Aprende a identificar actitudes pasivo-agresivas en la pareja
Existen muchas formas de hacer daño y mantener actitudes pasivo-agresivas en una relación, solo es una de ellas. Aprende a reconocerlas para evitarlas
Existen muchas formas de hacer daño y no todas ellas son tan explícitas como la violencia física. Todos somos capaces de reconocer lo lesivo que resulta un golpe o un empujón, la violencia que presenciamos ante situaciones de bullying, mobbing o maltrato, pero en ocasiones es más complicado ver este otro tipo de violencia, que hace daño a nivel afectivo.
“Las conductas o comportamientos pasivo-agresivos son formas de expresar el enfado de un modo que aparentemente no resulta hostil”, establece la psicóloga Ana Claudia Alda para Nuevamente Psicólogos. “Son incapaces de expresar emociones de una forma abierta y directa, creándose un gran problema de comunicación. Es frecuente que existan diferencias entre lo que dice y lo que la persona hace”.
Estos comportamientos suelen generar problemas en las relaciones sociales, familiares y, especialmente, de pareja. “Se hace especialmente difícil la gestión de conflictos o malentendidos, causando mucha tensión en la relación y daño emocional a la otra persona”. En ocasiones, tal y como explica la especialista, esto lleva a que la persona alterne conductas de este tipo con muestras de arrepentimiento.
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Cuando estas conductas aparecen en la pareja, la otra persona suelen sentirse estresada, frustrada y agotada por no saber qué ocurre o qué siente su pareja. “Todo ello genera tensión y deteriora la relación de pareja”.
Aprende a identificar estas actitudes pasivo-agresivas
Un comportamiento pasivo-agresivo puede causar mucho daño dentro de la pareja, por eso es importante detectar este tipo de actitudes, para poder cambiarlas y en ocasiones es necesaria la ayuda de profesionales para ello. Hay algunos elementos que resultan más habituales en este tipo de comportamientos, como estos que recogen los expertos de Mundo Psicólogos.
Es habitual que este tipo de personas utilicen el silencio como respuesta, evitando hacer frente a una situación e ignorando a la otra persona, “no incluirte en sus planes, o simplemente no hablarte de lo que le molesta ante un problema”. También es bastante frecuente que utilice el humor negativo, “las bromas son utilizando el sarcasmo o la ironía y hacen daño en la autoestima de la pareja”, ejemplo de esto son “las burlas repetitivas alrededor de la apariencia, el comportamiento o las decisiones” de la pareja.
“Ante la dificultad de expresar el enfado de manera directa, el sarcasmo se convierte en su estrategia para mostrar hostilidad”, confirma la psicóloga Ana Claudia Alda. “Son comentarios que pueden resultar sutiles, pero que tienen gran impacto en la otra persona”.
“Una actitud pasiva-agresiva dentro de la relación puede comportar la presencia de la manipulación”, establecen desde Mundo Psicólogos. “Entre algunos ejemplos de este comportamiento podemos destacar las mentiras o usar la culpabilidad para conseguir ciertos objetivos”. También tratar de culpabilizar al otro, ‘dándole la vuelta a la tortilla’, responsabilizando a la otra persona de su felicidad o tristeza; el victimismo es también una actitud habitual en quien presenta este tipo de actitudes.
Es bastante habitual que las personas que tienen este tipo de conductas las nieguen, evitando hacerse responsables del daño creado. Esto puede terminar afectando la salud mental de ambas partes en la relación, pues lidiar con este tipo de comportamientos no siempre es fácil. De hecho, en ocasiones lo mejor es tomar distancia, sobre todo si no existe voluntad de cambio o mejora.
La persona que se enfrenta a este tipo de actitudes tendrá que mantener la calma, preguntar claramente a su pareja por lo que le pasa o sus sentimientos, pero también establecer límites y, sobre todo, buscar ayuda profesional que pueda darles las herramientas para mejorar la comunicación. Eso sí, es necesario que ambos quieran mejorar la relación, para lo que es imprescindible ser consciente de que existe un problema.
Existen muchas formas de hacer daño y no todas ellas son tan explícitas como la violencia física. Todos somos capaces de reconocer lo lesivo que resulta un golpe o un empujón, la violencia que presenciamos ante situaciones de bullying, mobbing o maltrato, pero en ocasiones es más complicado ver este otro tipo de violencia, que hace daño a nivel afectivo.