Royal Lodge, la residencia de la reina madre en la que se refugia el príncipe Andrés
La residencia en la que vive el príncipe Andrés ha pertenecido a su familia desde generaciones. Repasamos la historia del que fuera refugio de la reina madre
La historia de los Windsor está muy ligada a las viviendas que han habitado. Casas que han marcado su legado dejando para la posteridad algunas historias de fantasmas, como sucede con el castillo de Glamis, donde comienzan sus raíces, pero también con otras propiedades que para ellos son de vital importancia, como Wood Farm, donde la actual reina tiene su corazón, pues es donde su marido era más feliz y donde podían disfrutar de la vida sin las encorsetadas normas del protocolo.
Hay lugares que son conocidos por todos, tal y como sucede con el castillo Windsor o incluso con la casa de campo de Sandringham, centro de reunión de la familia en Navidad hasta que la pandemia les obligó a cambiar sus planes.
Hay otras propiedades de la familia que son más desconocidas, pero eso no hace que tengan menos relevancia para ellos, este es el caso de Royal Lodge, la que fuera la residencia oficial de la reina madre hasta el momento de su muerte, en 2002. Desde 2004, es el lugar donde vive el príncipe Andrés junto a su exmujer, Sarah Ferguson, pues aunque están divorciados desde hace tiempo, mantienen una cercana relación.
Aunque sea el duque de York quien la habita, la casa pertenece a la Corona, con la que tiene un acuerdo de alquiler por 75 años, por el que pagó un total de un millón de libras.
Se estableció así una vez que el príncipe Andrés se comprometió a pagar de su bolsillo las necesarias reformas de la propiedad en la que su abuela había vivido durante 70 años, unas obras estimadas en unos 7,5 millones de libras y que incluían la instalación de una piscina.
De hecho, publicaciones como ‘The Sun’ aseguran que, en caso de tener que renunciar a vivir en esta propiedad, el príncipe Andrés podría recibir hasta 7 millones de libras actuales, en pago por el dinero invertido en ella, y que su valor actual de mercado podría rondar los 30 millones de libras. Esta fue una de las opciones que los medios británicos estuvieron barajando tras conocerse el resultado de la demanda interpuesta contra él por abusos sexuales, y que se saldó con el pago de una suma millonaria.
Royal Lodge: un hogar familiar
En origen, Royal Lodge y las propiedades adyacentes se empleaban como vivienda de diferentes trabajadores; de hecho, durante un tiempo incluso se la llegó a conocer como la casa del guardabosques. Cuando fue nombrado príncipe regente, Jorge IV decidió reformarla para comenzar a usarla, aquí alojaba a los invitados durante las carreras de Royal Ascot, famosas por la extravagancia de los tocados que llevan sus espectadores y que se celebran en el hipódromo situado solo a 7 millas de la casa.
Fue el arquitecto John Nash, uno de los preferidos del rey y a quien también le encargó las reformas de Buckingham, entre otras, quien se encargó de diseñar las modificaciones y ampliaciones. Se convirtió en una casa de campo grande, con techos de paja, terrazas y un invernadero, que fue lo único que quedó en pie después de que en 1830 el rey Guillermo IV ordenara la demolición de la propiedad. Diez años más tarde se convertiría de nuevo en residencia real y se usó como alojamiento para varios oficiales de la familia.
La residencia fue entregada en 1931 a los duques de York, quienes más adelante serían el rey Jorge VI y la reina Isabel, como casa de campo. En los años posteriores, la edificación se fue ampliando, añadiendo alas laterales. El edificio actualmente tiene unas 30 habitaciones, siendo hasta 7 de ellas dormitorios, cuenta también con capilla propia y con una residencia separada para el personal de servicio. Tras la muerte de su marido, la reina madre continuó usando esta residencia como retiro y en ella murió, con su hija a su lado.
Está situada en una amplia propiedad, que cubre unas 40 hectáreas, y cuenta con un gran jardín, aunque si hay un detalle que merece la pena destacar de esta vivienda es Y Bwthyn Bach, también conocida como La Casita y que, efectivamente, es lo que parece, una reproducción en miniatura de una casita de campo que el pueblo de Gales le regaló a Isabel II por su sexto cumpleaños. Un lugar de juegos ideal que han mantenido con cariño y en el que han disfrutado de largas horas de diversión hasta tres generaciones de la familia.
Royal Lodge ha sido escenario de algunos momentos importantes para la familia, como la pedida de mano de la princesa Margarita y Antony Armstrong-Jones, un matrimonio que más tarde acabaría en divorcio, o algunas fiestas de cumpleaños de las hijas del príncipe Andrés, como la fiesta temática que Eugenia organizó por sus 25 años o la posterior a su boda. No hay demasiadas imágenes de la residencia, pues se trata de una vivienda privada; sin embargo, ha sido el escenario escogido para algunas sesiones de fotos y entrevistas concedidas por la familia.
La historia de los Windsor está muy ligada a las viviendas que han habitado. Casas que han marcado su legado dejando para la posteridad algunas historias de fantasmas, como sucede con el castillo de Glamis, donde comienzan sus raíces, pero también con otras propiedades que para ellos son de vital importancia, como Wood Farm, donde la actual reina tiene su corazón, pues es donde su marido era más feliz y donde podían disfrutar de la vida sin las encorsetadas normas del protocolo.
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