Beber agua fría con el calor no es tan buena idea como pensabas: estos son los riesgos
Aunque el agua fría puede parecer la solución inmediata al calor sofocante, su consumo imprudente puede generar un efecto contrario al deseado
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Cuando las temperaturas se disparan y el calor aprieta, es casi instintivo buscar una botella de agua helada para aliviar el sofoco. Sin embargo, lo que muchos no saben es que ese gesto tan habitual puede tener consecuencias negativas para el cuerpo, especialmente si se realiza de forma brusca después de una exposición prolongada al calor. Beber agua muy fría cuando estamos acalorados puede provocar lo que se conoce como hidrocución, un fenómeno fisiológico poco conocido pero potencialmente peligroso.
La hidrocución es una reacción del cuerpo ante un cambio térmico súbito, normalmente asociada al salto al agua fría, pero que también puede producirse al ingerir líquidos a muy baja temperatura cuando el cuerpo está sobrecalentado.
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Al introducir de forma repentina agua muy fría, se genera un choque térmico que puede provocar una alteración del ritmo cardíaco, mareos, náuseas e incluso pérdida de conciencia. En casos extremos, podría desencadenar una parada cardiorrespiratoria.
Este riesgo aumenta especialmente en personas mayores, niños pequeños y personas con problemas cardiovasculares, ya que su capacidad para regular los cambios bruscos de temperatura es menor. Pero incluso en personas sanas, el contraste puede afectar negativamente a la digestión, generando espasmos estomacales o molestias intestinales.
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Los expertos en salud y nutrición recomiendan optar por agua fresca, pero no helada, y beberla poco a poco para permitir que el cuerpo la asimile sin sobresaltos. Además, es importante evitar beber grandes cantidades de golpe si se viene de una actividad física intensa o si se ha estado mucho tiempo expuesto al sol. En esos casos, lo ideal es refrescarse primero por fuera, mojarse las muñecas o la nuca y esperar unos minutos antes de hidratarse.
Otra recomendación es no confiar únicamente en la sensación de sed como indicador de hidratación. En épocas de calor, es fundamental beber agua regularmente, incluso si no sentimos una necesidad urgente. Pero siempre con sentido común y evitando temperaturas extremas que puedan alterar nuestro equilibrio interno.
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