La infanta Cristina se marcha a vivir a Suiza sin su marido, Iñaki Urdangarin
El matrimonio lleva semanas buscando la que será su nueva vivienda en Ginebra. Además, sus cuatro hijos ya estarían matriculados en el que será su colegio a partir del mes de septiembre
Los duques de Palma buscan casa en Suiza. Según publica La Vanguardia, la infanta Cristina se trasladará a Ginebra a finales de agosto. La hija del Rey ha tomado esta decisión tras recibir una importante oferta profesional. Se ocupará de gestionar los programas del área internacional de la Fundación La Caixa con agencias de la ONU, que precisamente tienen su sede en esta ciudad suiza.
El mismo diario afirma que, según fuentes cercanas a los duques de Palma, el matrimonio lleva semanas buscando la que será la nueva vivienda de Doña Cristina y sus hijos. Además, éstos ya estarían matriculados en el que será su colegio a partir del mes de septiembre. Según han podido saber las mismas fuentes, Urdangarin, que viajará a menudo a Suiza para estar con su familia, permanecerá de momento en España junto a sus abogados, para preparar su defensa.
El cambio de vivienda es el tercero en tres años para la familia. Desde hace unos meses, el palacete de Pedralbes, en el que los duques han vivido cerca de un año, desde que volvieron a Barcelona y abandonaron Estados Unidos, se encuentra en venta. Además, hace algunos meses Doña Cristina y Urdangarin vieron frustrada la posibilidad de haberse mudado a Qatar, donde el duque de Palma había recibido una oferta de trabajo junto a su antiguo entrenador de balonmano, Valero Rivera. Las diferencias con las autoridades del emirato no permitieron finalmente el traslado.
El cambio de residencia se debe a la nueva tarea que desempeñará la Infanta en La Caixa. Una decisión, que según las mismas fuentes, ha sido tomada fundamentalmente pensando en los hijos de ambos, Juan, Pablo, Miguel e Irene, y en mantenerlos alejados de la complicada situación judicial que atraviesa su padre, al estar imputado por delitos económicos en el marco del caso Noós.