Así se prepara Portugal para su primera boda real en 28 años: la de la infanta María Francisca

A fines del pasado mayo el duque de Braganza, jefe de la casa real portuguesa, anunciaba finalmente la fecha del matrimonio de su hija, la infanta María Francisca de Braganza, duquesa de Coimbra, que se celebrará por todo lo alto el próximo 7 de octubre en la basílica del bello, simbólico e histórico palacio nacional de Mafra tan vinculado a la casa de Braganza.

Un cambio de última hora, pues en un primer momento se había hablado del monasterio lisboeta de los Jerónimos; el mismo que, allá por 1967, hizo de marco de los fastos de la boda de la infanta doña Pilar con Luis Gómez-Acebo que supuso toda una gran manifestación de apoyo a don Juan de Borbón y a la familia real española.

Una noticia que, aunque esperada desde el anuncio del compromiso matrimonial en diciembre de 2022, ha despertado el mayor interés entre la prensa portuguesa que, ávida de noticias sobre su depuesta Casa Real, pone los ojos de forma constante en la familia real española. Las invitaciones a los miembros de la realeza europea, que se espera asista con notables representaciones, ya están cursadas lo mismo que al presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa y, probablemente, también al jefe de Gobierno, António Costa, pues los duques de Braganza mantienen una buena sintonía con las más altas autoridades del país y suelen ser invitados a las cenas de gala que allí se ofrecen en el palacio de Belém con ocasión de las visitas de Estado de sus primos reales europeos a Portugal, como ocurrió en noviembre de 2016 con don Felipe y doña Letizia.

Los novios, María Francisca y Duarte, se conocieron en octubre de 2019 en una fiesta de cumpleaños de unos amigos comunes en una finca en la región de Azeitâo, en las mismas fechas en las que se celebran las apariciones de la Virgen de Fátima, tan importantes para la católica familia real portuguesa, que tiene hondas convicciones católicas. Descubrieron que eran vecinos de la localidad de Sintra y decidieron anunciar su compromiso en Timor Oriental, una antigua colonia lusa por la que el duque de Braganza siente tanto un gran afecto como un particular interés.

Ella, de 27 años, fue consagrada a Nuestra Señora de la Concepción el día de su bautismo, y con 21 años recibió de su padre el título dinástico de duquesa de Coimbra que anteriormente había llevado su tío el difunto infante don Enrique. Presentada en sociedad en un glamuroso baile de debutantes en París en 2017, es una joven estudiosa que cursó Comunicación Social y Cultura en la Universidad Católica de Lisboa, formación que completó con un Erasmus en Roma, y durante sus años de formación universitaria residió en un piso familiar en el barrio del Chiado, regresando a la villa familiar de Sintra en los fines de semana. Como ha declarado a la prensa su madre, la duquesa doña Isabel, María Francisca y sus hermanos, Alfonso y Diniz, “han sido educados para trabajar, y la religión y la monarquía han de ser presentados en pequeñas dosis para no generar rechazo”.

El novio, el joven abogado Duarte de Sousa Araujo Martins, nació en 1992, es hijo de Pedro Martins y de María do Carmo de Sousa Araujo y nieto del prestigioso arquitecto y pintor de arte sacro Joâo de Sousa Araujo. Se licenció en derecho en le Universidad Católica de Lisboa y actualmente trabaja en el prestigioso bufete de abogados lisboeta Uría Menéndez – Proença de Carvalho, que reúne a parte de la flor y nata del derecho portugués dedicada al derecho comunitario. Alegre y dinámicos, la pareja se presentó en público en las últimas semanas en las bodas de los príncipes Ludwig de Baviera y Johann Wenzel de Liechtenstein, ambos primos de María Francisca que ya en octubre de 2021 asistió, junto a sus padres, al matrimonio en San Petersburgo del gran duque Jorge de Rusia.

Felices y encantados, Duarte y María Francisca están preparando su boda con esmero y ya han avanzado algunos primeros detalles de la ceremonia que será oficiada en el monasterio por el cardenal Manuel Clemente, patriarca de Lisboa. Tras el matrimonio los novios y los duques de Braganza ofrecerán una recepción a todos los invitados en el claustro del mismo monasterio, en la que el pastel de bodas habrá sido confeccionado en las tierras del Algarve donde la familia real portuguesa pasa los veranos en su finca de Ferragudo. Un festejo que la noche anterior estará precedido por un encuentro alegre siguiendo la tradición de los típicos 'arrailaes' portugueses, para mostrar la cultura local en un ambiente informal con un rancho, bacalao y huevos enharinados, aunque el conjunto de festejos aún no está cerrado.

La novia lucirá traje de la diseñadora portuguesa Luiza, que ya ha trabajado en varias ocasiones para la Casa Real lusa, y llevará la tiara de diamantes que portó su madre el día de su boda y que procede de la herencia de la última reina de Portugal, la princesa Amelia de Orleans, tía de la condesa de Barcelona. Por lo que respecta a los invitados, se esperan representaciones de las casas reales reinantes de Bélgica, Luxemburgo, Liechtenstein y España, que probablemente esté representada por la infanta doña Margarita, tan amante de las tierras portuguesas, que en estos días marcha para la estación estival a su departamento de los altos de Estoril.

Pero no faltarán archiduques de Austria, príncipes de Orleans y de Orleans-Braganza, de Bulgaria, de Borbón-Dos Sicilias, de Baviera, de Rusia o el propio duque de Parma, amén de numerosos príncipes alemanes emparentados con don Duarte de casas relevantes como los Löwenstein-Wertheim-Rosenberg o los Thurn und Taxis.

Una gran ocasión para que la Casa Real portuguesa, representada por los duques, su hija y sus dos hijos, el infante Alfonso (príncipe de Beira) y el infante Diniz (duque de Oporto), reciba una vez más el apoyo de sus primos reales de Europa y de numerosas instituciones y representaciones de su país, en momentos en los que a don Duarte le está siento cuestionada su jefatura de la Casa Real portuguesa por parte de su primo lejano el duque de Loule, Pedro Folque de Mendoça, descendiente de la infanta Ana de Jesús, hija del rey Joao VI y fallecida en Roma en 1857. Una pretensión de poco fuste habida cuenta del reconocimiento que el duque de Braganza, un hombre templado, amable, culto y religioso, recibe del conjunto de casas reales europeas.