El secreto del éxito de Máxima de Holanda, contado por el periodista que mejor la conoce
Inmediatamente después de su llegada a la corte, la argentina habló con su prometido y con su suegra sobre cómo sería su vida. No quería convertir su existencia en un vacío papel ceremonial
El miembro más popular de la familia real holandesa celebra su cincuenta cumpleaños el lunes. Hablamos de la reina Máxima, quien ha robado el corazón de los holandeses desde su llegada como prometida de Guillermo Alejandro en 2001. Gracias a su sonrisa, sí, pero sobre todo por su profesionalidad. Aprendió en pocos meses el holandés, que habla con un encantador acento español, algo que los ciudadanos de los Países Bajos aprecian y valoran.
A día de hoy, la popularidad de Máxima sigue siendo alta, pero ha disminuido un poco -más la del rey- después de que en el pasado otoño decidieran viajar a Grecia para difrutar de unas vacaciones. Fue algo inapropiado en tiempos de coronavirus, y no sentó bien a los holandeses. Así puede deducirse de las cifras del informe anual de la familia real. La confianza en la monarquía ha caído un poco, mientras que el apoyo a la república ha aumentado. Pero Holanda todavía premia a Máxima con un 7,5 sobre 10. ¿Cuál es el secreto de su éxito?
Como periodista especializado en Casas Reales, he seguido de cerca a la familia real holandesa durante más de diez años. Viajo al extranjero en sus visitas de Estado, observo a la reina durante sus visitas a 'gente normal' en pueblos y ciudades de los Países Bajos y, a veces, también estoy presente en grandes celebraciones, en las que los miembros de la realeza están juntos en su hábitat natural. En todos estos eventos, hay muchas Máximas diferentes que podemos ver.
Para escribir mi libro 'Máxima. Meer dan Majesteit' ('Máxima. Más que Majestad') hablé con mucha gente cercana a Máxima. Personas de las que normalmente se espera que mantengan la boca cerrada cuando se trata de su contacto con la reina. Entre ellos, el personal del palacio que trata con la reina a diario, las personas que trabajan en organizaciones con las que Máxima tiene contacto, las personas que trabajan con ella en las Naciones Unidas. Todos estaban contentos de poder dar una pincelada sobre "su Máxima", sobre todo de esa parte que el mundo normalmente no llega a ver.
Uno pensaría que el mundo en el que creció Máxima es bastante diferente de donde está ahora. Creció en un mundo lleno de contradicciones. Asistió a una escuela para niñas que están destinadas a servir, en clásica subordinación católica, junto a un hombre prominente. Pero ella es alguien que quiere hacer algo por sí misma, alguien que quiere tomar la iniciativa y que siempre fue educada sobre la igualdad de derechos. Estudió economía, pero también tenía un ojo especial para el arte. Trabajó en la banca, aunque siempre le preocupó la gente más desfavorecida de Argentina durante los muchos años de hiperinflación.
Es algo descuidada y suele optar por la practicidad si es posible. Una combinación de todo eso hace que su vida como reina sea un gran éxito. Y lo más importante: ha sido capaz de prosperar en ese extraordinario mundo. Porque su predecesor como consorte, el príncipe Claus, el marido de la otrora reina Beatriz, tuvo poco éxito en su papel. Se encontraba como un pájaro viviendo en la jaula de oro, condicionado por los líos de su predecesor, el príncipe Bernhard, esposo de la reina Juliana, quien recibió sobornos y usó sus contactos para su propio beneficio. Aunque la ley holandesa especifica exactamente cuáles son los derechos y obligaciones del jefe de Estado, no se establece nada para su consorte, que tiene la libertad que se le permite. La actuación de Bernhard condicionó a Claus, pero no a Máxima.
Inmediatamente después de su llegada a la corte, la argentina habló largo y tendido con su prometido y con su suegra sobre cómo sería su vida. No quería convertir su existencia en un vacío papel ceremonial, con todas las consecuencias que ello conlleva y que acabó provocándole una depresión severa a su suegro. Quería poder vivir una vida que hiciera justicia a su pasado, a su carrera en Argentina y Nueva York. Todas sus diferencias con los holandeses deberían ser una ventaja para los Países Bajos.
Por ejemplo, se creó la Oranje Fonds (Fundación Orange), destinada principalmente a proyectos que dieran a los 'nuevos holandeses', como la propia Máxima, un impulso en la dirección correcta. Con el tiempo, se convirtió en una organización social más amplia que se centra en todos los proyectos de conexión en el país. Este fondo, y las visitas que la Reina realiza para él, constituye una "ventana a la sociedad holandesa" para Máxima.
Esto está en fuerte contraste con las galas a las que Máxima asiste también como invitada, pero en ambas circunstancias la argentina sabe tocar la tecla correcta, hacer las preguntas adecuadas. Un miembro de la realeza que se ocupa de asuntos económicos es una combinación extraña. ¿No es surrealista que alguien que gana millones al año con su familia le diga a la sociedad cómo manejar el dinero correctamente? Sin embargo, Máxima lo hace. Y funciona. Durante las muchas visitas que realiza a distintos puntos del país escucha sobre los problemas de la sociedad, como, por ejemplo, personas con grandes deudas, que no encuentran ninguna solución. Máxima sabe cómo sentar en la misma mesa a las personas adecuadas: ministros, directores o alcaldes para hallar juntos una salida. A partir de ahora, la atención no se centra en la deuda en sí, sino en la persona adeudada y los problemas se abordan personalmente.
Algo parecido hace Máxima con su trabajo como asesora de finanzas en Naciones Unidas. No es solo un rostro conocido al que se le pide que cree conciencia. “Quiero hacer más, tengo experiencias relevantes”, dijo al secretario general. Sus visitas a países menos favorecidos no comienzan con un almuerzo con el jefe de Estado y los ministros, y después una visita a las personas con problemas. Máxima lo hace al revés. Primero se reúne con los pequeños empresarios y sus clientes para ver cuál es la situación en su región, y es al final de la visita cuando se dirige al secretario de Hacienda o al presidente, a los que les dice honestamente cómo está la situación de su país en cuanto a finanzas inclusivas. Hace un siglo, esas conversaciones entre una reina y un jefe de Estado podían convertirse en una guerra. Pero Máxima está muy metida en estos asuntos y sabe cómo iniciar un cambio real. Y por esos se la valora tanto.
Da igual la tarea que esté llevando a cambio, siempre quiere tener un impacto. La Máxima con un vestido de alta costura con una tiara y otras joyas, paseando en una gala real, parece muy lejana a la que visita una residencia de ancianos en Holanda. Y, sin embargo, son la misma persona. Porque en ese desfile ella sirve como escaparate del diseño holandés en el exterior, impactando en la alfombra roja a favor del reino.
Una reina que no quiere frenar
Para su cincuenta cumpleaños, Holanda tenía muchos planes con la mujer más fotografiada del país. Entrevistas, libros, series de televisión, sellos, revistas especiales: pero, en realidad, Máxima no quería participar en nada. A regañadientes accedió, en el último minuto, a una entrevista personal para la televisión nacional, que se transmitirá la noche de su cumpleaños. No pensó que fuera necesaria toda esa atención para ella.
Prefiere hablar de su trabajo para Naciones Unidas, su compromiso con el Orange Fonds para causas sociales, para el proyecto Méér Muziek in de Klas (Más Música en Clase), que puso ella en marcha, naciendo de su profundo deseo de que cada niño entre en contacto con la música. Esa decisión de centrarse solo en el trabajo supone un disgusto para los holandeses, que están enormemente interesados en conocer a la Máxima más personal, pero se trata de algo muy genuino en una reina que desde temprana edad ha dedicado su vida a trabajar duro y dejar el mundo mejor.
Se le ha dado la oportunidad y la ha aprovechado para comprometerse plenamente con ella. Trabajar más de un día laboral normal, a menudo con distintos husos horarios. Incluso sus tres hijas, Amalia, Alexia y Ariane, están asombradas de todo lo que hace su madre: a pesar de tanto trabajo, siempre encuentra tiempo para estar con ellas. Cuando está trabajando al otro lado del planeta, sigue siendo madre de tres hijas. “Un día tiene 24 horas", es lo que suele decir la reina, por lo que sus días están prácticamente abarrotados. Tanto que incluso su personal a veces tiene que recordarle que necesita sus 7 u 8 horas de descanso nocturno y pisar el freno. Pero la reina no quiere frenar, ella prefiere acelerar.
El miembro más popular de la familia real holandesa celebra su cincuenta cumpleaños el lunes. Hablamos de la reina Máxima, quien ha robado el corazón de los holandeses desde su llegada como prometida de Guillermo Alejandro en 2001. Gracias a su sonrisa, sí, pero sobre todo por su profesionalidad. Aprendió en pocos meses el holandés, que habla con un encantador acento español, algo que los ciudadanos de los Países Bajos aprecian y valoran.