Máxima de Holanda, al borde de las lágrimas recordando a las víctimas de la guerra
Como cada año, los reyes holandeses han conmemorado el Día de la Liberación, en un acto solemne y emotivo que ha estado marcado por la ausencia de público debido a la pandemia
El 4 de mayo es un día marcado en rojo en el calendario de los holandeses, ya que se celebra el Día de la Liberación, la retirada del ejército nazi del país. Cada año, los reyes Guillermo y Máxima depositan una corona de flores en homenaje a todas las víctimas de la II Guerra Mundial, en una sencilla ceremonia a la que siguen dos minutos de silencio que se respetan escrupulosamente. Pero este año la situación de pandemia ha hecho que sea un acto aún más sobrio, ya que no ha asistido público, que otros años sí abarrota la plaza Dam de la capital holandesa.
Antes de la ceremonia en sí, pudimos ver a los reyes llegando al Palacio Real, situado en el centro de Ámsterdam. Solo unos segundos mientras entraban para comprobar que, como es costumbre, la argentina vestía de riguroso luto, con el mismo atuendo que lució en la visita que realizó al papa Francisco junto a sus hijas, de la que se acaban de cumplir cuatro años. Un conjunto compuesto de blusa y un trampantojo de los que tanto gustan a las monarcas europeas, con un diseño que no sabríamos decidir si es falda o pantalón. Por supuesto, no faltó un sombrero, una de las marcas de la casa. En esta ocasión, de fieltro y también en negro.
Desde luego, más sobria y ceñida al protocolo, imposible, ya que solo ponía un pequeño toque de color con sus pendientes, compuestos de brillantes. Se trata de unas piezas extraídas del joyero real y que vimos en su viaje a India, aunque en esta ocasión solo se colocó la parte superior. Una capa también en negro sirvió para que Máxima se protegiera del aire frío que corría por la plaza Dam, más vacía que nunca, ya que la ceremonia solo se llevó a cabo con los reyes y algunos miembros del Gobierno holandés, además de seis fotógrafos, cuatro operadores de cámara y unos pocos periodistas. Todos, sin excepción, respetando la distancia social.
Así que un acto de por sí bastante solemne y silencioso, este lunes lo era aún más. Especialmente cuando se proyectaban los testimonios de hijos y nietos de algunos supervivientes de los campos de concentración que contaban su dura y triste historia. Unos momentos especialmente emotivos en los que la reina Máxima no pudo evitar que los ojos se le llenaran de lágrimas.
El 4 de mayo es un día marcado en rojo en el calendario de los holandeses, ya que se celebra el Día de la Liberación, la retirada del ejército nazi del país. Cada año, los reyes Guillermo y Máxima depositan una corona de flores en homenaje a todas las víctimas de la II Guerra Mundial, en una sencilla ceremonia a la que siguen dos minutos de silencio que se respetan escrupulosamente. Pero este año la situación de pandemia ha hecho que sea un acto aún más sobrio, ya que no ha asistido público, que otros años sí abarrota la plaza Dam de la capital holandesa.