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Los tres 'peajes' que tuvo que pagar don Juan Carlos para ser rey
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Los tres 'peajes' que tuvo que pagar don Juan Carlos para ser rey

Cuenta Pilar Urbano que don Juan Carlos y doña Sofía pasaron unos días del verano de 1969 en el Pazo de Meirás que la familia Franco

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Los tres 'peajes' que tuvo que pagar don Juan Carlos para ser rey

Cuenta Pilar Urbano que don Juan Carlos y doña Sofía pasaron unos días del verano de 1969 en el Pazo de Meirás que la familia Franco tenía en Galicia. Los futuros reyes de España lo vieron como un acercamiento a la figura del caudillo y como posibilidad de entablar una mejor relación, una clara inversión de futuro. Fue así como el futuro monarca se convirtió en cómplice y aprendiz de Franco, un precio que tuvo que pagar para llegar hasta el trono que su abuelo, Alfonso XIII, había dejado en 1931.

Pero no solo le interesó amistarse con el caudillo, sino que don Juan Carlos tuvo que puentear a su padre don Juan, aún sabiendo que eso conllevaría una ruptura total en la relación padre-hijo. De la misma manera, también tuvo que someterse a las órdenes que llegaban de Washington para traer la democracia a España una vez falleciese Franco. Tres peajes que tuvo que pagar don Juan Carlos y que Pilar Urbano recaba en su nuevo libro, El precio del trono, de la editorial Planeta, en donde se sumerge en los años del Franquismo para dar luz a situaciones y acontecimientos, muchos de ellos escondidos en el más estricto secreto, y que dieron lugar a que ese traspaso de poderes se hiciese posible.  

Don Juan Carlos, el discípulo de Franco

“Ni Franco ni Carrero Blanco querían que Alfonso de Borbon llegase al trono”, destaca Urbano a Vanitatis. “Tenía unos padres problemáticos, su español tenía un fuerte acento francés y era un chico muy triste, lo que chocaba con la idea del caudillo de que los reyes tenían que tener buena suerte”.

A Franco le gustaba don Juan Carlos y su mujer, doña Sofía. Le embobaba la parafernalia monárquica y la figura de Sofía, hija de unos reyes en activo, suponía una reafirmación de que el elegido debía ser don Juan Carlos y no otro. “Si él hubiese querido, el trono hubiera ido a parar a don Alfonso, aunque nunca a don Juan”, asegura Urbano.

Desde que don Juan Carlos se perfiló como sucesor de Franco, muchas fueron las personas que se encargaron de formar al futuro Rey de España. El Conde de Fontanar, consejero de don Juan, realizó un perfil educativo de don Juan Carlos en 1953 en el que no parecía agudo, ni listo, ni culto, “más bien un chiquilicuatre y bobalicón”, afirma Urbano, al que había que preparar para lo que la Historia le tenía preparado.

Una vez llegó el 20 de noviembre de 1975, la exaltación de don Juan Carlos fue muy diferente a lo que había pensado Franco. “España necesitaba una democracia, abrirse a Europa, al mundo. Don Juan Carlos ofrece a los españoles una fotografía con varios líderes democráticos internacionales el día de su coronación en Madrid. Rompe con la imagen que se tenía de Franco con acciones, con gestos. Nacionaliza la monarquía”, cuenta la periodista.

Don Juan, el Borbon que no pudo reinar

Si don Juan Carlos quería el trono debía desobedecer a su padre y seguir los consejos de Franco. El caudillo nunca perdonó que Don Juan, en 1941, escribiese un manifiesto a todos los españoles reclamándole el trono, y lo vio más bien como una conspiración a sus espaldas, lo que le arrojó al inevitable salto generacional. Ese documento nunca vería la luz en España.

Desde entonces muchas fueron las veces que don Juan y Franco se reunieron pero ninguna en la que se avistase su decisión de dejar el poder antes de tiempo o cambiar de opinión y elegir a don Juan como sucesor. Una vez recibió la afirmación de que su hijo sería el sucesor de Franco, don Juan pasó duros momentos de amargura por ver cómo el trono español nunca podría llegar a ser suyo.

Las imposiciones de Washigton 

Aunque si hubo alguien que sí marcó las pautas de la llegada de la democracia a España fue la Casa Blanca.  “No era americanizarse sino engancharse con la Alianza Atlántica y seguir los ritmos que ellos marcaban para la evolución tranquila”, revela Urbano a este medio. “Éramos de la ONU, al borde de la expulsión, pero teníamos bases militares que interesaban a Estados Unidos”.

Fueron años de redes de espionaje con la CIA moviendo hilos. La frase que en 1947 pronunció el general Marshall al presidente Truman fue lo que marcó ese interés de los americanos para que llegase la democracia. “Interesa España, aunque Franco apeste”, relata Urbano en su libro.

Los últimos años del Franquismo fueron tiempos de intercambios de correos entre Madrid y Washington. La CIA se fijó en Carrero Blanco, mano derecha de Franco que podría retrasar la llegada de la democracia a España y, como demuestra la periodista en el libro, tuvo vinculación con el PNV para llegar a las entrañas de ETA y llevar a cabo el atentado contra el militar utilizando a la banda como mano material. Querían que Carrero desapareciese.

En definitiva, un alto precio que tuvo que pagar don Juan Carlos, en palabras de Urbano. “Sobretodo humano, por estar entre el Franquismo y el Juanismo y vivir con la incertidumbre de no saber si llegaría a reinar”, cuenta la periodista, aseverando que, pese a algunos inconvenientes, le ha valido la pena. “Don Juan Carlos tenía una ambición dinástica. Era el sucesor de 17 reyes y su misión en vida era perpetuar la monarquía”. Una tarea que, tras 36 años, el hoy Rey Juan Carlos ha conseguido. 

Cuenta Pilar Urbano que don Juan Carlos y doña Sofía pasaron unos días del verano de 1969 en el Pazo de Meirás que la familia Franco tenía en Galicia. Los futuros reyes de España lo vieron como un acercamiento a la figura del caudillo y como posibilidad de entablar una mejor relación, una clara inversión de futuro. Fue así como el futuro monarca se convirtió en cómplice y aprendiz de Franco, un precio que tuvo que pagar para llegar hasta el trono que su abuelo, Alfonso XIII, había dejado en 1931.

Rey Don Juan Carlos