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La infanta Elena, la royal que siempre paga los platos rotos
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La infanta Elena, la royal que siempre paga los platos rotos

La hija mayor de los Reyes eméritos ha sido siempre un buen enlace entre los distintos miembros de su familia

Foto: La infanta Elena, en una imagen de archivo. (Getty)
La infanta Elena, en una imagen de archivo. (Getty)

Cuando estalló el caso Nóos, la infanta Elena se convirtió en el nexo de unión de todos ellos, una especie de correa de transmisión de los Borbón Grecia. Hasta ese momento era una unidad familiar en la que aparentemente sus miembros se llevaban bien. No era para tirar cohetes porque ya existía Corinna como elemento perturbador. Esta presencia de la comisionista era conocida por todos y por lo tanto lo único que creaba era alteraciones cada vez que aparecía el tema en la prensa extranjera y que recogía la española.

En realidad, hacía tiempo que cada miembro de la familia iba a lo suyo. El rey Juan Carlos, que era ejerciente, vivía su vida alternativa; el matrimonio Urdangarin, a punto de ser imputado; la reina Sofía, mirando para otro lado y con una agenda institucional que la obligaba a encontrarse con su marido y poner buena cara; los Príncipes de Asturias, con un perfil bajo y con el llamado cordón sanitario en marcha.

placeholder Con sus padres, los Reyes eméritos. (EFE)
Con sus padres, los Reyes eméritos. (EFE)

La única que se quedaba al margen de malos rollos era la infanta Elena, que mantenía buena sintonía con todos. Con la entonces Princesa de Asturias, poco roce, pero esa falta de conexión venía de lejos. Antes de que Urdangarin entrara en la cárcel, mantenían las apariencias aunque las reuniones familiares eran como el relato de los 'Diez negritos'. En cada festividad faltaba alguien, como en la historia de Agatha Christie.

No se calmaron las aguas, sino que las turbulencias aumentaron y el papel de mediadora de la infanta Elena ha sido determinante porque ha mantenido (mal que bien) el contacto verbal con su hermano y su cuñada. Con la infanta Cristina, el apoyo ha sido fundamental, igual que lo fue con don Juan Carlos una vez que desapareció del panorama afectivo la novia.

placeholder Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, en una imagen de archivo. (CP)
Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, en una imagen de archivo. (CP)

Y a partir de ahora lo será más a raíz de las informaciones en las que el monarca jubilado aparece como receptor de posibles comisiones. La relación con su hijo ha saltado por los aires y como consecuencia también repercutirá en la infanta Elena, que tiene la mejor imagen junto con la Reina emérita, que sigue formando parte del llamado núcleo duro y, por lo tanto, con asignación institucional.

La duquesa de Lugo ha tenido que pagar los platos rotos de todos los desencuentros familiares. Hasta este año acudía al desfile de la Fiesta Nacional convocada por la Casa Real y tenía su sitio en la tribuna de invitados. Solía acompañarla su íntima Rita Allendesalazar y Victoria Federica cuando era menor. Sorprendió que no acudiera en esta última convocatoria. La razón de su invisibilidad era sorprendente: no estaba invitada.

Sucedió algo parecido cuando dejó de formar parte de la familia real para pasar a ser un miembro más de la familia del Rey. Esta decisión tuvo que ver con el hecho de que la infanta Cristina ya no tenía sitio en el organigrama Borbón Grecia. De un plumazo a la duquesa de Lugo la quitaron de en medio. Eliminaron su agenda representativa cuando sigue manteniendo un buen perfil en sus apariciones públicas. Tanto si va sola como si se convierte en la pareja de baile de don Juan Carlos, la aceptación por parte de los ciudadanos es positiva.

Ahora tendrá que elegir si mantiene la relación con su hermano rey o apoya a su padre en unos momentos muy complicados para el monarca jubilado, que sigue viviendo en el palacio de la Zarzuela. La infanta Elena frecuenta la casa de sus padres porque suele acudir al recinto para montar a caballo. La duquesa de Lugo no ha dado escándalos, vive en un piso en el barrio del Niño Jesús que comparte con sus hijos y le regaló su padre, no tiene amistades peligrosas y por ahora se habla con todos los miembros de su familia directa.

Cuando estalló el caso Nóos, la infanta Elena se convirtió en el nexo de unión de todos ellos, una especie de correa de transmisión de los Borbón Grecia. Hasta ese momento era una unidad familiar en la que aparentemente sus miembros se llevaban bien. No era para tirar cohetes porque ya existía Corinna como elemento perturbador. Esta presencia de la comisionista era conocida por todos y por lo tanto lo único que creaba era alteraciones cada vez que aparecía el tema en la prensa extranjera y que recogía la española.

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