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Muere el Pocero: del avión que le prestó a Rocío Jurado a sus negocios con Julio Iglesias
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Muere el Pocero: del avión que le prestó a Rocío Jurado a sus negocios con Julio Iglesias

Hasta los diecinueve años no supo lo que era una ducha porque no había agua corriente en su casa. Sobre este elemento de la naturaleza construyó su imperio

Foto: Francisco Hernando, conocido como Paco el Pocero, en una imagen de archivo. (EFE)
Francisco Hernando, conocido como Paco el Pocero, en una imagen de archivo. (EFE)

Francisco Hernando, Paco el Pocero, como le llamaban sus amigos cuando daban referencias suyas, fue la representación de lo que los anglosajones definen como 'self made man'.

Contaba que hasta los diecinueve años no supo lo que era una ducha porque no había agua corriente en su casa de Palomeras, en Vallecas, donde vivía con su familia.

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Fue esa demanda la que le llevó a organizar la venta a domicilio. Con un burro y unas tinajas que llenaba en una fuente, recorría las calles de su barrio ofreciendo el agua. Así se ganaba la vida.

Su compañero en este trabajo era Paco, el padre de Ortega Cano. A veces era el torero el que se encargaba de estos menesteres, después de repartir los churros que vendía la madre de Hernando. El dinero que recibían daba para comer a las dos familias.

placeholder Francisco Hernando, el Pocero, en una imagen de archivo. (EFE)
Francisco Hernando, el Pocero, en una imagen de archivo. (EFE)

Aprendió a leer y escribir con las cartillas que le pasaba un maestro de la escuela a la que él no podía asistir. Sabía los litros que había en las cubas y el precio. Contaba que hacia las cuentas de memoria y que eso le sirvió para muchos años después tener una facilidad innata para los números que asombraba cuando tenía que negociar algún contrato.

Hombre intuitivo, buscó en el agua la manera de solucionar su vida. Montó una pequeña empresa relacionada con este proyecto. De abrir pozos en su zona pasó a los suburbios que iban creciendo en los alrededores de Madrid y de ahí a la construcción.

En la localidad de Seseña levantó una macrourbanización en la era de la burbuja inmobiliaria. Hernando quiso que la inauguración fuera a lo grande y Julio Iglesias cantó para los más de mil invitados que disfrutaron de un cóctel donde las ostras se ofrecían como si fueran patatas fritas.

placeholder Julio Iglesias, en una imagen de archivo. (Getty)
Julio Iglesias, en una imagen de archivo. (Getty)

Cuando llegó la crisis en el 2008, se convirtió en una ciudad fantasma más parecida a una ciudad del Oeste que a la megápolis que soñó. No había infraestructuras municipales y su guerra con los políticos de esos años acabó con su retirada. Después de aquello se dedicó a otros negocios. Hoy, en Seseña, hay censadas diez mil personas.

A Hernando no le importaba que le llamaran el Pocero. Decía que era con lo que se había hecho millonario. No escondía su riqueza. Tenía cuenta abierta en Portonovo, uno de los mejores restaurantes de cocina gallega. Allí llevaba a comer o a cenar a sus amigos y enemigos, a la familia y a cualquiera que le cayera bien aunque le hubiera conocido el día anterior.

En este establecimiento coincidió muchas veces con el rey Juan Carlos. El marisco preferido de los dos eran las nécoras y los percebes. En el aparcamiento coincidían también la seguridad de ambos. Guardia Real para uno y guardaespaldas para el otro. El Pocero pagaba también las comidas de todos ellos.

placeholder El rey Juan Carlos, en una foto de archivo. (Limited Pictures)
El rey Juan Carlos, en una foto de archivo. (Limited Pictures)

Edificó su casa con más cuartos de baño que la mansión de Isabel Preysler. Mandó construir un barco, el Clarena, más grande que el Fortuna, con capacidad para veinte invitados. Y para este lote faltaba el avión. También lo tuvo y sirvió para que Rocío Jurado volviera de Houston y pudiera instalarse en su casa de La Moraleja con su familia.

placeholder Rocío Jurado, durante una actuación. (EFE)
Rocío Jurado, durante una actuación. (EFE)

La única posibilidad para este regreso era un avión medicalizado. Cuando Paco el Pocero recibió la llamada de su amigo Ortega desde Estados Unidos, no hubo ninguna duda. “Lo que pidas, ya está hecho, José. Todo lo mío es tuyo. Dime qué día, que ahí estaré con uno de mis mejores aviones para traeros”. Y así fue como después de dos intentonas que fallaron, 'la más grande' regresó, gracias al amigo 'aguador' de su marido.

Francisco Hernando, Paco el Pocero, como le llamaban sus amigos cuando daban referencias suyas, fue la representación de lo que los anglosajones definen como 'self made man'.

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