presidida por su madre (lleva también su nombre), Amaya es consejera delegada (como su hermano y su padre). La actividad del negocio es “restaurantes y puestos de comidas”, tiene un patrimonio neto de un millón de euros y presentó unas cuentas en 2015 con 1,5 millones de euros de beneficio neto.

La cuarta empresa en la que participa la diseñadora es Arzuaga Shops SL, cuya matriz es Amaya Arzuaga SL, presentó 100.000 euros de beneficio en 2015, pero las cuentas no fueron aprobadas porque se presentaron de manera incorrecta, según datos del Registro Mercantil. Esta empresa, en la que es administradora junto a su madre, tiene su sede en Burgos, como todas las demás. Y es allí donde vive ahora la creadora.

La diseñadora, que convirtió Madrid en su casa durante dos décadas, inauguró su última creación este año. Se trata del hotel Arzuaga, en el que ha dejado su sello en todos los rincones. Aunque no ha sido la primera vez, puesto que ya en 2011 diseñó un hotel de 5 estrellas en Quintanilla de Onésimo, regentado por su hermano.

Los negocios familiares tienen origen en los padres de Amaya. Florentino se dedicaba a la hostelería hasta que en los 90 decidió ampliar hacia los vinos; María Luisa, diseñadora, siempre se dedicó a la venta de ropa. Además de diseñar interiores, Amaya diseña vino: el tinto Amaya Arzuaga se puede comprar a 60 euros la botella. Elaborado con 95% de uva tinto fino y 5% blanca del país, el caldo es un ribera del Duero bien puntuado por los expertos.

En su último desfile, el de primavera-verano 2017, estaba de aniversario: cumplía 20 años en Cibeles, ahora llamada Mercedez-Benz Fashion Week (MBFW). “Pocos supieron leer entre líneas, allí Amaya se despidió definitivamente, me sorprende que nadie lo haya dicho”, dice un antiguo colaborador de la diseñadora. En contra de lo que solía hacer la burgalesa, en ese desfile no sacó nada nuevo, sino que se resumió a sí misma. Sobre la pasarela se vieron piezas representativas de sus anteriores colecciones de primavera-verano como resumen de su larga trayectoria. Una trayectoria que ella ha dado por concluida.

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Todo empezó en plena crisis económica, con el cierre de su tienda de la calle Lagasca, en el barrio de Salamanca. Era una diseñadora rompedora, casi punky, una creadora que prefería desfilar en Londres que en París. Amaya Arzuaga se cansó de luchar en una industria herida en los últimos años y se ha retirado. Ahora, la burgalesa ha vuelto a casa para dedicarse a criar a su hijo de siete años. “¿Para qué lo he tenido si no puedo cuidarlo?”, solía preguntarse.

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