Jeannine Girod, el gran apoyo y consuelo emocional de Xandra Falcó

La muerte repentina de Jaime Carvajal ha dejado a su mujer, Xandra Falcó, y a su familia con una desolación difícil de procesar. La desaparición del marqués de Griñón, una gran persona muy querida y respetada, fue un golpe emocional para todos. De todos los hijos fue la que tuvo una relación más directa. Trabajaban y viajaban juntos hasta hace un año cuando la primogénita tomó la decisión de independizarse, siempre apoyada por su marido, con un perfil de hombre honesto y apreciado muy parecido al marqués de Griñón.

Xandra Falcó tiene un camino largo y duro que recorrer, pero también cuenta con un apoyo fundamental: su madre, Jeannine Girod, que desde el primer momento se ha convertido en el ángel de la guarda de su hija y sus nietas a pesar de su dolor. Jaime Carvajal era un hijo más.

A pesar de una biografía de perfil alto, Girod prefirió mantener su intimidad fuera de los medios y lo consiguió, confirmando la tesis de que quien no quiere salir en la foto no sale. Y eso que sus dos parejas, tanto Carlos Falcó como Ramón Mendoza, fueron números uno. El presidente del Real Madrid era uno de los personajes que más titulares ocupaba en su época de gran jefe del equipo blanco. Estuvieron juntos veinte años. Antes de Mendoza, el fútbol era para ella como los agujeros negros del cosmos. Nulo interés, hasta que a través de su relación llegó a dominar las alineaciones de los equipos nacionales e internacionales. Viajaba con el Real Madrid y tuvo una excelente conexión con algunos de los futbolistas y sus mujeres.

Jeannine nunca ha querido formar parte de la llamada lista de elegantes donde siempre están las mismas. Como anécdota, señalar que fue una de las primeras personas que se enteró del romance de Miguel Boyer e Isabel Preysler. Ramón Mendoza era uno de los fijos en las lentejas de Mona Jiménez, donde se gestó el enamoramiento, y muy amigo del que fuera vicepresidente del Gobierno de Felipe González.

En realidad, Jeannine es el apodo cariñoso y por el que se la conoce familiarmente. Se llama Pilar Juana Girod del Avellanal. Su familia proviene de la industria relojera suiza y tenían joyerías abiertas en Madrid y Barcelona. En 1963 se casa con veinte años con Carlos Falcó, al que había conocido en un guateque que también frecuentaban las hermanas Koplowitz y el actual duque de Alba. El matrimonio se instaló en la Baja California, donde Falcó aprendió nuevas técnicas agrícolas que después trasladó a su finca de Toledo. Muchos años después se compraría una casa por esa zona sin vecinos y con vistas al océano. Una villa muy parecida a la de la serie 'Grace and Frankie', en Netflix.

En Estados Unidos nació Manolo y tres años después, ya en Madrid, Xandra. Vivían en un piso de la calle Almagro, en un inmueble regalo de sus padres. Ni en aquellos años ni después, cuando ya comenzó su vida con Mendoza, se convirtió en personaje. De joven ya le gustaba diseñar joyas, una dedicación que abandonó y volvió a retomar hace unos años cuando presentó en la Fundación Amberes en Madrid una colección original y única. Piedras semipreciosas que alternaba con las conchas y las caracolas que se encontraba en sus paseos playeros de su paraíso particular. Su aspiración no era ni es hacerse rica sino encauzar su creatividad. “Manejar esos materiales y diseñar me da tranquilidad”. Esta tranquilidad y esa paz que transmite, unidas al amor incondicional a su hija y sus nietas, son ahora ante la tragedia un apoyo fundamental.