¿Eres un padre tóxico? 7 actitudes tóxicas de los padres según el doctor Álvaro Bilbao

Identificar si eres un padre tóxico requiere un análisis honesto y reflexivo de tus actitudes y comportamientos hacia tus hijos. Para hacerte la tarea más sencilla, el neuropsicólogo Álvaro Bilbao ha dado algunas claves en su cuenta de Instagram, para que reconozcas si tienes estos comportamientos.

Lo primero que comenta, es que él no piensa que existan personas tóxicas, pero opina que sí hay ciertas actitudes que lo pueden ser. Entre ellas, ha destacado siete que desarrollamos a continuación, para que puedas construir una relación más saludable con tus hijos

Si te identificas con alguna de estas señales, es importante que tomes medidas. Considera buscar apoyo de profesionales, como terapeutas o consejeros familiares, quienes puedan ayudarte a desarrollar habilidades parentales positivas.

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1. La sobre exigencia

El perfeccionismo es la dificultad para estar satisfecho con las cosas. El padre sobre exigente siempre busca más, generando estrés, ansiedad y baja autoestima en sus hijos. Utilizan frases como: “no eres suficiente para mí” o “está bien, pero yo le pondría más de verde aquí”.

Para reducir su impacto, lo primero que debes aceptar es que tú no eres perfecto y que tus hijos tampoco lo serán. Esto es algo que les ayudará a quererse con sus imperfecciones.

2. La sobreprotección

Los padres sobre protectores tienen como principal función en la vida que sus hijos no sufran, algo que hace que les cueste desarrollar habilidades, confianza y poner sus propios límites y disciplinas. Utilizan frases como: “tú no puedes solo” o “eso es muy peligroso”.

Para ayudarte con este problema, lo primero que debes hacer como padre es plantearte si realmente necesitan tu ayuda. Además, es fundamental aprender a confiar en los hijos y saber a echarse a un lado cuando es necesario.

3. La crítica

Criticar de forma constante a los hijos es una de las actitudes más peligrosas, porque acaban con su autoestima. Utilizan frases como: “eres un llorón” o “eres un desobediente”.

Para solucionarlo, la principal tarea del padre es aprender a quererse a él o ella mismo tal y como es, o al menos no trasmitir esa sensación de falta de valor a sus hijos. Cuando hagan una cosa bien, felicítalos sin añadir una crítica al final.

4. La necesidad de poder

Una persona con alta necesidad de poder, tiende a necesitar que todos le obedezcan para sentirse seguro. Es una actitud que, con frecuencia, hace que los hijos se sientan impotentes y utilizados. Los padres con esta cualidad usan frases como: “mira ponte esta falda que te va a gustar más” o les preguntan si no prefieren otra cosa.

La misión de estos padres está en comprender que su necesidad de dirigir a los demás, viene de no haber sido atendidos de pequeños. Por ello, deben ayudar a sus hijos a sentirse auxiliados e importantes.

5. La abnegación

El padre abnegado o sufridor siempre está trabajando y haciendo sacrificios por la familia. Esto lo que hace es no enseñar a los hijos el valor de relajarse, de sentirse bien o incluso de cuidarse a uno mismo.

La principal tarea de este tipo de padres es enseñar a los hijos que puedes pasártelo bien. De esta forma, les harás ver que no todo en la vida es un sacrificio.

6. El victimismo

Este tipo de padre suele mostrarse como una víctima de los conflictos o de la “desobediencia” de los hijos, generando un gran sentimiento de culpabilidad en ellos. Utilizan frases como: “me vais a matar de un disgusto”.

Estos padres deben de comprender que tienen que estar por encima de ese papel de víctima y que su labor no es lamentarse y mostrar su sufrimiento, sino educar a sus hijos de la mejor forma.

7. La imprevisibilidad

El neuropsicólogo afirma que este es el comportamiento más dañino de todos. Los hijos de estos padres, nunca saben el humor que van a tener. Esto genera hipervigilancia, miedo y sensación de angustia en los niños.

La misión de estos padres es demostrar a sus hijos que se pueden sentir seguros a su lado. Para ello, deben reducir las fuentes de estrés y aprender a gestionarlo, estableciendo ciertas líneas rojas.