70 años de 'Al Este del Edén', el debut de James Dean que Netflix convierte en una serie con vínculo familiar a la película
La primera película del actor de 'Rebelde sin causa' como protagonista puede verse desde hace pocas semanas en Movistar Plus +, antes del estreno de la miniserie que nos devolverá la historia de Steinbeck actualizada
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"Lo terrible de dirigir es que te despiertas a las cuatro de la mañana después de rodar algo y dices: '¡Maldita sea! ¿Por qué hice esa escena así? Podría haberla hecho de otra manera". Elia Kazan explicaba con estas palabras su tarea profesional, la misma que le llevó tras las cámaras de 'Un tranvía llamado deseo (1951) o 'La ley del silencio' (1954), con la que se coronó en los Oscar y a la que muchos consideraron una especie de justificación de sus actos de delación, de chivato y señalador de compañeros, durante la infame Caza de Brujas del senador McCarthy.
Fue justo después de lograr las mejores críticas de su carrera cuando Kazan acometió la difícil tarea de adaptar 'Al este del Edén', novelón río (así los llamaban por la abundancia de caracteres y el número de páginas) de John Steinbeck. La película, que hoy podemos ver en Movistar Plus + y cumple siete décadas justo este mes, pasaría a la historia del cine como el primer papel protagonista del malogrado James Dean.
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Los productores de Warner hicieron que Paul Osborn, el guionista, adaptase únicamente la última parte de la novela de Steinbeck, aquella que sigue la historia de un joven errático y rebelde (el adjetivo que daría tanto juego en la carrera de Dean) que intenta ganarse el afecto de un padre severo y ultrarreligioso que prefiere, de manera bastante explícita, favorecer a su hermano.
El símil bíblico de Caín y Abel estaba claro. De hecho, los personajes incluso se llamaban Cal y Aaron.
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Una estrella en ciernes llamada Jimmy
No siempre estuvo claro que el protagonista de esta historia, desarrollada durante el periodo de la Primera Guerra Mundial en el valle de Salinas, lugar de origen de Steinbeck, fuese aquel joven efébico, 'hijo' profesional de ese Método que había aprendido en el Actor's Studio. Durante el desarrollo del proyecto, Kazan trató de elegir a Brando, con el que ya había trabajado no solo en 'Un tranvía llamado deseo' o 'La ley del silencio', sino también en la política 'Viva Zapata', en 1952.
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En su cabeza pensante, Brando sería Cal y Montgomery Clift Aaron, pero la verdad es que sus edades no se adecuaban a los personajes. A sus 30 y 34 años, respectivamente, estaban demasiado talluditos para encarnar a dos adolescentes. Paul Newman, sin embargo, parecía más joven de lo que era aunque solo tuviese un año menos que Brando. El actor de la mirada azul fue finalista para ser Cal pero, como todos sabemos, el elegido fue James Dean, que mostró sus inquietudes y miedos de principiante.
De hecho, el joven tenía que enfrentarse a secuencias complejas, como aquella en la que desafía a Raymond Massey, su padre en la pantalla, y que Kazan filma con un ángulo de cámara aberrante que intensifica las emociones entre padre e hijo. Pura emoción con un punto de inquietud tormentosa. Puro melodrama.
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Kazan siempre pensó que sus actores debían "contar la historia de una película sin palabras". Un día, James Dean dijo, inflexible, que le era imposible rodar una secuencia que tenía lugar en una azotea junto a Julie Harris, que interpretaba a la novia de su hermano por la que se sentía irremediablemente atraído.
El director se salió de la tangente: lo llevó a un restaurante y lo emborrachó con Chianti. El hombre detrás de retratos juveniles poderosos como los de 'Esplendor en la hierba' se autodefinió como una "bestia" en su afán de lograr reacciones potentes por parte de sus intérpretes.
Además, le bastó ver la tortuosa relación real de James Dean con su padre para saber que, pese a que no soportase sus juergas nocturnas y en principio prefiriese a Brando, con aquel chico había hecho "la mejor decisión de casting" de su vida. También fueron buenas las elecciones del propio Massey, con su mirada tiránica, Julie Harris y su dulzura (pese a que Jack Warner echó pestes de su edad para encarnar a una chica mucho más joven sobre el papel) o Jo Van Fleet, esa madre siniestra y ausente que se ha dedicado a la prostitución y con la que el protagonista vive obsesionado.
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Un milagro que Netflix intentará repetir
Como todo clásico, 'Al este del Edén' tenía los mimbres necesarios para golpear fuerte en taquilla. El uso de la pantalla ancha del Cinemascope, casi siempre con intenciones narrativas y dramáticas, añadía fuerza a la saga familiar y a las resonancias bíblicas de la historia. Al contrario que en otras películas, el formato no era algo decorativo para lucir bonito.
Y la música de Leonard Rosenman es de un lirismo desbocado que potencia la emocionalidad y el malditismo teen de los dos hermanos. El technicolor y lo que mejor se le dio siempre a Kazan, la dirección de actores, hicieron el resto.
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Misántropo y rara avis de Hollywood, Dean dio problemas incluso en el momento del estreno. Aunque 'Al este del Edén' fue la única película cuyo éxito saboreó en vida (moriría con apenas 24 años, antes de que 'Rebelde sin Causa' llegase a las salas y mientras finalizaba el rodaje de 'Gigante'), se negó a poner un pie la première, lo cual casi le cuesta su participación en 'Rebelde' y aquel extraordinario trabajo a las órdenes de Nicholas Ray.
La aureola de leyenda de 'Al este del Edén' se ha mantenido con el paso de los años. Como los viñedos de la Salinas que aparecen en cada fotograma. A principios de los 80, la ABC produjo una miniserie con Timothy Bottoms y Jane Seymour, que obtuvo un Globo de Oro por interpretar a Cathy Ames. Pero aquel producto intrascendente era un pálido reflejo de lo que Kazan había logrado con su film.
No sabemos si ocurrirá lo mismo con la miniserie que Netflix estrena el próximo año, partiendo de la novela original, y que protagonizan Mike Faist y Florence Pugh. Lo más sorprendente de esta nueva adaptación es que la guionista es, nada más y nada menos, que la actriz Zoe Kazan, nieta de Elia Kazan. Un vínculo familiar y sorprendente (habrá que ver su talento con el guion) con la legendaria película de los 50.
En cualquier caso, 'Al este del Edén', cuya impronta han tratado de replicar películas como la azucaradísima 'Leyendas de pasión', sigue siendo cine etiqueta negra, una película que, como los buenos libros, nos habla con mano maestra de nuestros conflictos familiares, nuestros amores imposibles, nuestras miserias y grandezas. Como dicen los americanos, un melodramón 'for the ages'.
"Lo terrible de dirigir es que te despiertas a las cuatro de la mañana después de rodar algo y dices: '¡Maldita sea! ¿Por qué hice esa escena así? Podría haberla hecho de otra manera". Elia Kazan explicaba con estas palabras su tarea profesional, la misma que le llevó tras las cámaras de 'Un tranvía llamado deseo (1951) o 'La ley del silencio' (1954), con la que se coronó en los Oscar y a la que muchos consideraron una especie de justificación de sus actos de delación, de chivato y señalador de compañeros, durante la infame Caza de Brujas del senador McCarthy.