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Britney Spears, víctima de su voz
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MUÑECO ROTO

Britney Spears, víctima de su voz

Cómo no acabar encerrada, alcoholizada o adicta. Cómo poder ser madre, cómo poder ser hasta hija...

Foto: Ilustración de Britney Spears. (Jate)
Ilustración de Britney Spears. (Jate)

Nada de lo que aquí se diga considérese aseveración. En torno a temas tan serios se me arruga hasta la opinión. De niña prodigio a loca de atar, de la autolesión a la liberación, del padre maligno y avaro a la cabecita hueca a base de estupefacientes hay un abanico de posibilidades tan amplio que considero imposible acertar un diagnóstico.

Una infancia tan robada como expuesta demuestra por estadística acabar en mala adolescencia. Una adolescencia de locos casi nunca acaba en madurez. Una madurez post cárcel, post maternidad sobrevenida, post bajada de tu ego a los infiernos suele tener los pies de barro. A poco que los mojes con whiskey, se deshacen. No hay gigante que lo aguante, por muy Britney Spears que seas.

Foto: Manifestantes pro Britney Spears con un cartel de la cantante. (Getty)

Spears significa lance. Lance es acontecimiento, episodio, evento, suceso, hecho, incidente, caso, asunto, trance, percance, contienda, querella, y acaba derivando en riña. Siempre la RAE al rescate. La cascada de acepciones como resumen de biografía. Cuando el apellido del padre acaba marcando un camino. Un destino incomprensible para una niña tan linda.

placeholder Britney Spears en 2019. (EFE/EPA NINA PROMMER)
Britney Spears en 2019. (EFE/EPA NINA PROMMER)

Una sonrisa perfecta, unos ojos como soles, una expresión pizpireta aupada del mundo de Disney a los corazones de América. Niñas que querían ser Britney, niños que soñaban tenerla, padres por fin con referencia, abuelos deshidratados a fuerza de caer tanta baba. Diez años duró el idilio de las familias formales, blancas y estructuradas, con la princesa del baile. Listas, audiencias y records consolidaron la trama. Una Lady Di del pueblo al otro lado del charco. Una niña “p´a comérsela” a la que acabaron devorando por tenerla hasta en la sopa. Otra víctima colateral de la cruel mercadotecnia. Una hija sólo “business”, sangre de sangre de transferencias, un corazón hecho talones, dolor tapado con dólar, reloj de polvo de oro marcando las pocas horas que le quedan de ser bella.

Pienso en esa voz tan fina -esa de encandilar colegios, volver locos institutos, revolver universidades y, por qué ocultarlo más tiempo, hasta turbar profesores- y en cómo sonará por dentro. Esa que todos tenemos machacándonos la vida me da que la pobre Britney, paradojas de la vida, la tiene masculina y ronca. Del “no tienes por qué hacer eso” al “qué pintas en este mundo” torturando tu cerebro, con ese tono tan grave como yo me lo imagino, no puede traer nada bueno. “Tu padre te está robando”, “ese solo quiere sexo”, “solo soy yo el que te entiende”, “y qué tiene de malo que también te tomes eso” te van marcando unos límites que acotan comportamientos. El resultado es complejo, ya me declaré incompetente y no seré yo quien lo juzgue. El resultado es… complejo. Eso hasta yo lo veo. Como lo han visto mil minibares y algún que otro peluquero.

placeholder Britney Spears en una imagen de 2015. (EFE/Foto: Paul Buck)
Britney Spears en una imagen de 2015. (EFE/Foto: Paul Buck)

Esa voz atormentante todos la llevamos dentro. Parece que grita más cuanto más ruido hay afuera. Hay gente que la domestica, se la sintoniza al alma y la convierte en muleta para poder apoyarse cuando el tropezón te llega. Envidio a quien lo consigue. La mía a veces se cansa y me deja algún día libre. Luego vuelve con más fuerza. “No has hecho nada en la vida”, “solo piensas en ti mismo”, “cuándo dejarás que te quieran” me vocifera ahí adentro. Se desgañita con eco retumbando en mi cabeza. El día que me abandona hay más luz, estoy más lúcido. Cuando vuelve y me abuchea todo me parece un mundo. Respiro hondo en su ausencia y me mata la ansiedad en cuanto regresa. No sé cerrarle la puerta. No sé cómo acallar sus voces. No sé por qué hay que tenerla. Por qué me nació tan en contra o qué es lo que gana ella. Pero ahí está y me permanece, y no sé si me sobreviva. Como sea eso lo que quede después de penar esta vida, mala eternidad me viene. Porque, por lo que ya la conozco, protestar, discutir y quejarse hasta el final de los días, por muy al cielo que vaya, se me va a hacer un infierno. Me río yo del de Dante, con lo poco que me río yo de este verdadero infierno.

“No cuidas a los que quieres”, me interrumpe mientras escribo. Otros diez minutos para dos líneas como inminente resultado. Casi noto que disfruta bloqueando mi cerebro para perseguir un fantasma que solo me existe dentro. “Eres de lo más cobarde” me susurra socarrón luego desde el lóbulo derecho. “No mereces lo que tienes”, “no estás yendo a ningún sitio” y hoy es sábado, se supone que es de sus días más tranquilos. Unos dicen que el alcohol lo calla, yo doy fe de que no es cierto. Al revés. Muchas veces lo que ocurre es que esa segunda voz, ya sea grave o atiplada, toma el mando en la garganta y empieza a hablar por ti a todos. En la enervación de neuronas, por debilidad o agitación, tu propia voz se acobarda y deja salir el horror de toda la mierda que tienes dentro, la que caga ese señor. No sé cómo desahuciarle, le brindo indemnización, que me mande su abogado, que pida manutención.

placeholder Britney Spears. (Getty/Foto de NBC Universal, de Michelangelo Di Battista/Sony)
Britney Spears. (Getty/Foto de NBC Universal, de Michelangelo Di Battista/Sony)

Si este es el grado de tortura de una vida tan vulgar como es la mía, qué no será en una niña expuesta a todo el ruido del mundo, a un padre en entredicho, a vivir bajo los focos. Qué más no le habrá dicho o hecho a esa pobre chiquilla a lo largo y ancho de sus retos, frustrados o conseguidos. Cómo no acabar encerrada, alcoholizada o adicta. Cómo poder ser madre, cómo poder ser hasta hija. Cómo quieres que nos explique con mínima coordinación, entre palabras e ideas, esa nueva situación de recuperar su perdida tutoría. A los cuarenta años nada menos. Ves el vídeo en que lo explica y dan muchas ganas de salir corriendo por sorpresa para que tu voz no te siga.


Nada de lo que aquí se diga considérese aseveración. En torno a temas tan serios se me arruga hasta la opinión. De niña prodigio a loca de atar, de la autolesión a la liberación, del padre maligno y avaro a la cabecita hueca a base de estupefacientes hay un abanico de posibilidades tan amplio que considero imposible acertar un diagnóstico.

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