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Wood Farm, los misterios que oculta el refugio secreto de Isabel II
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Wood Farm, los misterios que oculta el refugio secreto de Isabel II

En esta pequeña casa de campo no hay protocolos ni reglas. Aquí Isabel II se comporta como una madre de familia más, dejando la corona de reina en la puerta

Foto: La reina Isabel y el duque de Edimburgo, en su 60º aniversario de boda. (Cordon Press)
La reina Isabel y el duque de Edimburgo, en su 60º aniversario de boda. (Cordon Press)

Hay casas que son más importantes en la vida de una persona que otras. Para algunos, el lugar en el que crecieron marca su historia para siempre, otros ven cómo su vida cambia en la madurez, al encontrar ese lugar que les llena de felicidad y pueden llamar refugio. En el caso de Isabel II hay muchos parajes que han marcado su larga trayectoria, como el castillo de Glamis, donde se encuentran sus raíces, así como algunas maldiciones que rodean a los Windsor.

No todas, pues una familia con tanto bagaje está claro que no solo cuenta con un castillo encantado a sus espaldas, también hay algunas joyas que suponen una maldición para sus propietarios, aunque en el caso del diamante Koh-i-Noor, la reina de Inglaterra ha podido esquivarla gracias al hecho de ser mujer. Todos los hombres de la familia que la poseyeron anteriormente perdieron el trono, pero Isabel II, al ser mujer, puede presumir de llevar con orgullo la corona desde hace 70 años.

placeholder  Isabel II y Felipe de Edimburgo, el día de su boda. (Cordon Press)
Isabel II y Felipe de Edimburgo, el día de su boda. (Cordon Press)

Ninguna maldición pesa sobre Wood Farm, uno de los sitios más queridos por la monarca y también por quien fue su marido. El duque de Edimburgo, fallecido en abril de 2021, pasó gran parte de su tiempo en esta casa de campo, de la que apenas existen imágenes públicas para preservar su privacidad, sobre todo tras su retiro de las labores profesionales asignadas por su papel en la Corona.

Aquí podía disfrutar de la naturaleza, pero también de su tiempo de ocio, dedicándose a algunas de sus aficiones preferidas, como leer libros de historia, pintar con acuarelas -una actividad que parecía compartir con su hijo Carlos- y disfrutando de su familia y amigos. Esta es una casa que poco tiene que ver con los palacios que solemos asociar con la monarquía, de hecho se encuentra en Sandringham, pero poco tiene que ver con la otra propiedad de la familia.

placeholder El príncipe Felipe, duque de Edimburgo, siempre disfrutó de la vida al aire libre. (EFE)
El príncipe Felipe, duque de Edimburgo, siempre disfrutó de la vida al aire libre. (EFE)

Esta es una edificación cercana al mar, de ladrillo rojo y cinco habitaciones, de mobiliario espartano y acogedoras chimeneas, un refugio para la familia y el lugar en el que consiguen sentirse como una familia tradicional, alejados de los férreos protocolos que implica ser miembro de la familia real.

El hogar preferido de la reina y su marido, donde podían relajarse y ser ellos mismos, no está maldito. Sin embargo, su historia tampoco está exenta de zonas un poco menos luminosas, recuerdos que tienden a dejarse en el pasado, pues pertenecen a la historia menos agradable de los Windsor, esas ocasiones en las que la familia no actuó todo lo bien que se esperaba de ellos, lo que seguro que es algo que pesó en sus conciencias.

placeholder Imagen aérea de Wood Farm, en Sandringham. (Google Maps)
Imagen aérea de Wood Farm, en Sandringham. (Google Maps)

Un aparte de la historia que conviene recordar para no repetir, pues aquí murió el príncipe Juan. La historia de este joven está considerada una tragedia, pues este lugar fue el escogido para ‘ocultarle’, aquejado de epilepsia; fue recluido en esta granja cuando su enfermedad empeoró.

Hay diferentes opiniones al respecto, desde que esta medida fue tomada para mantenerle alejado de la luz pública en una época en la que su dolencia no era considerada un trastorno neurológico hasta que fue para que el joven pudiera estar lo más cómodo posible, cuidado con gran amor por su niñera Charlotte ‘Lala’ Bill.

placeholder Jorge V y la reina María, padres del príncipe Juan. (Cordon Press)
Jorge V y la reina María, padres del príncipe Juan. (Cordon Press)

El príncipe Juan era el hijo más pequeño de Jorge V -abuelo de Isabel II- y María de Teck, conocida como la reina María. Moría en enero de 1919, a los 13 años de edad, algo que su hermano, que más tarde sería rey bajo el nombre de Eduardo VIII, definió como un alivio para la familia en una carta personal. Eduardo pasaría a la historia por haber renunciado al trono por amor al conocer y enamorarse locamente de Wallis Simpson, dos veces divorciada, una pareja que aún a día de hoy despierta gran curiosidad.

placeholder La boda del duque de Windsor, como se conoció a Enrique VII, y Wallis Simpson. (Cordon Press)
La boda del duque de Windsor, como se conoció a Enrique VII, y Wallis Simpson. (Cordon Press)

Al parecer, la familia temía que el pequeño pudiera sufrir un ataque en público, por lo que dejaron de llevarle con ellos y, más adelante, cuando su condición empeoró, optaron por esta solución, que no distaba mucho de los que se hacía en la época con quienes padecían esta enfermedad.

Esta no es la única muerte que ha tenido lugar en esta casa, el padre de la actual monarca también perdía la vida en Wood Farm a los 56 años mientras dormía. Este es el motivo por el que Isabel II suele acudir a este refugio cada mes de febrero, pues así es como recuerda y honra la memoria de su padre, a quien estaba muy unida y que se marchó demasiado pronto, dejando el peso del país y la Corona sobre los -muy capaces- hombros de una joven de 25 años. Que este lugar se convirtiera en el preferido de su marido, quien incluso se encargó de su remodelación, parece un guiño del destino.

Hay casas que son más importantes en la vida de una persona que otras. Para algunos, el lugar en el que crecieron marca su historia para siempre, otros ven cómo su vida cambia en la madurez, al encontrar ese lugar que les llena de felicidad y pueden llamar refugio. En el caso de Isabel II hay muchos parajes que han marcado su larga trayectoria, como el castillo de Glamis, donde se encuentran sus raíces, así como algunas maldiciones que rodean a los Windsor.

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