Los escándalos de Ari Behn: el yerno molesto de Harald que nunca quiso ser príncipe

Son muchos los adjetivos que durante toda su vida han descrito a Ari Behn: polémico, irreverente, rebelde, controvertido... Todos en la misma dirección. Y es que no son pocos los quebraderos de cabeza que, incluso tras su divorcio de la princesa Marta Luisa de Noruega, ha dado a quienes fueran sus suegros, los reyes Harald y Sonia. Fue en diciembre de 2001 cuando la Casa Real anunciaba el compromiso de la hija mayor de los reyes con el escritor. Ya entonces, su fama le precedía -nunca renegó de su pasado juerguista y sus coqueteos con las drogas- y los sectores más conservadores le tildaban como "poco adecuado" para convertirse en el yerno del rey. Y eso que ni siquiera entonces se sospechaban las numerosas y sonadas polémicas que iba a protagonizar.

Cuando contrajo matrimonio con Marta Luisa, ya tenía en su haber una colección de cuentos, 'Triste como el infierno' -un tema que se repetiría varias veces en su bibliografía-, con críticas más que positivas, más de 100.000 ejemplares vendidos y su traducción a varias lenguas. La inquietud artística era algo que compartía con su ya esposa, por lo que no dudaron en publicar un libro conjunto sobre su boda, que tuvo lugar en mayo de 2002. Sus siguientes novelas no tuvieron el mismo éxito, pero siempre iban acompañadas de una gran expectación, dado que ya era miembro de la Casa Real, lo que suponía una gran publicidad sin necesidad de grandes campañas.

Poco antes de casarse, tuvo lugar uno de los primeros escándalos: el escritor publicó un vídeo en el que criticaba al entonces presidente de Estados Unidos, George Bush, y se pronunciaba a favor del régimen talibán. Unas palabras que tuvieron una reacción urgente: el rey Harald tuvo que emitir un comunicado desmarcándose de estas declaraciones y considerando a su yerno como una persona ajena a la Casa Real. Una situación familiar que se vio reflejada en las decisiones que tomaron tras la boda. El monarca obligó a Marta Luisa a seguir utilizando su título real y no le permitió que llevara el apellido del que ya era su marido. Un apellido que, por otro lado, no era el de nacimiento, ya que Ari Behn había adoptado el de su abuela materna.

En 2007, llegó otra de las noticias que daban cuenta de su complicada vida familiar: sus padres, Olav Bjorshol y Marianne Solberg, volvían a casarse. Y no es que renovaran sus votos. Se habían divorciado en 1982, marcando la infancia de Ari Behn, se habían casado con otras parejas, divorciado y vuelto a juntar. Una historia familiar a la que se unió el hecho de descubrir que su abuelo materno no era el biológico, sino que su abuela había sido madre soltera. Quizá por eso, su empeño era que sus tres hijas, Maud Angelica, Leah Isadora y Emma Tallulah, crecieran felices y rodeadas de amor, lo que expresaron tanto él como Marta Luisa en el comunicado que anunciaba su divorcio, en agosto de 2016.

Pero hasta llegar ahí, hubo más polémicas que convirtieron a Ari Behn en el yerno más incómodo de la realeza europea. En 2010 se paseó vestido de mujer por Barcelona junto a la mediática Carmen de Mairena. Todo formaba parte de un documental para la televisión noruega en el que mostraba el lado oscuro de la noche de las grandes ciudades. Un proyecto que él mismo producía y para el que también se dejó ver con prostitutas que esnifaban cocaína en Las Vegas. Era trabajo, sí, pero el escándalo no tardó en estar servido, especialmente al verle con un minivestido ajustado, zapatos de plataforma y maquillaje por la Ciudad Condal, en una imagen que era la total antítesis de lo que se esperaba de un royal.

En 2013 tuvo lugar otro de los grandes escándalos, al aparecer como un mendigo pidiendo limosna en las calles de Londres, donde vivía entonces con su mujer y sus tres hijas, con su correspondiente ropa de pordiosero y su cartel solicitando ayuda a los transeúntes. El propósito era triple: protestar contra la prensa noruega que le acusaba de vivir sin trabajar y a costa de su mujer -y, por tanto, de la familia real-; hacer promoción de su propia marca de vino, Mandala, con una botella convenientemente colocada a su lado; y hacer propaganda de una exposición de sus cuadros en la capital británica. Desde luego, al menos consiguió que hablarán de él en toda Europa, aun a cosa de otro disgusto para sus suegros.

Fue en el mismo año cuando Ari Behn concedió una entrevista a la publicación 'Vanity Fair' en la que admitía que su comportamiento no era el adecuado: "Si pudiese, la reina Sonia a veces me asesinaría. Cree que he cometido muchos errores". Algo que ya predecía unos años antes, en 2009, cuando habló con una publicación sueca, dando unas declaraciones que también levantaron ampollas: "Sé que tarde o temprano me van a expulsar de la Casa Real noruega. Soy patológicamente desafiante, rebelde e infantil. Creo problemas y meto a la gente en situaciones comprometedoras y peleas estúpidas. Es muy difícil vivir conmigo”.

Antes de divorciarse, hubo tiempo para más. Fue en noviembre de 2015, cuando coincidió en una cena que reunió en Oslo a multitud de estrellas del país. Allí conoció a la bloguera Marna Haugen, con la que se hizo unas fotos en las que aparecía con la cara entre sus pechos. Aunque tanto ella como el círculo más cercano del escritor salieron al paso afirmando que se trataba de una broma fruto del sentido del humor de ambos, las imágenes no sentaron nada bien ni en el país ni en la Casa Real, que ya años antes había frenado la publicación de unas fotografías, captadas en 2008, en las que el yerno de los Reyes aparecía en actitud cariñosa con otra mujer, tal y como se supo unos meses después de su divorcio.

Su último gran golpe de efecto fue la publicación del libro 'Inferno', una recopilación de sus pinturas, acompañadas de textos autobiográficos en los que expresaba sus sentimientos y en los que hubo hueco para la familia real y para su divorcio de Marta Luisa. De su ruptura también confesó que le había provocado una fuerte depresión -enfermedad que le ha acompañado durante toda su vida- que tardó diez meses en superar, calificando la nueva situación familiar como "una especie de muerte".

A pesar de todas estas polémicas, Harald y Sonia han expresado su pesar por la muerte del que fuera su gran dolor de cabeza pero que, al fin y al cabo, es el padre de sus tres nietas, con las que además compartían la tradicional misa de Navidad en la capilla de Holmenkollen poco antes de que se conociera la tragedia.