Fernando Martínez de Irujo acoge a Eugenia en la finca favorita de la duquesa de Alba
La duquesa de Montoro, junto a su pareja y su hija, pasa estos calurosos días de agosto en Marbella, en una casa que tuvo un sabor especial para su madre de ambos
La duquesa de Alba lo tuvo muy claro cuando decidió casarse con Alfonso Diez, aprobarán o no sus hijos ese tercer matrimonio con un hombre que no era conocido en los ambientes sociales y al que llevaba veinticinco años. Cayetana lo hizo y, para que no hubiera comentarios maliciosos con respecto a su herencia, la repartió en vida entre sus seis hijos.
El patrimonio inmobiliario lo donó, como aseguraban sus amistades, con un criterio afectivo más que económico: el primogénito, como duque de Alba, se quedaba con la representación del título y todo lo que tuviera que ver con la fundación (Liria, Monterrey, Andrade, Alba de Tormes...). Alfonso obtenía fincas rústicas y el Castillo de El Tejado, en Calzada de Don Diego. Jacobo, igual que el anterior más la masía de Vilaür. Cayetano se quedó con la finca Las Arroyuelas y el palacio de Arbaizenea, en San Sebastián. Para Eugenia fue el cortijo La Pizana y la casa de Punta Galera, en la isla de Ibiza y para Fernando, propiedades agrícolas y la villa Las Cañas en Marbella.
Este chalet frente a la playa y al desparecido chiringuito de Marisa, donde la duquesa de Alba se reunía a comer, cantar y bailar hasta que amanecía con los vips de los años ochenta y noventa, era también su vivienda preferida. Era habitual que Cayetana se uniera a esas madrugadas y bailara las sevillanas y alegrías que le enseñó Antonio Ruiz Soler. Según explicaba el propio bailarín: “Le puso ese nombre por mi, por mi baile de La Caña, que era el que más le gustaba a Cayetana”. Efectivamente, cuando la compró en 1963 no se iba a llamar así sino Alba. Esta casa de arquitectura árabe era su preferida y la que dejó a su cuarto hijo, además del marquesado de San Vicente del Barco.
Una casa con muchos recuerdos
Desde la donación, Fernando Martínez de Irujo acude todos los veranos (también durante la Semana Santa) a su villa. Para su hermana Eugenia, Marbella es también un referente en su vida: mientras vivió su madre, se instalaba con ella y con su hija pequeña en Las Cañas. Las cosas cambiaron al fallecer la duquesa y cuando las relaciones entre algunos de los hermanos se enfriaron. Fernando, que siempre ha sido el nexo de unión y se lleva bien con todos, acoge en su casa a Eugenia cuando quiere pasar un tiempo en Marbella. Este verano no iba a ser diferente y la duquesa de Montoro, Narcis Rebollo, la hija Tana y su novio disfrutan de la hospitalidad del hermano generoso.
El duque de Alba veranea en Sotogrande con sus dos hijos y su nuera, Sofía Palazuelo que se encuentra embarazada de su primer hijo. La semana pasada viajó hasta Marbella para compartir un almuerzo con su hermanos Fernando y Eugenia y la pareja de esta. Le acompañaba también su primogénito y Sofía. Los seis se reunieron en el restaurante del Marbella Club para comer una paella. Testigos presenciales confirmaron a 'Vanitatis' la buena sintonía entre todos ellos.
La duquesa de Alba lo tuvo muy claro cuando decidió casarse con Alfonso Diez, aprobarán o no sus hijos ese tercer matrimonio con un hombre que no era conocido en los ambientes sociales y al que llevaba veinticinco años. Cayetana lo hizo y, para que no hubiera comentarios maliciosos con respecto a su herencia, la repartió en vida entre sus seis hijos.
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