París se reafirma con la Semana de la Moda: el espectáculo debe continuar
El certamen estaba listo para ver la luz y volver a la festividad tras el confinamiento, pero empezó ante una sensación de desconcierto e incertidumbre con el estallido de la guerra en Ucrania
La invasión de Rusia a Ucrania cuatro días antes del inicio de la edición otoño-invierno 2022 de la Semana de la Moda de París y el silencioso desfile de Armani fueron un flashback a 2019, cuando la pandemia sacudió Europa.
La Federación de Alta Costura y Moda de París pidió solemnidad para seguir los desfiles en un comunicado inaugural: “La guerra ha estallado brutalmente en Europa, sumiendo al pueblo ucraniano en el miedo y el dolor”. El presidente, Ralph Toledano, señaló que “el papel de la moda es contribuir a la emancipación individual y colectiva en nuestras sociedades”. Hay diferentes opiniones sobre si la moda es política o no, lo que no plantea controversia es su potencia como herramienta de comunicación. Y en esta ocasión el mensaje que enviado ha sido unánime: todos con Ucrania.
La ropa elegida por los asistentes a lo largo de toda la semana ha servido de manifiesto. El dúo de Young Emperors, conocido por sus estilismos haciendo juego, fue el primero en posar ante las cámaras del street style con la combinación azul-amarillo de la bandera ucraniana. Este mensaje pacífico recorrió las redes sociales con una foto de una señora en el metro de Moscú un día antes.
La primera marca en reaccionar fue la húngara Nanushka. En el comunicado entregado el 1 de marzo a los invitados informó de la suspensión de sus acuerdos comerciales con Rusia y del apoyo humanitario que había puesto en marcha en Ucrania. Posteriormente, surgieron los gestos y donaciones de marcas como Acne Studios, Coperni. Conforme la guerra se recrudecía y se imponían más sanciones gubernamentales a Rusia, más grupos tomaron medidas. Al final de la semana pasada, Hermès, Chanel y Richemont, propietario de Cartier, procedieron a suspender sus operaciones en el país invasor.
Vena Brykalin, el ucraniano director de moda de una conocida cabecera, escribió en su perfil de Instagram: “Se necesita un italiano de 87 años y un refugiado georgiano de 40 para mostrar a la industria de la moda cómo se hace”. Se refería a Giorgio Armani y a Demna Gvasalia. Gvasalia, director creativo de Balenciaga, ha sido el artífice (una vez más) del desfile más memorable y trascendental de esta edición.
El georgiano abrió el desfile leyendo un poema ucraniano. La melodía de piano de la danza eslava op. 72 de Anton Dvorak sonó mientras las modelos caminaron con dificultad bajo una tormenta de nieve y viento. Los espectadores, protegidos tras un cristal, los veían pasar, como en el vídeo documental de migrantes en la frontera de Macedonia y Grecia de la artista María Kourkouta. Gvasalia contó que en 1993 sufrió lo mismo que están sufriendo los habitantes de Ucrania ahora: el miedo, la desesperación, el sentir que nadie te quiere.
La periodista Sophie Fontanel remarcó la cantidad de asistentes que salieron llorando, aunque también escuchó a unas celebridades decir que había piezas bonitas pero que hacía mucho frío.
Celebridades y marcas
Kim Kardashian es a Balenciaga lo que Rihanna a Dior. Ambas generan un halo de flashes y viralizan con su asistencia los eventos a los que acuden. Kardashian acaparó las cámaras en Balenciaga, presentación a la que acudió luciendo un atuendo con el que desfilaría unos minutos más tarde y que ha dejado otro de los 'memes' de la semana. El traje consistía en un ceñidísimo mono cubierto con cinta adhesiva amarilla con las letras de Balenciaga en negro que le impedía moverse. Al sentarse, el crujido que hizo el traje provocó el asombro de Salma Hayek y las risas de Anna Wintour y resto de asistentes.
Rihanna fue el motivo por el que el desfile de Dior comenzó con 45 minutos tarde. Cuando hizo su entrada, vestida con un salto de cama completamente transparente, recibió el reproche de una asistente por su retraso, a lo que la diva respondió con desprecio y una versión vulgar de “no me digas”.
Menos esperada y más sorprendente fue la presencia de Philippine Leroy-Beaulieu, la actriz que encarna a la jefa burguesa de 'Emily in Paris'. La parisina cerró el desfile de Weinsanto con un vestido de novia ajustado estampado con rostros de ídolos femeninos, botas negras hasta el muslo y un enorme sombrero.
Diversidad de formatos: desfiles, representaciones, vídeos
A lo largo de estos nueve días había programadas un centenar de presentaciones, de las que más de la mitad recuperaban el formato físico. Es difícil competir con la emoción y el ritual que supone la asistencia a un desfile. Los que más expectación generaron fueron los de las grandes marcas, que volvieron a invitar a famosos e influencers.
Christian Dior volvió a instalarse en el Jardín de las Tullerías y a sus puertas acudieron curiosos y fotógrafos a la captura de los estilismos de influencers y celebridades. Maria Grazia Chiuri presentó su colección más vanguardista de mano de la tecnología textil. Ropa adaptable a temperaturas extremas trabajadas en colaboración con la empresa D-Air Lab. Titulada 'Una nueva era' habló de protección en un decorado cargado de retratos que recordaba a la salle Clouet del castillo de Chantilly.
Unas horas más tarde, el mismo día presentó Saint Laurent. En su ubicación habitual frente a la torre Eiffel, Anthony Vaccarello consiguió hacer gritar a los curiosos que vieron de cerca a famosas como Rossy de Palma, Úrsula Corberó o Almodóvar. Las sobrias propuestas de Vaccarello para el próximo invierno contaron con una fuerte presencia de abrigos y chaquetas, en contraste con sus anteriores colecciones más sensuales.
En Valentino, Pierpaolo Piccioli rompió con sus sublimes combinaciones cromáticas y se lo jugó todo al rosa. La colección fue un estudio de un solo color para lo que colaboró con Pantone con el fin de crear su propio tono de rosa, Rosa PP. Este proceder creativo supone un giro y una evolución al clásico rojo Valentino.
También en Chanel destacó la presencia de rosas. En una sala forrada de tweed y a ritmo de los Beatles, Virginie Viard trasladó a la audiencia al país en el que Gabrielle Chanel se enamoró del tejido estrella de la firma junto al duque de Westminster.
La estética de Chanel fue juvenil y funcional con peinados naturales de niña bien y botas de agua. La vuelta a la juventud fue también inspiración para Nicolas Ghesquière en Louis Vuitton, que utilizó una estética tiktokera de género fluido para mostrar su maestría en eclecticismo. "Un momento decisivo en el que todo sale a relucir, con toda la inocencia y perspicacia. La impertinencia y la volatilidad de la belleza de la adolescencia", explicó en la nota del desfile.
Firmas como Dries Van Noten o Issey Miyake optaron por presentaciones de la colección en showroom junto a vídeos que destacaron por sus miradas hacia delante. Van Noten desveló a la vez su nueva línea de perfumes y belleza desarrollada con Puig. El equipo de Satoshi Kondo en Miyake continúa en la senda de la investigación de los tejidos a las que aplican técnicas artesanales ancestrales en prendas cada vez más femeninas.
Efemérides del calendario
Dos de los eventos excepcionales fueron el desfile póstumo de la marca de Virgil Abloh, Off-White, y el estreno de las hermanas Olsen en París, cuya firma The Row presenta habitualmente durante la Semana de la Moda de Nueva York.
La gran asistencia a Off-White supuso un caótico overbooking de invitados. La colección se presentó en la primera jornada de esta edición y mezcló los códigos del street wear que definen a la marca con diseños de vocación de costura. En el casting sorprendieron Serena Williams, Naomi Campbell y Cindy Crawford, que lucieron siluetas combinando chaquetas varsity con vestidos de fiesta.
También rompieron con la acostumbrada línea de diseño Mary-Kate y Ashley Olsen en The Row. Esta colección dejó atrás el minimalismo con el que se ha posicionado la marca para mostrar una exclusividad a través de la artesanía e incorporaciones de colores saturados a la paleta cromática, sin perder de vista el punto utilitario y sofisticado.
En el transcurso de estos nueve días, muchos nos hemos cuestionado si continuar con el calendario programado era oportuno. Demna Gvasalia respondió la pregunta: “La Semana de la Moda parece una especie de absurdo. Por un momento pensé en cancelar el desfile en el que mi equipo y yo habíamos trabajado duro y que todos esperábamos con ilusión. Pero entonces me di cuenta de que cancelar este espectáculo significaría ceder, rendirse al mal que ya me ha hecho tanto daño durante casi 30 años. Decidí que no puedo seguir sacrificando partes de mí a esa guerra de ego sin sentido y sin corazón”.
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