El pensador y sociólogo polaco Zygmunt Bauman, uno delos grandes observadores de la sociedad contemporánea, defendía una idea de felicidad muy distinta a la que suele venderse en los tiempos actuales. Para él, una vida plena no se construye desde la ausencia de dificultades, sino desde la capacidad de encararlas. “No es verdad que la felicidad signifique una vida libre de problemas. Una vida feliz implica tener que superar los problemas”, afirmaba con la serenidad de quien conocía de cerca la fragilidad humana.
Bauman sostenía que los momentos felices no llegan cuando todo está bajo control, sino cuando una persona comprueba que ha logrado vencer aquello que le preocupaba o le superaba. Según sus palabras, “la felicidad de haber superado las dificultades” es lo que realmente da sentido a la existencia, y eso es precisamente lo que se pierde cuando la comodidad se convierte en el objetivo principal.
Zygmunt Bauman, durante su visita a Madrid. (Efe)
Su pensamiento resulta especialmente actual en una época acostumbrada a la inmediatez y al bienestar constante. El filósofo advertía de que la búsqueda obsesiva de una vida sin sobresaltos nos hace más vulnerables, porque elimina los aprendizajes que solo surgen del esfuerzo. Evitar los problemas no nos protege, nos debilita, decía. En cambio, aprender a convivir con ellos fortalece la mente, el carácter y la confianza.
Para Bauman, los desafíos son el material con el que se moldea una vida significativa. Afrontarlos no significa sufrir innecesariamente, sino asumir la parte inevitable del cambio y encontrar en ella una fuente de crecimiento personal. Su mensaje era profundamente humanista: la felicidad no es un estado permanente, sino un movimiento constante, una conquista que se renueva cada vez que logramos salir adelante.
Asumir la parte inevitable del cambio y encontrar en ella una fuente de crecimiento personal (EFE)
Bauman recordaba que vivir con plenitud no significa tenerlo todo controlado, sino aprender a caminar mientras el suelo se mueve. La alegría surge del movimiento, del intento constante de adaptarse y resistir. La vida, decía, se hace más rica cuando aceptamos que los problemas no son un fallo del sistema, sino parte esencial de lo que nos convierte en humanos. La felicidad no aparece cuando todo sale bien, sino cuando descubrimos que, incluso en medio del caos, seguimos siendo capaces de avanzar.
Una vida sin retos puede parecer más cómoda, pero también más vacía. La felicidad que defendía Bauman es activa, imperfecta y profundamente vital. No surge cuando desaparecen los problemas, sino cuando se descubre que, a pesar de ellos, todavía es posible avanzar.
El pensador y sociólogo polaco Zygmunt Bauman, uno delos grandes observadores de la sociedad contemporánea, defendía una idea de felicidad muy distinta a la que suele venderse en los tiempos actuales. Para él, una vida plena no se construye desde la ausencia de dificultades, sino desde la capacidad de encararlas. “No es verdad que la felicidad signifique una vida libre de problemas. Una vida feliz implica tener que superar los problemas”, afirmaba con la serenidad de quien conocía de cerca la fragilidad humana.