Molly Bair, la modelo con cara de rata que se ha convertido en musa de Chanel
Sus compañeros de clase la apodaron 'la mantis religiosa'. Aunque su singular rostro le ha servido para ser imagen de firmas como Valentino. La joven triunfa en las pasarelas. Paso a las 'ugly models'
Este titular puede parecer ofensivo, pero así es como se conoce a Molly Bair, la modelo de 17 años que ha roído portadas de revistas y pasarelas. Y es que la apariencia de esta chica de Filadelfia dista años luz del canon de belleza clásica. Sus prominentes orejas, sus densas cejas, su cara excesivamente angulosa y asimétrica, sus ojos desmedidos y su expresión de pocos amigos la sitúan en las antípodas de una top ad hoc.
Lo más curioso es que ni ella se cree que haya sido portada de 'Vogue' Italia o imagen de Chanel. Y es que la pobre arrastra una carretilla de escarnios adolescentes. Ser alta, tremendamente delgada, desgarbada y tener un rostro roedor no te sitúa entre las chicas más populares del High School que digamos. El apodo de 'rata' le viene de las aulas que exhuman testosterona a la caza de la rubia neumática. Y esa solo fue una de las muchas lindezas que tuvo que soportar, a las que se le añadieron otras como mantis religiosa, duende o alien. Pero aquellos que cacareaban insultos con cambiante voz púber se han quedado con un palmo de narices al ver que la diana de sus ultrajes es el nuevo capricho del mundo de la moda. Justicia kármica.
En menos de un año, Molly se ha zampado el queso. Y todo sin comerlo ni beberlo, pues en lo único que se asemeja a las tops más populares es en la forma en la que fue 'descubierta'. En julio de 2014, Molly Blair era una joven más que jugaba a tenis por las tardes y que andaba de cabeza preparando su ingreso en la universidad. Trabajar en el mundo de la moda le parecía tan probable como irse de vacaciones a Júpiter. Y ahí andaba ella, con sus preocupaciones, paseando con unas amigas por un mercadillo de Nueva York.
De la incredulidad al triunfo
En ese momento, la abordó un agente de The Society Management, le hizo una foto y le endosó su tarjeta. Molly se lo tomó a risa: ¿ella, modelo? Y sí, se carcajeó junto a sus amigas. Llegó a barruntar incluso que fuera una estafa o una nueva broma cruel. Pero cuando llegó a casa, comprobó los datos, vio que eran ciertos y accedió a tener la entrevista que devino en una ascensión meteórica.
Ha desfilado para Chanel, Dior, Prada, Loewe o Balenciaga, y sus idas y venidas en los backstages tienen encandilados a 20.000 seguidores de Instagram. Y lo mejor de todo: la ratita no se ha tenido que convertir en cisne para triunfar.
Este titular puede parecer ofensivo, pero así es como se conoce a Molly Bair, la modelo de 17 años que ha roído portadas de revistas y pasarelas. Y es que la apariencia de esta chica de Filadelfia dista años luz del canon de belleza clásica. Sus prominentes orejas, sus densas cejas, su cara excesivamente angulosa y asimétrica, sus ojos desmedidos y su expresión de pocos amigos la sitúan en las antípodas de una top ad hoc.