Teresa Rivera, las esmeraldas de Paquirri y los chatones de Alfonso XII
Hacemos historia de estas famosas piedras que se han convertido en el núcleo central del nuevo capítulo de Cantoragate
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Desde que Kiko Rivera decidió enfrentarse a su madre con acusaciones más o menos demostrables, la herencia de Paquirri se ha convertido en la piedra filosofal del drama familiar. Durante estos 36 años, lo único destacable eran los objetos personales del torero que Isabel Pantoja se negó a entregar a sus hijos. Por mucho tiempo, ese contencioso aparecía cada vez que se actualizaba la relación de Cayetano y Francisco Rivera con la saga Pantoja. Concretamente con su hermano Kiko, que llegó a regalar el fundón de espadas a su hermano mayor cuando se casó con Eugenia Martínez de Irujo. Un objeto que se suponía robado y que nadie en aquel momento acusó a Pantoja de haber simulado el hurto.
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Del resto de las acusaciones no hubo más mención hasta que ahora salen a la luz las joyas de la corona que se guardaban en la caja fuerte y desaparecieron. Las piezas más importantes eran las esmeraldas tanto engarzadas como sin montar. Hagamos historia de estas famosas piedras que se han convertido en el núcleo central del nuevo capítulo de Cantoragate.
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Joyas por encargo
Paquirri viajaba a Latinoamérica todas las temporadas para su gira de invierno. Toreaba en Venezuela y México, pero sobre todo en Colombia. En la plaza de toros de Cali hay fotografías suyas vestido de luces posando con las fuerzas vivas del país. Toreaba en esta feria y también en la de Manizales y Bogotá, donde siempre fue la principal figura. En uno de los viajes le llegó a acompañar Carmen Ordóñez cuando ya su matrimonio hacía aguas. No sirvió para mucho porque tiempo después se divorciaron y la bella Carmina se enamoró de Antonio Arribas.
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De aquellos años era la querencia del torero por adquirir esmeraldas que, por ser él quien era, se las facilitaban de gran pureza. Muchas veces estas piedras no eran para el torero sino encargos de amigos. Paquirri era una especie de correo del zar de estas piezas que estaban garantizadas con sus certificados. Todo era legal y, por lo tanto, no había problema a la hora de viajar con ellas a España para, en su caso, regalárselas a sus mujeres, entre las que se encontraba su madre, Agustina Pérez.
A ella le tocaron unos pendientes que en la actualidad se encuentran en poder de su hija Teresa y que ahora son motivo de análisis.
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Según quien cuente la historia, se guardaron en la caja fuerte de Cantora y cuando los Rivera las reclamaron se había dado el cambiazo. En realidad, esta explicación no tiene mucho sentido. Con decir Pantoja que Paquirri nunca las puso allí, se solucionaba el tema.
Brillantes de amistad
El torero también regaló a su suegra las consabidas esmeraldas. Se ha dicho que Ana Martín lució unos pendientes con la piedra de la discordia la noche en que su hija reaparecía en Sevilla tras la muerte del diestro. No hay imagen gráfica, con lo cual podría ser otra de las leyendas de las que rodean la herencia turbulenta del torero. Por ejemplo, en el caso de Pantoja las esmeraldas no forman parte de su joyero público y sí en cambio brillantes, zafiros, perlas, corales y turquesas. Varias de esas piezas fueron regalo de Encarna Sánchez. Una manera de sellar su amistad.
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Para Paquirri, las joyas que entregaba a su sus mujeres nada tenían que ver con infidelidades, como sí le sucedía a Alfonso XIII con los chatones de brillantes que regalaba a la reina Victoria Eugenia cada vez que le era infiel. Este collar iba alargándose hasta dar varias vueltas al cuello de la infeliz consorte. Para el torero, en cambio, era su manera de testimoniar su amor a Isabel, Lolita o Carmina. Las tres tuvieron un cordón de oro que fue precisamente el que Pantoja cedió a su hijo en directo cuando retransmitieron las campanadas hace 8 años para Telecinco.
Este viernes, Teresa Rivera aparecerá con las famosas esmeraldas que el torero regaló a su madre y que ella después heredó. Un tasador oficial dará el visto bueno a estas joyas que ya son como la leyenda de Tutankamón.
Desde que Kiko Rivera decidió enfrentarse a su madre con acusaciones más o menos demostrables, la herencia de Paquirri se ha convertido en la piedra filosofal del drama familiar. Durante estos 36 años, lo único destacable eran los objetos personales del torero que Isabel Pantoja se negó a entregar a sus hijos. Por mucho tiempo, ese contencioso aparecía cada vez que se actualizaba la relación de Cayetano y Francisco Rivera con la saga Pantoja. Concretamente con su hermano Kiko, que llegó a regalar el fundón de espadas a su hermano mayor cuando se casó con Eugenia Martínez de Irujo. Un objeto que se suponía robado y que nadie en aquel momento acusó a Pantoja de haber simulado el hurto.