Las claves de la fama de Arturo Fernández: conocido, elegante, clásico y atractivo

Alfredo Pérez Rubalcaba solía decir que en España "enterramos muy bien". Se refería el socialista al hecho de que por más críticas que hayas recibido en vida, en la hora de la muerte el aplauso y la coba suelen imponerse. Le pasó a él y le está pasando al actor Arturo Fernández, fallecido esta semana a la edad de 90 años. Nadie quiere acordarse ahora de los malos momentos. ¿O es que en realidad la fama del intérprete asturiano era netamente positiva? Una fama de calidad, de las de antes, basada en la admiración por los valores transmitidos.

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Acudimos a la empresa Personality Media para analizar la calidad de la popularidad de Fernández. La empresa es líder en Consultoría de Marketing, especializada en el análisis de la imagen de celebridades a través de estudios que realiza periódicamente en España, México y Argentina. Los datos que nos ofrece esta empresa son rotundos: España quería a Arturo Fernández.

En estos tiempos en los que las redes encumbran a cualquiera, no es fácil conseguir los datos del actor asturiano. "Si decimos que Arturo Fernandez es conocido por el 90% de los que fueron a EGB y el 98% de los que son sus padres, no nos resultaría en absoluto extraño. El 98% de los mayores de 55 conocen al actor y esto le lleva a ser el cuarto actor más conocido para esta generación", explica un portavoz de esta empresa.

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En su opinión, "una marca de estas características se forma a base de repetir el mensaje". Arturo Fernández vendió siempre su tradicional elegancia y eso le hizo posicionarse "como el actor considerado como más elegante con un 7,74 de media". Además, es considerado como "el quinto intérprete más atractivo y el segundo más clásico". Aunque en este punto el portavoz de la consultora matiza: "Para el 60% de los consumidores más adultos está considerado el segundo actor más clásico, sin duda fruto de repetir siempre ese mismo mensaje de la elegancia tradicional que siempre nos ha inculcado. Conocido, clásico, elegante y atractivo, esos son sus cuatro valores principales, como él mismo se definió siempre".

Amigos, familiares, el mundo de la cultura y el pueblo están despidiéndose estos días del actor y empresario teatral Arturo Fernández, fallecido a los 90 años en un hospital madrileño. Primero se instaló una capilla ardiente en el tanatorio de La Paz, en Madrid. Posteriormente, los restos del intérprete fueron trasladados al teatro Jovellanos, en Gijón, donde el pueblo podrá despedirse de él desde las tres de la tarde de este sábado y a lo largo del fin de semana. El domingo está previsto su entierro en tierras asturianas.

Una calle con su nombre

Entre las personas conocidas que quisieron rendirle homenaje en el tanatorio se encontraba el flamante alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que destacó esa doble condición de Fernández como "madrileño de Gijón". El primer edil prometió que una calle de la capital llevará su nombre. Será una arteria "que tenga alguna conexión con él, cerca de alguno de los teatros en los que actuó".

También visitó el tanatorio el presidente del Atlético de Madrid y productor de cine Enrique Cerezo; Santiago Segura ("Yo esperaba que Arturo fuera nuestro Kirk Douglas, que llegaría a 102 años. Estuve en su último cumpleaños y era un hombre con mucha energía"); la actriz Norma Duval ("Los grandes se van y el recuerdo y el vacío quedan"); el periodista Fernando Ónega ("Yo no le llamo galán, le llamo sencillamente un esclavo de su oficio, un amigo de sus amigos y un tío leal"); la actriz Juncal Rivero; Alfonso Lara ("Arturo se ha ido dejando millones y millones de risas en todos los hogares y los escenarios de este país"); el actor y presentador Andoni Ferreño, que le consideraba un amigo; la actriz Cristina Heredia; Adolfo Suárez Illana (agradecido "a un hombre que se comprometió con una opción política en un momento muy complicado y que le podía crear muchos problemas"); José Manuel Parada; el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez; las actrices Lydia Bosch, Laura Pamplona e Ivonne Reyes, y una largo etcétera.