¿Por qué tu piel ha cambiado en verano? Así puedes recuperarla
Manchas, arrugas, flacidez y deshidratación son algunos de los problemas cutáneos habituales en la rentrée. Al entender por qué ocurre, es más fácil ponerle remedio
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A las vacaciones llegamos con una piel y volvimos con otra. Más bronceada y quizá hasta más luminosa gracias a ese brillo característico de veranear en la playa, pero también más seca en ocasiones o más grasa en otras, con más manchas y arrugas y menos tono o turgencia. Según cuenta la Academia Española de Dermatología, un aumento de la temperatura puede incrementar, además de la habitual deshidratación por la disminución de la humedad relativa, algunas patologías, como sensibilidad o dermatitis atópica. Todo esto tiene que ver con la mayor cantidad de radiación UVB que nos llega, pero también con que usamos la fotoprotección de manera incorrecta y nos pasamos con el sol y la exposición, y con el contacto constante con el agua salada del mar y la piscina, así como cualquier rutina que hayamos podido alterar durante las vacaciones, incluida la cosmética.
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Así vuelve la piel
Más grasa. En septiembre se suele regresar con exceso de sebo y a veces también de impurezas. Ocurre porque con el aumento de las temperaturas se estimula la producción de grasa como mecanismo de defensa para evitar la deshidratación de la piel, por eso aparecen más brillos. Y a su vez es el motivo de que mantenerla hidratada ayude a controlar el exceso de esa grasa, aunque parezca de entrada algo contradictorio. Los dermatólogos recomiendan productos que hidraten, pero en textura ligera tipo gel. Y como en los cutis grasos los poros son más visibles, ayuda incluir un exfoliante en la rutina al regreso del descanso, ya que así se renuevan las células muertas que obstruyen los poros.
Sequedad. En otras ocasiones, el cutis termina el verano deshidratado, o lo hace por zonas. La Dra. Ana Revuelta, con clínica en Madrid y colaboradora de los laboratorios Merz Aesthetics, explica que la causa está en el exceso de sol, pero también de cloro, salitre y de alcohol o tabaco, que deshidratan, apagan y reducen la elasticidad, además de producir pigmentaciones.
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Manchas. “Los meses pasados, al estar más tiempo en el exterior y, por lo tanto, más expuestos al sol, la piel activa su mecanismo de defensa, de manera que pone en marcha su producción de melanina, la cual es la responsable de darle color. Por eso, una piel bronceada es sinónimo de una piel dañada: la melanina nos protege de los efectos nocivos de los rayos UVA Y UVB”, cuenta la Dra. Revuelta.
Flacidez. Notar la cara más descolgada en esta época es normal, y es producto de la elastosis solar, es decir, del daño que ha producido la radiación ultravioleta en las fibras de colágeno y elastina.
Sensibilidad. La barrera cutánea también se ha debilitado con el sol, y por ello sufre más alteraciones: hace falta protegerla y aportarle los activos necesarios para recuperar su estado.
Tratamientos de elección
Empecemos por la rutina cosmética. Desde la firma Innia Beauty recomiendan los activos que también defienden el colectivo de dermatólogos y médicos estéticos: las ceramidas, un tipo de lípido que se encuentra en la piel y se va perdiendo con el paso del tiempo; el pantenol o derivado de la vitamina B5, de propiedades calmantes y protectoras; activos que retengan la humedad, como la trehalosa, un azúcar sintetizado por plantas, bacterias y hongos, o el ácido hialurónico, presente en nuestro organismo. Si necesitamos un refuerzo clínico, o si el problema son las manchas, entonces es fundamental acudir al dermatólogo para que realice un diagnóstico preciso, ya que hay que diferenciar entre melasma, lentigos, pecas, queratosis o incluso lesiones cancerosas. Según la Academia de Dermatología y la Dra. Revuelta, las principales herramientas en una piel dañada por el sol son los peelings (entre 3 y 10 sesiones según el paciente), el láser (a partir de una sesión), la luz pulsada (entre 2 y 3 sesiones) y la cosmética médico-farmaceútica pautada por el especialista.
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Bioestimulación cutánea
Sin embargo, el problema que más envejece ópticamente un rostro no son las arrugas o las manchas, es la flacidez. Y la radiación ultravioleta se encarga de agravarla al degradar las fibras de colágeno y elastina, que de por sí empiezan a trabajar menos desde los 30 años, porque la capacidad del cuerpo de producir nuevas disminuye. Por eso volverlas a poner a pleno rendimiento es la solución, y para ello el tratamiento de elección es la bioestimulación cutánea, un concepto defendido y creado por Merz. Lo explica el dermatólogo Dr. Juanma Revelles: “A través de este procedimiento buscamos un aumento en la producción de colágeno y la renovación del ya dañado; esta redensificación aumenta el tono, firmeza y elasticidad a un nivel profundo, pero también favorece otras funciones en capas más superficiales que mejoran la textura y consiguen una piel más lisa, uniforme y luminosa, así como más hidratada al mejorar la función barrera”.
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Cuando hablamos de bioestimulación hay un poco de confusión, porque es un término que se ha utilizado para hablar de diferentes técnicas de embellecimiento de la piel. Pero su verdadero significado busca estimular justo el origen del deterioro de la elasticidad, y esto se consigue con fillers o inyectables y con ultrasonidos. Ojo, porque no estamos hablando de aumento de volumen, como puede ocurrir con otro tipo de infiltraciones, sino de sustancias como la hidroxiapatita cálcica (el inductor por excelencia) que progresivamente van a conseguir que el colágeno y la elastina que producimos, y que han bajado el ritmo, se pongan a darlo todo y tensen los tejidos.
“Es un tratamiento médico que debería estar presente a partir de cierta edad para mantener en óptimas condiciones la piel y los resultados son totalmente naturales, no cambia nada de la expresión”, aclara la médico estético. Está indicado en el rostro, el cuello, el escote y las manos, se realiza en una sola sesión (si hace falta, con retoque pasados unos días) y dura entre 12 y 18 meses. Otra técnica que también se incluye en el término de bioestimulación son los ultrasonidos focalizados de alta intensidad, ya que, como explica el Dr. Revelles, “a través de su efecto térmico a nivel profundo, consiguen una muy buena estimulación del propio colágeno junto a un efecto lifting”. Ultherapy, la tecnología que recomienda el dermatólogo, cuenta con cuatro aprobaciones de la FDA norteamericana, y permite visualizar ecográficamente en tiempo real la sesión. Suelen realizarse entre 1 y 3, y los resultados se mantienen entre 12 y 18 meses.
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Nos quedamos con:
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Mela Despigmentante corporal, de Topicrem (31,29€ en Promofarma). Crema corporal para las manchas específica para piel sensible de cuello, escote o manos.
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Serum All in One, de Innia Beauty. Tiene ceramidas, pantenol, trehalosa y calcio, todos los ingredientes que necesita la piel en la rentrée.
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A las vacaciones llegamos con una piel y volvimos con otra. Más bronceada y quizá hasta más luminosa gracias a ese brillo característico de veranear en la playa, pero también más seca en ocasiones o más grasa en otras, con más manchas y arrugas y menos tono o turgencia. Según cuenta la Academia Española de Dermatología, un aumento de la temperatura puede incrementar, además de la habitual deshidratación por la disminución de la humedad relativa, algunas patologías, como sensibilidad o dermatitis atópica. Todo esto tiene que ver con la mayor cantidad de radiación UVB que nos llega, pero también con que usamos la fotoprotección de manera incorrecta y nos pasamos con el sol y la exposición, y con el contacto constante con el agua salada del mar y la piscina, así como cualquier rutina que hayamos podido alterar durante las vacaciones, incluida la cosmética.