El divorcio que nunca firmaron la reina Sofía y el rey Juan Carlos
Corinna Larsen ha revelado esta semana en la BBC que el matrimonio real tenía un pacto por el que cada uno podía hacer su vida. Doña Sofía nunca ha querido hacerlo oficial
La reina Sofía se ha convertido en el daño colateral más doloroso desde que Corinna Larsen apareció en escena y se declaró públicamente “amiga entrañable”. Hasta ese momento, las relaciones femeninas que habían compartido vida afectiva con el jefe del Estado eran discretas y no revelaban ningún tipo de información. Era sobradamente conocida la amplitud de miras del monarca en este aspecto. Unos vínculos extramatrimoniales de los que eran conocedores desde los miembros de la Familia Real hasta los sucesivos presidentes del Gobierno y, por supuesto, los servicios de Inteligencia, que llegaron a grabar alguno de esos encuentros femeninos, como en su día publicó la revista 'Tiempo'.
En aquellos años, el único que parecía templar los desfogues del titular de la Corona era el general Sabino Fernández Campo. El resto, incluidos prohombres de empresas del Ibex con fuertes convicciones religiosas fomentaban en fiestas privadas y cacerías esas libertades del hoy rey derrotado. Importaba poco si la reina Sofía sufría o no. El que mandaba era don Juan Carlos y a él había que aplaudir. Los nombres de actrices, cantantes y señoras de la aristocracia con maridos consentidores formaban parte de un listado al que se le ponía nombres y apellidos en los cenáculos. Aunque en realidad, solo hubo tres mujeres importantes en la vida del monarca.
Marta Gayá fue una de ellas. La conoció a través del príncipe fallecido Tchokotua. Estuvieron juntos 20 años y compartían veranos en Mallorca. La reina Sofía no miraba para otro lado, como se ha dicho, sino que antepuso la institución a su vida personal. En más de una ocasión no tuvo más remedio que compartir cenas solidarias en el Club de Mar de Mallorca con la rival. Aunque coincidían en el mismo espacio, nunca hubo encuentro personal y ambas procuraban mantenerse en su sitio.
Todos conocían su existencia
“Es la diferencia entre Corinna y Marta. La una ha traicionado de una manera escandalosa y la otra mantiene una amistad profunda una vez que acabó su historia sentimental. En estos días complicados están en contacto telefónico casi diario y está perpleja ante determinadas informaciones que la colocaban junto al monarca”, apuntan amistades de la dama mallorquina, que no quiere ningún tipo de publicidad.
El papel de doña Sofía durante todos estos años ha sido mantener el tipo, a pesar de que era conocedora de algunos de los movimientos de su marido para acercar esas amistades entrañables a los hijos. Corinna era una tapada visible porque en la familia del rey directa casi todos conocían su existencia. Sabían de sobra quién era la compañera de don Juan Carlos y algunos de los colaterales llegaron a tratarla.
Hubo en febrero de 2012 una cena en el restaurante El Landó del Rey con el entonces Príncipe y las Infantas donde, según se supo después, don Juan Carlos tanteó la posibilidad de divorciarse. Puso el ejemplo de Carlos de Inglaterra y Lady Di, que en realidad no era comparable porque él era rey reinante. Quiza mucho más doloroso para ella fue ver cómo Corinna Larsen posaba junto a los entonces duques de Palma y don Juan Carlos en los premios Laureus en 2006.
La ausencia del rey junto a la reina en actos no institucionales ha sido la norma durante estos últimos años. Hace tiempo que dejaron de presentar la imagen de familia estructurada. Pero esto no era obstáculo para que la madre de Felipe VI no solo guardara las apariencias con respecto a don Juan Carlos, sino que no permitiera ninguna falta de protocolo. Sucedió en la boda de Fernando FItz-James Stuart y Sofía Palazuelo. Uno de los invitados se acercó a saludar y comento que había coincidido con el rey emérito. Rápidamente doña Sofía interrumpió y dijo ante los sorprendidos testigos: “El rey emérito, no. Es el rey don Juan Carlos”.
La vida matrimonial de doña Sofía no ha sido fácil, pero no contempla el divorcio oficial bajo ninguna circunstancia. Otra cosa es la separación oficiosa que existe desde hace muchos años. De hecho, mantiene la misma postura que antes que ella tuvieron Alfonso XIII y Victoria Eugenia, o los condes de Barcelona, cada uno con existencias independientes.
No ha hecho falta que llegara Corinna Larsen en la entrevista de la BBC para revelar que había un pacto acordado entre los reyes por el que cada uno hace su vida. En el caso de doña Sofía, no tuvo más remedio que aceptar lo que había. Hay una anécdota que figura en el histórico afectivo del matrimonio real que narra cómo en una ocasión apareció doña Sofía con sus hijos pequeños en el palacio de La Encomienda de Mudela para dar una sorpresa a su marido tras un día de montería. Dejó a los niños en el jardín, entro en la residencia y lo que encontró la descompuso. Unos días después se fue a la India con el Príncipe y las Infantas buscando el consuelo de su madre, la reina Federica, que la mandó de vuelta a España: “Una reina nunca abandona su puesto”,
La reina Sofía se ha convertido en el daño colateral más doloroso desde que Corinna Larsen apareció en escena y se declaró públicamente “amiga entrañable”. Hasta ese momento, las relaciones femeninas que habían compartido vida afectiva con el jefe del Estado eran discretas y no revelaban ningún tipo de información. Era sobradamente conocida la amplitud de miras del monarca en este aspecto. Unos vínculos extramatrimoniales de los que eran conocedores desde los miembros de la Familia Real hasta los sucesivos presidentes del Gobierno y, por supuesto, los servicios de Inteligencia, que llegaron a grabar alguno de esos encuentros femeninos, como en su día publicó la revista 'Tiempo'.