Del conflicto familiar al reivindicativo vestido de novia: la boda de Eugenia de York (al detalle) en su quinto aniversario

Hoy, 12 de octubre, Día de la Hispanidad, se cumplen cinco años desde que Eugenia de York desfilase vestida de blanco por la imponente escalinata de la capilla de St. George, ubicada en el castillo de Windsor. La segunda hija del príncipe Andrés y Sarah Ferguson contraía matrimonio en una ceremonia multitudinaria con el joven empresario inglés Jack Brooksbank, escribiendo así un nuevo episodio de su historia de amor de entonces siete años; doce desde el prisma de la actualidad.

Siguiendo por completo las tradiciones, la royal británica caminó hacia el altar del brazo de su polémico progenitor y bajo la atenta mirada de Isabel II. Además, cumpliendo también con los cánones estéticos marcados para una mujer de origen real, portó un look nupcial sobrio de hombros cubiertos y manga larga, confeccionado por Peter Pilotto y Christopher De Vos, diseñadores tras la marca británica Peter Pilotto.

Sin embargo, a pesar de su elegancia clásica, la prenda de corpiño ajustado con escote en forma triangular y voluminosa falda de tablas con cola de un par de metros de largo ha pasado a la historia como uno de los vestidos de novia más reivindicativos. ¿El motivo? Un escote en la espalda que dejaba completamente al descubierto una cicatriz, resultado de la operación para corregir su escoliosis, realizada cuando ella tenía tan solo 12 años.

Este protagonismo dado a la marca, razón por la que Eugenia de York no quiso añadir velo a su look nupcial en su boda con Jack Brooksbank, fue justificado desde Palacio como “un gesto de inspiración a otras personas que sufren desviación de la columna y, a la par, honrar a los que la habían ayudado a solucionar este revés de salud”. Por ello, el doctor de la intervención formó parte de la lista de 850 invitados, entre los que destacó la presencia de rostros conocidos del nivel de Naomi Campbell, Demi Moore o Robbie Williams.

Un despliegue cuestionado por los activistas republicanos del país, que expusieron la factura de 2 millones de libras por la seguridad de la celebración, aunque el total de los gastos del evento privado fue pagado por las familias de los novios. El motivo de tales quejas residía en el no entendimiento de por qué los contribuyentes debían destinar sus impuestos a la novena en la línea de sucesión del trono británico, quien ni siquiera cuenta con agenda pública representando a la familia real.

Tiara con guiño a Isabel II

Un comentario que para nada importó a la matriarca del clan, Isabel II, con quien la novia mantenía una estrecha relación. Muestra de ello es que escogió una de sus joyas para finalizar su estilismo nupcial, por encima de la portada por su madre, Sarah Ferguson, en su boda con el príncipe Andrés celebrada en 1986.

De esta manera, la pequeña de las York portó la tiara Greville Emerald Kokoshnik, una pieza creada por Boucheron en 1919 para la dama de la alta sociedad británica Margaret Greville, que, posteriormente, decidió regalársela a la monarca en 1942. La alhaja, inspirada en la estética de la Rusia Imperial, cuenta con esmeraldas a cada lado y una central sobre una estructura de diamantes y platino.

Un segundo vestido de novia

No obstante, el recorrido de la joya de Isabel II fue mínimo, si tenemos en cuenta que, tras la ceremonia religiosa, la pequeña del príncipe Andrés decidió cambiarse de vestido para la recepción acontecida en el castillo de Windsor y su posterior fiesta.

En dicho momento, Eugenia lució un romántico vestido rosa champán completamente plisado, muy similar también al segundo diseño nupcial escogido por Tamara Falcó, obra del diseñador neoyorquino Zac Posen. El modelo de escote cerrado, cintura superceñida, capa a la espalda, falda de gran movimiento y manga larga fue considerado como uno de los más originales portados jamás por una royal europea.

Un cisma familiar

No todo fue de color de rosas. Según apuntaban fuentes cercanas a la familia, Meghan Markle reveló a lo largo de la boda que se encontraba embarazada de su primer hijo. Dicha noticia, que, obviamente, eclipsó el ‘sí, quiero’, no fue para nada bien recibida por la novia, ni por su hermana, ni por su madre, pero tampoco por el príncipe Harry, quien se avergonzó del fallo de protocolo de su esposa.

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A. Rodríguez

A su vez, los actuales duques de Sussex ya habían sido los responsables de retrasar la boda entre Eugenia de York y Jack Brooksbank al anunciar su compromiso, relegando así el de su prima a un segundo plano. Por si esto fuera poco, Camila Parker Bowles no acudió al enlace, ya que tenía compromisos previos adquiridos en Escocia.