Clásico y elegante, así es el vestido de novia con abrigo de Anarella para su boda de invierno en Barcelona

A pesar de proceder del mismo país, Venezuela, la historia de amor entre Anarella y Mario comenzó en España, concretamente en Barcelona. "Nos conocimos hace muchos años en Venezuela y ambos emigramos en 2017; yo a Miami y Mario a Barcelona. Mientras tanto, mantuvimos el contacto gracias a mi blog de arte, ya que Mario, siendo arquitecto, compartía los mismos gustos que yo. Luego, dos años más tarde, en el 2019, mis padres y yo nos mudamos a Barcelona para empezar mi carrera de diseño de interiores. Justo al llegar, Mario me invitó a salir para enseñarme la ciudad y confesarme que siempre le había gustado. Desde ese día nos dimos cuenta de que éramos el uno para el otro. Mario se convirtió en mi mejor amigo, mi compañero, mi novio y cuatro años más tarde en mi esposo", cuenta la novia.

El 8 de diciembre de 2022, durante un viaje a Copenhague, el arquitecto pidió su mano. "Desde que me mudé a España, mi sueño era conocer Copenhague por su arquitectura y por sus grandes museos, así que Mario decidió sorprenderme por la mañana mientras caminábamos por los jardines nevados del castillo de Rosenborg. Fue mágico, íntimo y un momento que jamás olvidaré", confiesa esta diseñadora de interiores.

Con la Ciudad Condal como su lugar de residencia, la pareja decidió celebrar ahí su boda el 24 de noviembre de 2023. "Siempre pensé que iba a ser en un salón cerrado y de noche, ya que es lo típico que hacemos en Venezuela, pero fue una sorpresa haber decidido hacerla de día y en una masía tan verde y con paisajes tan bonitos como Mas de Sant Lleí". Envuelta en un encanto especial y ubicada en un entorno natural privilegiado, esta finca del siglo XII fue el enclave elegido tanto para la celebración. Antes, tendría lugar la ceremonia religiosa en la iglesia de la Madre de Dios de la Bonanova, situada en el distrito de Sarrià-Sant Gervasi.

Anarella y Mario no estaban solos, el equipo de wedding planners de Di Momenti Events les ayudó a planificar el día de sus vidas. "Lograron poner todo lo que tenía en mente en el espacio y quedó mucho mejor de lo que imaginé", explica.

Aun así, la novia se implicó en todo el proceso: "Para mí esta boda fue un reto porque sentía el deber como diseñadora de interiores de yo misma encargarme de que toda la distribución y decoración fuesen perfectos y funcionales".

En paralelo, debía tomar una gran decisión: quién diseñaría su vestido de novia. Resolvió esa incógnita al recalar en la firma de Jesús Peiró capitaneado por Merche Segarra. "La verdad no tenía ninguna idea, fui sin expectativas y el primer vestido que me probé fue el que me enamoró".

Un flechazo de estilo que escondía un guiño a las mujeres de su vida: "Casualmente, la abertura del vestido en la parte de arriba era casi igual al que usó mi madre cuando se casó con mi papá, y ella se había inspirado en el vestido de su suegra, mi abuela, el cual también tenía la misma apertura. Así que fue amor a primera vista".

En realidad, el look nupcial de la venezolana no se quedó en un mero vestido, era un atuendo de dos piezas protagonizado por un elegante y clásico abrigo de novia, la pieza perfecta para una boda de invierno.

"Al principio teníamos muy claro que ese era el vestido indicado, tanto por la forma, por el recuerdo a mi madre y su vestido, como porque me sentía cómoda pero a la vez elegante y clásica. El vestido lo elegí en diciembre del 2022 y aún no sabía la fecha de la boda, luego meses más tarde decidimos casarnos en noviembre y ahí fue cuando supe que debía hacerme un abrigo", cuenta Anarella.

La fecha del enlace condicionó la creación del abrigo y, con él, un outfit invernal redondo: "Mi vestido terminó siendo mucho más de lo que me podía imaginar, fue perfecto para mí", confiesa

"Había visto unos abrigos de Jesús Peiró que me habían gustado, pero en la tienda me ayudaron a diseñar mi propio abrigo, desde cero. El proceso fue mágico, todas las trabajadoras de Jesús Peiró, especialmente Cristina y María, hicieron que todo fuese fácil y divertido. Ellas fueron las que me convencieron de usar las mangas con el puño de piel, lo cual le dio el toque de elegancia. No pude haber disfrutado más el proceso, quisiera poder vivirlo mil veces más", detalla la novia.

Ambas prendas, el vestido y el abrigo, tenían en común tres rasgos: el blanco impoluto de su tejido, el escote en V y un cinturón. Lo cierto es que en la confección se emplearon materiales diferentes, una tela estructurada y lisa para el abrigo, y otro tejido con un bordado floral salpicando el vestido.

El abrigo contaba con una gran cola, puños de piel rematando las mangas y un gran cinturón con una hebilla rectangular. Debajo, el vestido también contaba con un cinturón, pero más fino: la espalda descubierta y una abertura frontal en la falda.

Asimismo, de la marca de Jesús Peiró salió el tocado y el velo que lució en su boda. "Llevé unas camelias, otro acierto en forma de consejo por parte del equipo de Jesús Peiró. No podían ser más perfectas. Yo me fiaba de todo lo que me decían y me dejaba llevar, porque sabía que con su experiencia y gusto todo iba a salir bien". Como calzado, Anarella se subió a unos salones con plataforma y pulsera al tobillo de Valentino, "sorprendentemente aguanté casi ocho horas con ellos". Faltaba el ramo: "Soy una amante de los tulipanes y sabía que cuando me casase, mi ramo sería de tulipanes blancos. Le agregué un rosario que mi abuela usó en su matrimonio hace más de 50 años".

El día había llegado. "Decidí arreglarme en mi casa para encontrarme en un espacio tranquilo que me diera paz y seguridad y poder estar con mi mamá, mi hermana y mi abuela". Del maquillaje y el peinado se encargó David Deibis, "un gran estilista internacionalmente reconocido que reside en Madrid desde hace muchos años, pero teníamos un vínculo de amistad por mi madre, quien trabajó con él en Venezuela. David fue clave para mí ese día, me transmitió una paz y una seguridad tan grande que con sus dulces palabras y su tranquilidad me quitó todos los nervios que pude haber sentido".

Una vez que estaba vestida, maquillada y peinada, Anarella salió al encuentro de Mario: "Nos fuimos solos mi padre y yo en el coche de los novios desde mi casa hasta la iglesia, el cual fue un trayecto relativamente corto. Luego se unieron mis amigas y primas del cortejo para acompañarme a la iglesia".

"Para mí la mejor parte de la boda fue la ceremonia, porque tanto el novio como yo nos dedicamos a hacerla especial para todos. El padre que nos casó, Mossen Carlos, o Litus, como le suelen llamar, se convirtió en un amigo para nosotros. Lo conocimos solo dos meses antes y fue una bendición, nos ayudó a organizar la ceremonia con las lecturas que más nos gustasen, personalizando cada detalle. Luego la entrada fue superemotiva y especial porque decidimos tener un cortejo con nuestros hermanos, primos y mejores amigos, pero la mejor parte fue cuando nuestros abuelos, mi abuela Flor y el abuelo de Mario, Mario, fueron quienes llevaron los anillos. Cada canción de la boda también fue elegida por nosotros y el grupo Pro Music Bcn con Paula Nogueira como soprano fue realmente mágico", recuerda la novia sobre la ceremonia religiosa.

Convertidos en marido y mujer, arrancó la celebración: "Empezó a las 16:30 en Sant Lleí con el aperitivo y el día nos regaló un atardecer mágico antes de entrar al salón, algo que jamás olvidaré".

Tal y como apuntamos, la decoración y el diseño de interiores del espacio eran las grandes preocupaciones para la venezolana. "Mientras estaba haciendo mi tesis de grado, estaba al mismo tiempo haciendo planos de la masía para distribuir el espacio, yendo a Mas de Sant Lleí cada mes para tomar medidas y decidir el mobiliario. Creé 'moodboards' de inspiración, visité el almacén de Abanik para escoger cada pieza, elegí y compré las vajillas para la mesa de los postres, hice a mano detalles como los letreros de la entrada, prueba de flores con Elisa de Flores Beltrán, y levanté el espacio en 3D para visualizar todo mejor, entre miles de otras cosas más".

Para abrir el baile como marido y mujer, Anarella y Mario escogieron 'Tan enamorados', versión de CNCO por Ricardo Montaner.

Como consejo para futuras novias, un clásico infalible: "Tengan mucha paciencia y disfrutar de cada detalle al máximo, que puede parecer agobiante, pero luego todo valdrá la pena".