La boda de Alejandra Ruiz de Rato y Ernesto de Novales desde dentro: llena de detalles

Alejandra Ruiz de Rato y su novio, Ernesto de Novales, se casaron el sábado en la ermita de la Virgen de Setefilla, en Lora del Río. La ceremonia fue oficiada por el párroco de La Oliva de Sevilla, Jaime Conde. Este sacerdote es primo hermano del novio, tienen la misma edad y desde pequeños han compartido la vida. No era posible que hubiera otro oficiante, ya que las dimensiones de la capilla no daban para una concelebración. De hecho, el párroco de Lora del Río cedió su puesto a este familiar directo tan implicado en la vida de los contrayentes. Fue una de las primeras personas que supo de la intención de su primo de formalizar su relación con la hija mayor de Espartaco y Patricia Rato.

Debido a las restricciones sanitarias, la boda se centró exclusivamente en los familiares directos de los novios. Como adelantaba Vanitatis, la celebración futura será con todos los amigos y cuando se pueda.

El sábado fue un acontecimiento de familia -como la definieron los protagonistas- y sin exclusivas, al ceder varias fotografías a todos los medios. Los sobrinos del novio y la hija de Loli, hermana de Espartaco, fueron los niños que llevaron las arras. Durante la ceremonia tuvieron que quedarse fuera, dado el reducido espacio del templo. La música la puso el Coro de los Palacios, un grupo de voces blancas que conocieron Patricia y Espartaco al escucharlos en la boda de unos amigos.

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El Land Rover al que se subieron los novios una vez finalizada la misa lo buscó Espartaco (y no paró hasta encontrarlo), y era propiedad de un amigo. Querían algo campestre y de ahí la decoración del vehículo con pacas de paja y flores silvestres. El ramo de Alejandra era también doméstico, formado de plantas aromáticas de lavanda recogidas en Majavieja. Alejandra y sus hermanos las recogían cuando eran pequeños. Era una de las distracciones del verano.

La parte más positiva de este enlace minimalista fue que se vivieron con más intensidad todos los detalles. Todo tuvo una razón de ser. Hubo muchos gestos, como el homenaje en el estilismo de Alejandra a su abuela materna, que además era su madrina de bautismo, luciendo un velo antiguo que perteneció a la tatarabuela y que pasa de generación en generación.

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El segundo detalle fueron los pendientes que Felicidad Salazar Simpson regaló a Patricia y esta cedió a su hija. El brindis al abuelo asturiano Ramón Rato se centró en la presencia en la fiesta nupcial de un grupo de gaiteros, que tocaron acompañados de guitarra española como detalle a la familia de Espartaco.

El menú de la boda también era un guiño a los orígenes de los padres de los novios. Hubo queso de Espartinas y, de postre, torrijas como las que se hacen en Sevilla en Semana Santa.

Ya casados, los novios recibieron a los invitados en la entrada de la plaza de toros bajo un arco de flores. Al día siguiente continuó la fiesta con una paella familiar.