Ser una persona demasiado empática puede tener consecuencias negativas en tu salud mental
La empatía es una habilidad que nos permite entender y sentir lo que otras personas están sintiendo, pero debemos regularla para que no nos afecte negativamente
Aunque ser una persona empática tiene sus beneficios y es uno de los rasgos de personalidad más apreciados, también es esencial aprender a gestionarla para proteger nuestra salud mental.
La empatía es una habilidad que nos permite entender y sentir lo que otras personas están viviendo, conectándonos profundamente con ellas. Sin embargo, cuando esta capacidad no se regula y conectamos demasiado con la otra persona, la empatía puede generarnos una sobrecarga emocional, afectando a nuestra estabilidad y bienestar personal.
Existen dos formas principales de empatía: la cognitiva y la emocional. La empatía cognitiva nos permite ver las cosas desde la perspectiva de la otra persona sin involucrar nuestras emociones, mientras que la empatía emocional implica compartir directamente los sentimientos de los demás, lo cual puede llevarnos a absorber sus emociones y sentirlas como propias.
Este tipo de conexión emocional se intensifica cuando vemos imágenes impactantes en los medios, especialmente si las historias están ligadas a personas concretas que narran aquello que les ocurre. Aunque la empatía emocional también puede generar sensaciones positivas, cuando se experimenta en exceso puede desembocar en estrés o problemas emocionales como la ansiedad o la tristeza.
También podemos hablar de empatía somática, que se produce cuando nuestra respuesta emocional se refleja físicamente, como por ejemplo, emocionarnos o incluso llorar cuando vemos a otra persona hacerlo. Esta excesiva vinculación y mimetización con los problemas y emociones de los demás puede llevarnos a una sensación de agotamiento emocional que nos genera un desgaste difícil de manejar.
Otro aspecto importante que cabe diferenciar es que la empatía a veces puede confundirse con la compasión, siendo emociones totalmente diferentes. La excesiva empatía que podemos llegar a sentir por el dolor de otra persona activa en nuestro cerebro áreas que están asociadas a emociones negativas, llegando así a desdibujarse el límite entre una misma y la otra persona, sufriendo en nuestra propia piel el sentimiento que gobierna a la otra persona.
Por lo tanto es importante diferenciar la empatía con la compasión y poner una barrera entre las emociones de los demás y las nuestras propias para no sumirnos en el mismo estado de tristeza o de angustia que la otra persona. Debemos encontrar la forma de ser personas empáticas pero sin dejar que las emociones de los demás nos afecten y terminemos haciéndolas nuestras.
Aunque ser una persona empática tiene sus beneficios y es uno de los rasgos de personalidad más apreciados, también es esencial aprender a gestionarla para proteger nuestra salud mental.