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Lady Di, ¡la Virgen!
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SU SUBIDA A LOS ALTARES

Lady Di, ¡la Virgen!

María, la Virgen, tardó unos cuatro siglos en conseguir su preponderancia mediática. Hoy, en diez veces menos tiempo, Lady Di tiene muchos más seguidores que la Virgen predecesora

Foto: Ilustración de Diana de Gales. (Jate)
Ilustración de Diana de Gales. (Jate)

Seis décadas del nacimiento. Cuarenta años del bodorrio. Veinte del estampamiento. Transmisión oral y coral de su historia. Permanente, rentable y machacona, sin piedad y en todo tipo de formato que logre hacerse digerible por papel cuché o pantalla. Referencias continuas y casi en bucle a unos logros humanistas que, imaginemos la talla, sucumben en cada cita a sus supuestamente trascendentes logros estéticos. Una corta y azarosa vida convertida casi por unanimidad en efeméride diaria.

Diana de Gales promete ser la nueva Virgen María. Todos colaboramos un poco. Todo lo que pasó en su vida se ha convertido en celebrable. El mito convertido en hitos, cuyo recorrido vital vamos referenciando ya casi todas las semanas del año, va camino a los altares. No hay hueco en la redacción que no nos cubra su vida. Aquello que transcendió o lo que transcendería visto con los ojos del que se enfrenta al folio en blanco del casi agosto no deja de ser una mina.

Foto: Lady Di por Mario Testino. (Reuters)

Ahora nos toca el bodorrio. Semanas llevamos estirando los detalles más absurdos, las explicaciones más aventuradas, las conclusiones ventajistas a las que se pueden llegar con el paso de los años.

placeholder Diana de Gales y el príncipe Carlos, el día de su boda. (Cordon Press)
Diana de Gales y el príncipe Carlos, el día de su boda. (Cordon Press)

La progresión geométrica del interés generado, y fabricado, va ya por cifras estratosféricas. Baste el ejemplo de los ochocientos euros a los que subastan un trozo de tarta congelado de aquel aristocrático evento. Dan datos del invitado cuya aversión al dulce, respeto a la báscula o visión comercial de futuro aconsejaron, no solo no dar cuenta del colofón culinario, sino que le impelieron a guardarlo en una cajita y congelarlo. Solo ha esperado cuarenta años para sacarlo.

Prometo hacer seguimiento de la delirante subasta con la sana intención de brindar ayuda psicológica y apoyo personal al que resulte adjudicatario de la misma. Quizá se lo recompre, estoy pensando, para optimizar la terapia. Tomaré interés también por el individuo cuya mayor lucidez -no parece mucha teniendo en cuenta que se le presupone la pertenencia a la élite social dada su presencia en el evento del siglo- ha sido conservar la cadena de frío de tan suculento y mediático tesoro. Y su oportunista puesta en circulación con tendencia subastera.

Es solo un ejemplo. Se reeditan con la excusa celebraticia desde bikinis de flores a sudaderas universitarias portadas por la que de momento sólo es la segunda mujer de la historia más idolatrada en todo el mundo.b El negocio debe ir viento en popa. El precio de salida de la bici de su infancia ronda los veinte mil euros.

placeholder Diana de Gales en una imagen de archivo. (REUTERS)
Diana de Gales en una imagen de archivo. (REUTERS)

Titular real de Vogue de hace unos días: “Diez looks prueban que Lady Di es la inspiración detrás de las colecciones de otoño-invierno de 2021/2022”. Otro también de esta semana: “Zara versiona el vestido que Diana llevó en 1982 (y está rebajado a 20 euros)”.

Podrían seguir las referencias –reales, lo prometo- hasta el infinito, pero bastante antes de llegar tan lejos toparía con mi depresión y, encarando ya las vacaciones, prefiero no exponerme al abismo propio de la introspección meditabunda, invencible con mis medios en el entorno banal de nuestro actual periodismo.

María, la Virgen, tardó unos cuatro siglos en conseguir su preponderancia mediática en los programas de ocio de aquellos años. Esos que, hasta que llegó la tele, casi siempre se celebraban en formato religioso y en “estudios” parroquiales. Y tuvieron que conciliar, en el 431 en Éfeso concretamente, su capacidad de engendrar sin contacto pleno para que de verdad la empezaran a tomar en serio. Por si acaso los espectadores de aquella época hubieran tenido distracción pagana con juglares o teatros complementaron los dogmas hasta hacerla del todo irresistible e inevitable al culto.

A la virtud, ya poco demostrable, de resultar fértil a la aparición casta de espíritus con encargo, decidieron añadirle la supresión de la mácula original, la condición de madre de Dios -ni más ni menos- y, por si todo esto pudiera resultarnos poco, le añadieron la ascensión en cuerpo y alma a los cielos finalizada su procreadora misión en la Tierra. Aunque parezca mentira, este último se oficializó en 1950 ya en plena competencia con las primeras heroínas televisivas. Se ve que se asustaron un poco.

placeholder Diana de Gales. (Getty)
Diana de Gales. (Getty)

Al paso que va Lady Di, no quiero ni pensar en las cualidades que le adornarán a la inocente, y sin referencias reales, observación de mis nietos. Hoy, en diez veces menos tiempo, tiene muchos más seguidores que la Virgen predecesora. Y más fieles. Y mejor industria detrás. La accesibilidad a las mentiras y su inabarcable capacidad de repetición, y sobre todo lo rentable de su imagen, invitan a imaginar un futuro panegírico equiparable al de María de Nazaret. Pero con todo Tik Tok, Facebook, Instagram y Twitter a su servicio sustituyendo a las primigenios cuatro evangelistas. No es por hacerles de menos a Mateo, Marcos, Lucas y Juan pero, qué quieren que les diga, yo empiezo a verlo claro.

Imagino su biografía extractada de la Wikipedia en 2085 y usada sin pudor como cuña publicitaria: Lady Di nació con casi dieciocho años de la transustanciación de las mejores fragancias del momento -que pueden adquirir en nuestra sección de perfumes- y su mezcla con los más finos, nobles y maravillosos materiales -que pueden ver referenciados en nuestra oferta de joyería-. Todos los conjuntos que lució a lo largo de su vida le crecían espontáneamente en perfecto ajuste con su piel durante la noche fruto de la materialización de sus oníricos y exclusivos diseños –fácilmente hoy a su alcance gracias a nuestra cómoda financiación-. Los históricos logros de nuestras idolatrada Lady Di en la desestabilización de las monarquías de final del siglo XX reconvirtieron sociedades ancladas en el pasado en nuestros modernos sistemas de organización meritocrática basados en la puntuación popular de nuestros perfiles sociales. -No olvide que puede reforzar su posicionamiento y conseguir esas valoraciones extras que le facilitarán su ascenso social utilizando nuestro sistema de pago genético Bodypay-.

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Supongo que en ese posible futuro prometerán también la ascensión en cuerpo y alma a los cielos de toda la población no rica antes de los cuarenta años encubriendo un eficiente método de control poblacional. Por entonces, todo el mundo sabrá que fue eso lo que hicieron Lady Di y su novio en aquel túnel de París: ascender en cuerpo y alma a los cielos. Control poblacional asegurado: estarán deseando imitarles. ¡La Virgen! ¡Qué tiempos nos esperan!

Seis décadas del nacimiento. Cuarenta años del bodorrio. Veinte del estampamiento. Transmisión oral y coral de su historia. Permanente, rentable y machacona, sin piedad y en todo tipo de formato que logre hacerse digerible por papel cuché o pantalla. Referencias continuas y casi en bucle a unos logros humanistas que, imaginemos la talla, sucumben en cada cita a sus supuestamente trascendentes logros estéticos. Una corta y azarosa vida convertida casi por unanimidad en efeméride diaria.

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