El compromiso matrimonial de Letizia: una prenda de la tele y un palacio con fantasma
Una filtración a los medios forzó la situación y aceleró los planes de Casa Real para informar del compromiso del príncipe Felipe y su novia
La última semana de octubre de 2003 comenzaron los rumores sobre el noviazgo del príncipe Felipe. Nada había trascendido de la vida amorosa del heredero desde que por razones de obligado cumplimiento tuvo que romper con Eva Sannum.
El 15 de diciembre de 2001 anunciaba a los periodistas acreditados en Zarzuela la noticia de su soltería. A partir de ese momento, el rey Felipe supo que en el momento en que se volviera a enamorar no habría renuncia de ningún tipo. Tampoco daría tiempo para que se organizaran debates sobre su futura esposa como sucedió con la modelo noruega.
Dos años después, el 30 de octubre de 2003, se filtraba la noticia de que existía una posible candidata. Fue Terelu Campos quien lo anunció. A partir de ese momento la maquinaria de Zarzuela se puso en funcionamiento para que el secreto mejor guardado viera la luz de una manera controlada. El príncipe tenía claro que no iba a someter a ningún juicio mediático a su novia.
Letizia era periodista, divorciada y con una familia que no pertenecía a la aristocracia ni a ningún estamento relacionado con el poder económico y social. Si para Eva Sannum el análisis había sido demoledor, la presentadora de informativos no lo iba a tener mejor. De ahí que al día siguiente el gabinete de comunicación de Zarzuela convocara a los medios para anunciar el compromiso del heredero.
Esa noche aparecieron felices en el porche de la casa del príncipe ante la prensa, que desconocía totalmente el romance. Se fijó la fecha de la pedida oficial para el 6 de noviembre en el palacio del Pardo. Ese día quedó reflejado oficialmente el carácter de la nueva princesa de Asturias con la famosa frase “déjame terminar”. En ese momento Letizia se refería al “ejemplo impagable” de la reina Sofía.
Con el tiempo, esa consideración pasó a un último puesto cuando las relaciones con doña Sofía se enturbiaron. El último desencuentro ha sido en los pasados premios princesa de Asturias con la reina emérita desubicada ante su hijo, nuera y nietas.
Volvamos a esa última semana, cuando ya la agenda de la periodista Letizia no tenía vuelta atrás. Una semana antes ya había abandonado su piso de soltera del barrio de Valdebernardo donde tiempo después viviría su hermana Erika con su hija Carla. Se despidió del portero, que al verla con maletas le explicó que se iba de viaje de trabajo. El destino estaba relativamente cercano. No tenía que salir de Madrid, solo trasladarse al recinto del Pardo donde viviría en el palacio de la Zarzuela hasta la boda. Ese fue el recorrido.
Dada la sorpresa de la filtración, no hubo tiempo para estilismos rebuscados. Letizia tiró del ropero de TVE con el que presentaba los informativos. En cambio, para la pedida oficial, sí pudo elegir estilismo y se decantó por un dos piezas en color blanco firmado por Armani.
Una vez que la noche del 1 de noviembre se hizo oficial el noviazgo, la vida de Letizia se transformó. A pesar de sus deseos de seguir ejerciendo su profesión como ella misma explicó, el día de la presentación como novia del príncipe de Asturias ni tan siquiera se contempló. A partir de ese día su vida ya no dependía de ella sino de la seguridad de la Casa Real. No volvió a su piso.
Hubo rumores de todo tipo que colocaban a la pareja en esos días en los lugares más disparatados. Desde un viaje relámpago a Nueva York hasta su escondite en Baqueira, en el chalet de Aravaca de sus amigos los Fuster o una masía cerca de Barcelona y arropados por los Urdangarin. Ninguno de estos destinos fueron elegidos por los novios, que se quedaron mucho más cerca. El lugar se encontraba a una hora escasa de Madrid por la autovía de Andalucía. La futura princesa de Asturias y el heredero buscaron refugio en el palacio La Encomienda de Mudela, en Ciudad Real.
Esta finca se encuentra en los términos municipales de Viso del marqués, Calzada de Calatrava y Santa Cruz de Mudela. Era el coto donde el príncipe Felipe acudía y donde el rey Juan Carlos recibía a sus grupo de amistades, ya fueran cazadores o no.
Pertenece a Patrimonio Nacional y por lo tanto la privacidad estaba asegurada. El lugar cuenta con un palacio y un jardín colindante que ahora no se sabe por qué razón no es posible visitar, cuando ha sido siempre de carácter público. Son cinco hectáreas donde hay explotaciones agrarias, y sobre todo áreas naturales y salvajes para caza menor. Y también un fantasma. A La Encomienda ya iba Alfonso XIII, tanto para sus jornadas cinegéticas como para sus esparcimientos extramaritales. Cuenta una de las leyendas que circulan sobre este sitio, que Alfonso XIII dejó de ir porque en el palacio había un fantasma al que no le agradaba la presencia regia. El heredero y la periodista Letizia, ya comprometida, pasaron una semana hasta que se hizo oficial el compromiso el 6 de noviembre.
La última semana de octubre de 2003 comenzaron los rumores sobre el noviazgo del príncipe Felipe. Nada había trascendido de la vida amorosa del heredero desde que por razones de obligado cumplimiento tuvo que romper con Eva Sannum.