Carlos Alcaraz y Lidia Bosch, dos formas de entender la piel que merecen premio
Quizá, después de estos premios, empecemos a entender que la belleza —la real, la que perdura— no se mide en filtros ni en ‘likes’, sino en la manera en que utilizamos la voz para cuidar, enseñar y acompañar a través de la piel
En una época en la que un vídeo de 30 segundos en redes puede condicionar la forma en que entendemos la salud, la AEDV ha querido premiar a quienes ponen la ciencia por delante de la moda. La Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), junto a su Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica (GEDET), ha puesto en marcha la primera edición de los Premios Voz de la Piel. Una iniciativa inédita que quiere poner en valor algo que parece obvio, pero que rara vez se reconoce: que hablar de piel, de tratamientos y de estética no es un asunto frívolo, sino un acto de responsabilidad.
En un momento en el que la inmediatez manda y las promesas milagrosas generan titulares, la AEDV ha querido dar un golpe en la mesa para señalar a quienes, con rigor y ética, ayudan a que la piel se entienda desde la salud y no solo desde lo estético. Y entre los galardonados destacan dos nombres que, desde esferas muy distintas, simbolizan esa nueva forma de comunicar: Carlos Alcaraz y Lidia Bosch.
El joven tenista murciano, que ha convertido su carrera deportiva en un ejemplo de esfuerzo y constancia, recibió el Premio Voz de la Piel a la Ejemplaridad. No se trata de reconocerle por un golpe imposible o por sumar trofeos en su palmarés, sino por algo más íntimo: la manera en la que transmite valores de respeto, agradecimiento y cuidado. Una voz que inspira, que enseña que detrás de cada piel hay también una historia que merece ser contada sin artificios.
Lidia Bosch, por su parte, fue distinguida con el Premio Voz de la Piel a la Transparencia. La actriz lleva años compartiendo con naturalidad su experiencia vital, sin esconder fragilidades y demostrando que la belleza también se encuentra en la honestidad. En un contexto en el que lo superficial arrasa y los filtros difuminan cualquier arruga o imperfección, su manera de mostrarse ha supuesto un faro de autenticidad para quienes buscan referentes reales. Su voz ha sido —y sigue siendo— una forma de acompañar a miles de personas que ven reflejada en ella una fortaleza que no se basa en ocultar, sino en mostrar con valentía.
Estos premios, que se celebraron en el Palacete Duques de Pastrana en el marco de la 36ª reunión de GEDET, no se limitan a reconocer trayectorias individuales. El objetivo es más ambicioso: iniciar un movimiento que sitúe la comunicación responsable sobre la piel en el lugar que merece. La doctora Yolanda Gilaberte, presidenta de la AEDV, lo resumía así: “En un momento en el que la información se difunde de manera inmediata y a menudo sin contrastar, es fundamental dar visibilidad a aquellas voces que educan”.
Porque, efectivamente, la piel se ha convertido en terreno de titulares fáciles, de promesas imposibles y de mensajes que a menudo olvidan que la salud está en juego. Frente a ese ruido, los Premios Voz de la Piel quieren resaltar a quienes hablan con rigor, explican riesgos sin miedo y desmontan mitos sin necesidad de adornos. “Con estos premios reconocemos a quienes informan bien, explican riesgos y combaten el sensacionalismo, porque detrás de cada piel hay una persona”, añadía el doctor Vicent Alonso, coordinador del GEDET.
La nómina de galardonados muestra precisamente esa diversidad de enfoques: desde la divulgadora Débora Ciencia, premiada por acercar la ciencia al gran público sin caer en el sensacionalismo, hasta perfiles como Paloma Sancho, Ester Gómez o Borja Bandera, que han convertido su forma de comunicar en un ejemplo de objetividad, rigor o veracidad. Y entre todos ellos, la voz de Noah Higón, reconocida por poner sobre la mesa que nuestras diferencias son, en realidad, lo que nos hace iguales.
Lo interesante de estos galardones es que no premian la piel perfecta, ni el cutis sin arrugas ni la rutina de cuidado más exclusiva. Premian algo más invisible pero mucho más poderoso: la capacidad de impactar positivamente en la forma en que los demás perciben, cuidan y respetan su piel.
Que Carlos Alcaraz y Lidia Bosch encabecen este palmarés inaugural es casi un guiño del destino: él, símbolo de juventud, energía y disciplina; ella, referente de madurez, transparencia y autenticidad. Dos generaciones, dos mundos, unidos por un mismo lenguaje: el de una piel que se comunica, que transmite y que inspira.
En una época en la que un vídeo de 30 segundos en redes puede condicionar la forma en que entendemos la salud, la AEDV ha querido premiar a quienes ponen la ciencia por delante de la moda. La Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), junto a su Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica (GEDET), ha puesto en marcha la primera edición de los Premios Voz de la Piel. Una iniciativa inédita que quiere poner en valor algo que parece obvio, pero que rara vez se reconoce: que hablar de piel, de tratamientos y de estética no es un asunto frívolo, sino un acto de responsabilidad.