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Alcohol, ansiedad y una premonición: los otros 'dramas' de Jorge Javier Vázquez
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BIOGRAFÍA

Alcohol, ansiedad y una premonición: los otros 'dramas' de Jorge Javier Vázquez

El presentador se ha abierto en canal en los dos libros que ha publicado y en su obra de teatro. Su relación con su padre, las drogas y el sexo desfilan por unas páginas muy personales

Foto: Jorge Javier Vázquez. (Cordon Press)
Jorge Javier Vázquez. (Cordon Press)

"Tengo cuarenta y cuatro años, aunque estoy convencido de que tengo cuarenta y siete porque he decidido que a esa edad iniciaré una nueva vida. En tres años finalizo mi contrato con la cadena para la que trabajo y si renuevo, volveré a hacerlo con la condición de no presentar un programa diario. Llevo seis años y medio presentando uno de más de cuatro horas —el anterior duró cinco años— y a veces siento que comienzan a flaquearme las fuerzas. Intento entregarme, pero me cuesta permanecer atento a lo que sucede. Mientras mis colaboradores hablan, yo aprovecho para conectarme al iPhone y evadirme. Cuando acaba el programa procuro no hacer demasiado examen de conciencia porque la conclusión sería devastadora. No me parece honesto comportarme así en el trabajo".

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Este párrafo, que abre el segundo libro de Jorge Javier Vázquez, 'Último verano de juventud' (Planeta), tiene carácter premonitorio. El conocido presentador cumple en julio 49 años sin haber conseguido hacerse más caso. Ahora, cuando se recupera de un ictus, los médicos le han dictado reposo absoluto y esas palabras adquieren otro significado. Los contextos aportan mucho significado y el de Jorge Javier ha sido estar al pie del cañón del prime time televisivo durante años, escribir dos libros y además representar una obra de teatro los fines de semana. Quizá demasiado incluso para un profesional como él, acostumbrado a la presión de la primera línea.

Pero detrás del profesional hay un ser humano con muchas dudas, profundamente marcado por su infancia y la relación con sus padres, absolutamente permeable a las críticas, muy divertido y aficionado al lado peligroso de la vida. No somos nosotros, lo ha contado él a través de sus libros, una suerte de estriptís emocional donde relata los otros 'dramas' que ha superado con crudeza, sentido del humor y mucha honestidad.

placeholder Jorge Javier Vázquez y Carmen Alcayde, presentando 'Aquí hay tomate'. (Mediaset)
Jorge Javier Vázquez y Carmen Alcayde, presentando 'Aquí hay tomate'. (Mediaset)

El primer libro, 'La vida en serio' (Planeta), narra sus primeros años. Su infancia en la casa familiar de Badalona, a ratos asfixiante, su amor incondicional por su madre y una relación de ida y vuelta con el padre, fallecido prematuramente a los 59 años. "Él [el padre], por principio, se oponía a que hiciéramos algo que nos produjera satisfacción o una mínima sensación de alegría sin esfuerzo. Era de aquellos que consideraban que la vida era un valle de lágrimas, de ahí que el placer debiera llegar siempre y únicamente después de haber experimentado la correspondiente dosis de sufrimiento".

El padre no sabía encajar a ese hijo distinto, brillante pero no a la manera que él esperaba. Jorge Javier describe situaciones grabadas en su mente de chiquillo, como cuando le pilló tejiendo una bufanda con las agujas de tejer de su madre, tendría 10 años. Habla por boca de su padre: "Al levantar el brazo para cruzarle la cara me di cuenta de que se le empezaban a mojar los pantalones. Se estaba meando de miedo. Y bajé la mano. Me dieron ganas de abrazarlo, de decirle que no pasaba nada, de estrujarlo con fuerza, de comérmelo a besos... Pero era consciente de que, si daba aquel paso, todo estaría perdido". Fue a increpar a la madre porque no estaba en la calle "con los demás críos del bloque". "Es que a veces le pegan. Y le insultan".

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Mientras Jorge Javier se va haciendo mayor, también crecen los problemas con su padre, que quería para él grandes cosas. "¿Fue en aquella época cuando comenzó a fraguarse nuestro distanciamiento? Quizá, porque si antes lo temía, entonces empecé a odiarlo", explica. "Llegar a casa y ponerme a hacer los deberes se convirtió en un suplicio. Recibí tortazos por no saber sacar adelante un problema o por ser torpe con los Rotring. [...] Cuando mi padre me pegaba ella permanecía en silencio, los dos sabíamos que era mejor, porque si no su ira podía llevarlo a estampar contra el suelo platos, vasos o lo que tuviera a mano. [...] No entendía nada, no comprendía nada, todo era negro y triste como los goterones de tinta en el papel de dibujo, de ahí que más de una noche me metiera en la cama repitiendo en voz baja y en el tono más melodramático posible: 'Me quiero morir, me quiero morir'".

placeholder Jorge Javier Vázquez recibe a Paula Echevarría en plató. (Mediaset)
Jorge Javier Vázquez recibe a Paula Echevarría en plató. (Mediaset)

Sí, Vázquez se reconoce melodramático desde el principio. También en sus primeras relaciones con los hombres, que empiezan (al menos en el libro) con un chapero y pasan por momentos sórdidos en cuartos oscuros que el presentador termina definiendo como "estercoleros". El libro termina narrando la muerte del padre, apenas unos meses después de que un Jorge Javier ya triunfador le invitara a un viaje a Roma con su madre, la Mari. La reconciliación llegó.

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En el segundo libro, que abre con el párrafo premonitorio que citábamos al principio, Jorge Javier narra su historia de amor con Paco, al que llama Fermín, pero también la ansiedad y la insatisfacción personal que le provocó el formato televisivo que le dio la fama, 'Aquí hay tomate'. "Nació como un espacio que trataba con humor el mundo del corazón, universo al que hasta aquel entonces se le había dado en antena un enfoque casi místico. Comenzamos tímidos de audiencia, pero poco a poco la gente se empezó a enganchar y nos convertimos en líderes absolutos de la sobremesa. Lo producían mis amigos Pablo y Óscar. El programa nos encumbró, fue una auténtica revolución. [...] Los tres primeros años fueron espléndidos. Caímos en gracia. Pero de repente, de un día para otro, todo cambió".

Las drogas

"Bebí muchísimo, me drogué demasiado y a punto estuve de echarlo todo a perder. Me salvó ese instinto de supervivencia que según Óscar siempre me ha caracterizado. Durante aquella época fui a uno de tantos psiquiatras que he frecuentado a lo largo de los años y cuando me preguntó si en algún momento había estado a punto de quitarme la vida, no fui capaz de decirle que no".

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La respuesta a aquellos años fueron el alcohol y las drogas. "Corría la coca, droga que yo había consumido de manera esporádica, pero a la que me agarré con ansia porque necesitaba tralla. [...] Viví al borde del abismo". El presentador quería pasarlo mal, "sufrir en carne propia todo ese dolor que parecía que yo estaba provocando con mi trabajo".

placeholder Jorge Javier Vázquez, en un directo. (Mediaset)
Jorge Javier Vázquez, en un directo. (Mediaset)

Hasta que tocó fondo: "Un miércoles acabé tan pasado en un local que a las siete de la mañana del día siguiente me vi desnudo en una sucia casa del centro rodeado de otras seis personas, tan pasadas y desnudas como yo. Bebíamos, nos metíamos y nos toqueteábamos. Cruces de lenguas, lametones en los sexos, mordiscos en los pezones, penetraciones, GHB, ketamina, poppers, porros, lo que apareciera". Se hizo a sí mismo la promesa de sobrevivir.

Todo el libro gira en torno a esa gran crisis personal, sus 'loqueros' le recomiendan que deje de hacer tantas horas de televisión al día. Él mismo está hastiado. En una llamada de teléfono a Óscar, productor de 'Sálvame', le dice: "Acabo de llegar de las vacaciones y ya estoy agotado. Cinco años haciendo lo mismo, cinco años saliendo por la tele todos los días, tengo cansancio acumulado, quiero divertirme y ahora no lo estoy haciendo".

También salió de esa, se reconcilió consigo mismo y con su trabajo, lo deja escrito: "Superada la Gran Crisis me sigo quejando de mi trabajo, aunque lo haga por vicio". Pero hoy todo se ha paralizado. Quién sabe si ahora, cuando su salud le obliga a parar un tiempo el ritmo de trabajo, quisiera escribir otra cosa.

"Tengo cuarenta y cuatro años, aunque estoy convencido de que tengo cuarenta y siete porque he decidido que a esa edad iniciaré una nueva vida. En tres años finalizo mi contrato con la cadena para la que trabajo y si renuevo, volveré a hacerlo con la condición de no presentar un programa diario. Llevo seis años y medio presentando uno de más de cuatro horas —el anterior duró cinco años— y a veces siento que comienzan a flaquearme las fuerzas. Intento entregarme, pero me cuesta permanecer atento a lo que sucede. Mientras mis colaboradores hablan, yo aprovecho para conectarme al iPhone y evadirme. Cuando acaba el programa procuro no hacer demasiado examen de conciencia porque la conclusión sería devastadora. No me parece honesto comportarme así en el trabajo".

Jorge Javier Vázquez