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Los jóvenes, un 'relato' para la princesa Leonor
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OPINIÓN

Los jóvenes, un 'relato' para la princesa Leonor

La Princesa intenta conectar con su generación, pero sigue viviendo en el castillo medieval de la seguridad del Estado

Foto: La princesa Leonor, en su confirmación. (Limited Pictures)
La princesa Leonor, en su confirmación. (Limited Pictures)

¿Representa realmente la heredera del trono a la juventud española? Desde luego, la respuesta en términos populistas -léase, en nivel económico, educación, oportunidades…- sería negativa. Sin embargo, ese es justamente el ‘relato’ institucional con el que la Princesa de Asturias (16 años cumplidos este mismo domingo) se ha atrevido -o le han atrevido- a encarar los dos años que median hasta su solemne jura de la Constitución.

Repetidas veces habló la Princesa de Asturias sobre “los jóvenes” en su breve discurso de Oviedo, utilizando, como abanderada, la primera persona del plural. ‘Nosotros, los jóvenes’, no solo como sujeto colectivo de aprendizaje y formación, sino también de “aportación” social específica, “importante”, “comprometida” y “responsable”.

Sobre el papel, y en la voz ya adolescente de la ilustre estudiante de bachillerato, el relato tenía su gancho. Si el Rey representa, en su función arbitral, a todos los españoles, la Princesa bien puede hacer guiños, con vistas al futuro, a los de su propia generación. Su recurrente apuesta verbal por la justicia, la igualdad y la sostenibilidad no hace sino explicitar esa identidad generacional. Por otra parte, su bilingüismo, su dicción, su notoria preparación, su propia imagen dan coherencia en la heredera a la ejemplaridad que obliga a los miembros de la Corona.

Y luego... la realidad

Pero la realidad siempre desafía el relato. Por un lado, y pese a su ya consolidada -aunque exigua- agenda institucional, Leonor de Borbón sigue viviendo dentro del castillo medieval de la seguridad del Estado. En un mundo tan “interconectado” como al que aludía la Princesa en los Premios, nada saben los jóvenes españoles de su propia vida ‘civil’, que no privada.

placeholder La princesa Leonor, en su colegio de Gales. (EFE)
La princesa Leonor, en su colegio de Gales. (EFE)

Nadie pediría que la futura Reina tuiteara sus afectos, o que instagrameara sus modelitos de fin de semana. Pero existe todo un mundo intermedio de experiencias e inquietudes sociales, deportivas o solidarias a ‘compartir’ -ese verbo posmilenial- que harían más verosímil la conexión con la llamada generación Z, y hasta el pretendido y simbólico liderazgo de la heredera.

Foto: La Princesa de Asturias, en una imagen de archivo. (LP)

Y aun así, el muro de la realidad se hace particularmente espeso en dirección contraria. A diferencia de otras monarquías parlamentarias europeas, la española no cuenta con un sistema educativo ni una sociedad civil que la alimenten. Los adolescentes españoles no saben bien por qué una chica de su edad nace con trabajo y vivienda asegurados para siempre, a cambio de representar al Estado, garantizar su unidad y engrasar el funcionamiento de sus instituciones. No saben cómo ha venido ocurriendo esto en la historia y, lo que es peor, tampoco tienen interés en saberlo.

A la Princesa adolescente le va a resultar probablemente más fácil conectar con el cosmopolita ambiente del colegio de Gales que con los numerosos jóvenes españoles afectados por el fracaso escolar. En todo caso, conviene apoyar el intento de la Casa y, ya de paso, reconocer que, esta vez, la política de la hiperprudencia y el riesgo cero le ha evitado a la Princesa alguna foto -innecesariamente polémica en España- como la de la princesa Alexia, disfrazada en una fiesta queer del propio colegio de Gales.

Carmen Remírez de Ganuza, autora del libro 'Leonor, el futuro condicionado de la monarquía'.

¿Representa realmente la heredera del trono a la juventud española? Desde luego, la respuesta en términos populistas -léase, en nivel económico, educación, oportunidades…- sería negativa. Sin embargo, ese es justamente el ‘relato’ institucional con el que la Princesa de Asturias (16 años cumplidos este mismo domingo) se ha atrevido -o le han atrevido- a encarar los dos años que median hasta su solemne jura de la Constitución.