Diego Armando Maradona: su última frase antes de morir

Cuando murió el campeón del mundo con Argentina en México 1986, la única persona de su familia que estaba junto a él en su casa de una urbanización privada de la periferia norte de Buenos Aires era Johnny Espósito, hijo de Mary, la cuarta de sus ocho hermanos. A él le dijo Maradona, cuando se levantó, que quería ver la televisión. Estaba pálido y le notaron algo frío.

Según recogen medios locales, sobre las 10:30 le atendió un médico y junto a ellos había un enfermero, un psicólogo y una psiquiatra. Diego desayunó, dijo "me siento mal" y comentó que se iba a acostar. Su equipo médico decidió llamar a urgencias y en apenas unos minutos fueron hasta seis las ambulancias que llegaron hasta el lugar, pero no pudieron hacer nada por salvar su vida.

El entrenador del Gimnasia y Esgrima La Plata se había mudado a esa casa el pasado día 11 tras haber recibido el alta médica después de varios días ingresado en dos centros de salud, primero por un cuadro de anemia, deshidratación y "bajón anímico", y luego por un hematoma subdural por el que fue operado.

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Inés Gutiérrez

Maradona también había sufrido en las últimas semanas "algunos episodios de confusión" que los médicos asociaron a "un cuadro de abstinencia". El exdeportista estuvo durante muchos años bajo tratamiento por adicción a las drogas, incluso en Cuba, donde trabó amistad con Fidel Castro, fallecido, por coincidencia, el mismo día que él, hace exactamente cuatro años.

Su muerte ha causado un profundo impacto en Argentina y en el mundo, y deja huérfanas a las millones de personas que admiraron la carrera deportiva del considerado por muchos como el mejor jugador de fútbol del planeta. El presidente argentino, Alberto Fernández, ha declarado tres días de luto en su memoria.

El Barrilete Cósmico daba en el diario argentino 'Clarín' su última entrevista recientemente y ante la pregunta de qué fue lo mejor y lo peor que le pasó en la vida, respondió: "Fui y soy muy feliz. El fútbol me dio todo lo que tengo, más de lo que hubiese imaginado. Y si no hubiese tenido esa adicción habría podido jugar mucho más. Pero hoy eso es pasado, estoy bien y lo que más lamento es no tener a mis viejos. Siempre pido ese deseo, un día más con la Tota pero sé que desde el cielo está orgullosa de mí y que fue muy feliz".