Mobbing: qué es y cuáles son las consecuencias para la víctima
Distinguir los comportamientos que suponen acoso laboral o mobbing nos ayuda a identificarlo si somos víctimas, pero también agresores involuntarios
El trabajo ocupa una gran parte de nuestro tiempo, por eso no es raro que impacte tanto sobre nosotros lo que sucede en esas horas que pasamos trabajando. Se convierte en parte esencial de nuestras vidas, nos permite satisfacer nuestras necesidades económicas, pero también sociales.
No es raro que las personas busquemos ser felices en nuestro tiempo en familia, así como en el tiempo de ocio, aprovechando para disfrutar de nuestros hobbies, del tiempo al aire libre, del ejercicio físico o del placer que supone no tener nada que hacer. Ser feliz durante la jornada laboral se convierte en un imposible cuando existe una situación de acoso laboral o mobbing.
El científico sueco Heinz Leymann investigó este fenómeno en la década de los 80, aplicando este término para el acoso dentro de las organizaciones. “El mobbing es un proceso de destrucción; se compone de una serie de actuaciones hostiles que, tomadas de forma aislada, podrían parecer anodinas, pero cuya repetición constante tiene efectos perniciosos”, escribió.
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El acoso laboral puede aparecer en cualquier momento y no hace distinción por edades, géneros o jerarquías laborales. Se produce cuando una víctima sufre, durante un tiempo determinado, acciones continuadas de violencia psicológica, en ocasiones también física o sexual, por parte de sus superiores, compañeros o la propia empresa. “El objetivo es degradar el clima laboral de la víctima, de modo que sienta miedo al ir a trabajar y que acabe por abandonar su puesto de trabajo”, explican en su web desde Sanitas.
“Generalmente, el acoso laboral se ejerce sin que haya testigos, menospreciando el trabajo realizado por la víctima, sobrecargándola de trabajo o asignándola tareas intrascendentes, alejadas de su capacidad profesional, sometiéndola a medidas disciplinarias por hechos inexistentes o banales, aislándola de sus compañeros, obstaculizando su vida familiar con horarios abusivos o negándola permisos y vacaciones en fechas adecuadas”.
Tipos de acoso laboral
No siempre es sencillo identificar el acoso laboral en sus primeros pasos, en general, cuando lo detectamos suele estar ya en una fase avanzada, causando gran perjuicio en la víctima. Aprender qué tipos existen o son los más habituales puede ayudarnos a reconocerlo si nos enfrentamos a ello, ya sea como víctimas, como espectadores o como verdugos.
Los especialistas en psicología de Mundo Psicólogos han establecido cinco tipos de mobbing. El primero de ellos sería el verbal, en el que se abusa a través de las palabras, con burlas, bromas y humillaciones; el siguiente es el intimidante. “Este tipo de mobbing puede incluir amenazas, así como una exclusión social en el lugar de trabajo e incluso el espionaje y otras invasiones de la privacidad”.
El hostigamiento laboral es otro de ellos, “en él los compañeros y compañeras pueden llegar a perjudicarte de manera laboral, ya que te inculcan culpas, o sabotean tu trabajo, también te roban o se atribuyen los méritos de tu trabajo”. En algunos casos, “el acoso laboral puede inducir a padecer de acusaciones que son basadas en mentiras, así como otras represalias injustificadas”, este sería el tipo vengativo.
El último de ellos es el institucional, que se da “cuando en un lugar de trabajo se aceptan objetivos poco realistas, obligando a hacer horas extraordinarias forzadas o señalando a aquellos que no pueden seguir el ritmo de exceso de trabajo”.
Los motivos que llevan a esta situación son muy variados, pero están más relacionados con el agresor que con la víctima, a pesar de que sea esta quien sufra las consecuencias. Pueden ser personas con una personalidad narcisista, calculadores y conscientes del daño que causan, carecen de empatía o sentimiento de culpa.
Puede deberse, según explican estos especialistas, a una gran inseguridad personal, una incapacidad para lidiar con los conflictos, falta de confianza en sí mismo o un complejo de inferioridad. Se puede emplear como mecanismo de defensa, pero uno de los motivos más comunes es la envidia.
Cómo enfrentarse al acoso laboral
Muchas víctimas no son conscientes de que están sufriendo acoso laboral, por lo menos al principio. “La única opción es denunciarlo”, aclaran desde Sanitas. “Para ello deberá ir recogiendo pruebas (documentos, emails, grabaciones, etc.) y testimonios de lo que está ocurriendo. Solo así podrá denunciar al acosador ante la dirección de la empresa o incluso en los tribunales”.
El mobbing tiene un gran impacto en la vida de la víctima a varios niveles. Por ejemplo, en el plano psicológico puedes surgir problemas emocionales que pueden dar paso a un trastorno de estrés postraumático, a perder la autoestima, tener sentimientos de culpa y padecer síntomas que pueden llegar a convertirse en una depresión grave o un trastorno de ansiedad. Esto puede afectar también a su salud, alterando el sistema nervioso y debilitando el sistema inmune, a su vida familiar y social.
“Para poder enfrentarse al acoso hay que poder desvincularse emocionalmente de las situaciones y ello requiere mucho trabajo personal”, explica Rebeca Carrasco, psicóloga en Psicología Madrid. “Solo una vez que el acoso se identifica, la víctima puede entender sus reacciones de enfado, rabia, etc. Ser consciente de lo que está pasando, le permite asumir el control emocional y desarrollar estrategias eficaces para resolver el conflicto”.
Con ayuda de profesionales, la víctima podrá aprendes a fortalecer su autoestima, manejar estrategias asertivas, pudiendo así responder a la agresión de un modo controlado, sin darle al agresor lo que quiere. Esto no es nada sencillo, por eso aprender a reconocerlo nos puede hacer entender que lo mejor es pedir ayuda.
El trabajo ocupa una gran parte de nuestro tiempo, por eso no es raro que impacte tanto sobre nosotros lo que sucede en esas horas que pasamos trabajando. Se convierte en parte esencial de nuestras vidas, nos permite satisfacer nuestras necesidades económicas, pero también sociales.
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